martes, 26 de mayo de 2009

Diversidad en un Centro de Personas Adultas


A modo de "Sin noticias de Gurb" de Eduardo Mendoza.

Año 2008, “año de la Expo”, un día cualquiera del mes de marzo, en el Centro Público de Educación de Personas Adultas de un pueblo aragonés:

9:30 Llega Fátima, ha dejado a sus niños en el colegio, y ha convencido a su marido para que la deje ir a la escuela. Viene a aprender español. Hace poco que llegó a España y si no fuera por las clases que recibe en la “escuela” sólo oiría árabe.

10:00 Lorenza vino con su marido que vino a trabajar con el boom inmobiliario. Quiere trabajar como enfermera y se ha apuntado a un curso del INEM.

10:00 Letizia vino con su marido a trabajar a una fábrica de pasta. La lengua no es problema para ella, pero quiere aprovechar el tiempo. Los niños van a la escuela y ella también. Ha hecho 3 cursos Mentor en 2 meses. Aunque no sea de la Lombardía, quiere sacar la máxima rentabilidad a su matrícula.

10:00 Jesús tuvo un accidente laboral y quedó parapléjico. Con el tiempo ha ido recuperando parte de sus capacidades. Él lo agradece al Centro de Adultos: le apoya, le sirve y viene a hacer lo que toque: cuentas, crucigramas, dictado, o “investigaciones” sobre el territorio.

10:30 Llegan Néstor, Malena, Jessica, David son algunos de los “objetores de secundaria”. Llegaron los 17 años y no conseguían superar las malditas “matemáticas”, o “lenguaje”, o “inglés”, o “ciencias naturales” de la E.S.O. o todas simultáneamente. “Los profesores les tenían manía”. “Aquello parecía un cuartel, era peor que estar en casa”. Pero en casa tampoco pueden estar, sus padres, especialmente sus madres, ven que necesitan el título de la E.S.O. para andar por la vida. La madre de Malena obtuvo el título yendo a las clases de adultos y ahora piensa que su hija puede hacerlo del mismo modo.

11:00 Irene es una maestra que nunca ejerció. ¡Así es la vida! Ahora los hijos son grandes y ya no la necesitan. Por eso, ha vuelto a la “escuela” a recordar lo que aprendió y a aprender lo que no se sabía entonces.

11:00 Pepa nunca estudió. Su escolaridad está asociada al CPEPA. Primero, asistió a alfabetización, de eso hace unos 25 años. Aprendió a leer rápidamente porque ponía mucho interés. Luego vinieron las enseñanzas iniciales. Más tarde, los profesores la animaron para que se pusiera a estudiar Graduado Escolar. Cuando acabó, siguió con los programas de extensión cultural. Y llegó la LOGSE, que estableció la titulación mínima un poco más “arriba”, pero como estaba entrenada, en poco más de dos años se saco el GESO (Graduado de Educación Secundaria Obligatoria). Ahora, a sus setenta y tantos años, asiste a los cursos de Memoria (“la edad no perdona”) y participa en el taller de literatura. Siempre que puede se presenta a concursos literarios. Los de “Evaluacepa” le van a publicar un texto que hizo para narrar sobre “Mi pueblo, mi Centro de Adultos, mi aula y mis profesores”.

11:00 Pilar viene por la mañana a las clases de Memoria, pero aprovecha para hacer lo que más le gusta: utilizar el ordenador. Navega por Internet como una “nativa digital” pero desea aprender sobre programas de comunicación, videoconferencias y ese software para ponerse en contacto con sus nietos que tiene repartidos por medio mundo.

15:00 Llega Pedro. Está jubilado pero le gusta viajar, conocer tierras y gentes nuevas. Por eso, es consciente que necesita saber inglés para moverse por el extranjero y para poderse comunicar con personas de esas tierras lejanas o con las personas que acuden a su pueblo buscando un poco de paz y tranquilidad.

18:00 Whahae llegó a España en una patera y no sabe explicar bien cómo llego a este pueblo de Aragón. Después del trabajo acude a aprender español e inglés. Sabe que para encontrar trabajo se necesita dominar idiomas. Así que cuando no tiene trabajo acude a las clases

19:00 Andrés tiene trabajo, pero, como dicen los anuncios de la radio, su jefe le pregunta si tiene un título para ascenderle de categoría y poder cobrar más. El miró en las academias privadas pero pedían un dinero que el no se podía permitir, así que en el Centro de Adultos encontró los cursos que le interesaban a un precio razonable.

19:00 Rosa también tiene trabajo pero le piden que sepa usar el ordenador. Hoy todos lo saben y ella es una “inmigrante digital”. Así que se armó de valor (tenía vergüenza, miedo, “el que dirán cuando me vean ir a la escuela”) y se presentó a la directora del CPEPA que le acogió y le informó lo que era mejor para sus intereses y compatible con sus capacidades y conocimientos. Está pensando en apuntarse a alguna actividad más.


2 comentarios:

Ico dijo...

Qué ramillete de gente más interesante y con ganas de aprender.. por favor escribe un post sobre esos "desertores de 17 años que abandonan el colegio porque su profesores les tenían manía" un abrazo

Vicki dijo...

Me parece estupendo el post, gente con ganas de vivir y de aprender.
El que les hayas dado nombre hace más cercano el concepto de long life learnig.
Esto lo vivo en mi pueblo, mi madre, mis tías, y señoras que no pudieron ir a la escuela, ahora lo hacen, se ilusionan, compiten entre ellas, aprenden a manejar el ordenador y se abren cuentas de correo.
Es una buena forma de educar y abrir el mundo a quienes no tuvieron la oportunidad en su momento.
Respecto a a los desertores, a lo mejor sería bueno que nos contaran ellos la experiencia que tuvieron con sus maestros, y el porqué abandonaron.