martes, 14 de mayo de 2013

Los 10 mandamientos

Copiar no es malo, aunque precisa de dos condiciones:
a) Que lo que se copia sea bueno y
b) Citar la fuente, el autor: Jaume Carbonell
 
 
Estos son los diez atributos y tareas -los 10 mandamientos- que debería seguir un buen ministro de Educación:

  1. Dedicar los primeros cien días de su mandato a visitar centros Infantil, Primaria y Secundaria para tomar contacto con la escuela actual.
  2. Estudiar a fondo aquellos factores e indicadores que en diversos países han contribuido a promover el éxito escolar.
  3. Analizar qué puntos están funcionando y qué otros no de la actual reforma (la LOE), antes de plantear una nueva ley. Hacer lo mismo con los programas que están resultando exitosos en distintas Comunidades Autónomas.
  4. Dedicar sus energías a evitar tantos recortes que afectan al corazón de la equidad educativa y a la calidad de la enseñanza. Y que entienda y a haga entender a quien corresponda que la educación no es un gasto sino una inversión de futuro.
  5. Dejarse aconsejar por buenos asesores antes de meter la pata con afirmaciones que hay que corregir a la primera de cambio. El error es humano pero hay meteduras de pata que claman al cielo. Además, el silencio, con frecuencia, suele ser una gran virtud.
  6. Sustituir el monólogo -demasiado extendido en los políticos- por el diálogo. Reunir a los Consejeros Educación o a quien sea solo para dar órdenes es una pérdida de tiempo.
  7. Iniciar negociaciones transparentes -con luz y taquígrafos-; y éstas no deben llevarse a cabo únicamente con los poderes fácticos y con los amigos del Ministerio.
  8. Escuchar, sobre todo, a los agentes de la comunidad educativa: profesorado, alumnado y madres y padres de familia, porque son los colectivos más afectados y de ellos depende que cualquier decisión de política educativa que tome llegue a buen puerto.
  9. Evitar las provocaciones y confrontaciones que no hacen más que alterar y distraer de otros asuntos de mayor calado, amén de impedir cualquier tipo de consenso. La arrogancia no es una de las mejores virtudes que debe prodigar un ministro de un ramo tan sensible como el de la educación.
  10. Mirar más al presente-futuro que al presente-pasado, más aún si éste es tan oscuro que mejor es olvidarlo.

Estos diez mandamientos se resumen en dos:

1. Enterarse mejor de cómo funciona la educación y cómo se proyecta en el futuro.

2. Dejar de marear la perdiz con nuevas leyes y decretos y proteger mejor a la escuela pública de tanto recort

2 comentarios:

María Martínez López dijo...

Es muy interesante conocer los requisitos que se necesitan para ser un buen Ministro de Educación. Pero como todos sabemos ninguno se guía por ellos, solo buscan el beneficio y como sacarle mas partido, dinero, a la educación.
Si de verdad quisieran hacer una buena reforma, seguirían los dos últimos puntos que comenta el autor: entérate bien de que esta pasando en los centros educativos y que necesidades tienen. A partir de ahí, haz una ley para mejorar la calidad y eficacia de estos centros entonces esta funcionará. Porque no es lógico hacer leyes o reformas sin saber cual es la realidad. Solo se rigen por lo que dice su partido, por sus valores y creencias y por su conveniencia.
Así nunca conseguiremos que funcione el sistema educativo.

Manuel Antonio Hernandez Carpio dijo...

Totalmente de acuerdo con estos mandamientos, el problema es que la política ya se ha convertido en una profesión, cuando esta debería ejercerse por pura vocación. Un ministro de Educación jamás debe plantear las cuestiones educativas con la mente de un estadista, así como tampoco animar a nuestros jóvenes a que estudien solo las titulaciones con “salida”, un ministro de Educación tiene que tener por premisa y por requisito de acceso a su cargo la docencia en cualquiera de sus manifestaciones, debe haber olido las aulas, vivido entre las cuatro paredes de un colegio, haberse sentado ante 30 alumnos de secundaria, o haber experimentado las reformas y contrarreformas de los distintos mandatarios.
Para “saber hacer”, primero hay que hacer. Pero básicamente el problema estriba en que la Educación se ha convertido en una pelota política que va de tejado en tejado, y da igual el collar o el perro que tenga el poder en ese momento, es indiferente si hay gaviotas o rosas, hasta que en Educación no exista un pacto de estado no hay nada que hacer señores.