martes, 11 de febrero de 2014

Respuesta a Profesorado 2014

Fernando Yarza contesta esto en Facebook y como me parece que tiene categoría como para no olvidarlo en la fugacidad de Facebook. Alla va: 

Me he leído tu artículo con mucha atención y me ha venido a la cabeza el Capítulo 6. La formación del profesorado. Innovar para cambiar y mejorar. que tuve el honor de escribir LOS DESAFÍOS EN LA ORGANIZACIÓN Y EL FUNCIONAMIENTO DE LOS CENTROS EDUCATIVOS DEL S. XXI.

 En la introducción: Un centro educativo podría compararse con una orquesta compuesta por profesionales altamente cualificados y formados, dirigidos por un director que coordina y dirige su trabajo, encaminado a satisfacer a la audiencia. El trabajo de los componentes de la orquesta no sería eficaz si no tuviesen una buena partitura sobre la que trabajar, y sin autonomía para poder adaptarla a la situación de la mejor forma posible. A nadie se le ocurriría pensar que la obra que interpretan no tiene un trabajo ímprobo detrás. Lo mismo ocurre con nuestra profesión. En todos los documentos de la Comisión de hacen unas listas interminables sobre cuál debe ser el perfil del profesor del S. XXI, sobre cuáles son los retos a los que se enfrenta. Al profesor lo comparaba con el música de una orquesta. No basta - aunque es importante - con que el maestro como dices sienta pasión, tenga autenticidad, coherencia, sienta curiosidad, optimismo, equilibrio, ética. Además, tiene que estar bien formado antes y durante, por los mejores profesionales. Somos el motor, la pieza imprescindible para que se produzcan cambios en la escuela y en la sociedad del S. XXI. En la comunicación de la Comisión “Repensar la Educación: invirtiendo en destrezas para mejores resultados socioeconómicos” (Estrasburgo 2012) se introduce un listado de competencias necesarias para una enseñanza efectiva en el siglo XXI:
  • 1. Conocimiento y comprensión.
a. Conocimiento de la asignatura.
b. Conocimiento del contenido pedagógico de la asignatura, que implica el conocimiento profundo del contenido y estructura de la asignatura:
i.
Conocimiento de tareas, contextos y objetivos de aprendizaje;

ii. conocimiento de los conocimientos previos de los alumnos y dificultades de aprendizaje específicas y que se repiten;
iii. conocimiento estratégico de métodos institucionales y materiales curriculares.
c. Conocimiento pedagógico (conocimiento de los procesos de enseñanza – aprendizaje).
d. Conocimiento curricular (conocimiento del currículo de la asignatura – ej. Aprendizaje guiado y planificado de los contenidos específicos de la materia).
e. Fundamentos de las ciencias de la educación (conocimiento sociológico, psicológico, filosófico, histórico e intercultural).
f. Aspectos organizativos, institucionales y contextuales de las políticas educativas.
g. Cuestiones relacionadas con la inclusión y la diversidad.
h. Utilización eficaz de las tecnologías en el aprendizaje.
i. Psicología evolutiva.
j. Dinámicas y procesos de grupo, teorías de aprendizaje, motivación.
k. Procesos y métodos de evaluación.
  • 2. Destrezas
a. Planificar, dirigir y coordinar la docencia.
b. Utilizar recursos tecnológicos y materiales de enseñanza.
c. Dirigir alumnos y grupos.
d. Supervisar, adaptar y evaluar objetivos y procesos de enseñanza – aprendizaje.
e. Recoger, analizar e interpretar evidencias e información (resultados de aprendizajes escolares y de evaluaciones externas) para la toma de decisiones profesionales y mejora del proceso de enseñanza – aprendizaje.
f. Utilizar, desarrollar y crear conocimiento basado en la investigación para utilizarlo en la práctica.
g. Colaborar con colegas, padres y servicios sociales.
h. Destrezas para negociar (interacciones sociales y políticas con diversos actores y contextos de la educación).
i. Destrezas interpersonales, metacognitivas y reflexivas para aprender individualmente y en comunidades profesionales.
j. Adaptar a contextos educativos caracterizados por dinámicas multi-nivel con influencias transversales (desde el nivel macro de la política del gobierno al nivel meso de los contextos escolares, y el micro nivel de la clase y las dinámicas del alumno).
  • 3. Disposición: creencias, actitudes, valores y compromiso.
a. Conciencia epistemológica (asuntos relacionados con los rasgos y desarrollo histórico de la materia y su estatus, como su relación con otras materias).
b. Tendencias para cambiar, flexibilidad, aprendizaje continuo y mejora profesional, que incluye el estudio y la investigación.
c. Compromiso para apoyar el aprendizaje de todos los estudiantes.
d. Tendencias para promover las actitudes y prácticas democráticas de los alumnos.
e. Actitud crítica a nuestro propio trabajo (examinar, analizar, cuestionar prácticas).
f. Disposición a trabajar en equipo, a la colaboración y al trabajo en red.
g. Sentido de eficacia personal.

Para una enseñanza eficaz no sólo se necesitan las competencias que se han descrito, sino cualidades personales clave, valores y actitudes, que se definen a continuación:
Características de los profesores más eficaces (fuente: EC/OCDE “Desarrollo profesional de los profesores: Europa en comparación internacional” 2010):
  • 1. Profesionalismo:
a. Compromiso a hacer todo lo posible por cada alumno y permitir que todos los alumnos tengan éxito.
b. Seguridad: creencia en la habilidad de uno para ser eficaz y asumir los retos.
c. Honradez: ser coherente y justo; mantener la palabra.
d. Respeto: convicción de que todas las personas importan y merecen respeto.
  • 2. Pensamiento/razonamiento:
a. Pensamiento analítico: habilidad para pensar lógicamente, analizar y reconocer la causa y el efecto.
b. Pensamiento conceptual: habilidad para ver patrones y conexiones.
  • 3. Expectativas:
a. Impulso por el cambio: energía implacable para marcar y encontrar retos para los alumnos y para el centro.
b. Búsqueda de información: instinto para averiguar más y llegar al fondo de las cosas: curiosidad intelectual.
c. Iniciativa: instinto para actuar anticipándose a los acontecimientos.
  • 4. Liderazgo:
a. Flexibilidad: habilidad y disposición para adaptarse a las necesidades de una situación y cambiar las tácticas.
b. Responsabilidad: instinto y habilidad para marcar expectativas y parámetros claros y para exigir la responsabilidad de otros para el trabajo.
c. Pasión por aprender: instinto y habilidad para apoyar a los alumnos en su aprendizaje y para ayudarles a convertirse en estudiantes seguros e independientes.
Para que todo esto pueda llevarse a cabo y no se quede en una simple utopía las administraciones educativas tendrán que creer en la función indispensable de la escuela para afrontar cualquier reto presente y futuro. 

domingo, 9 de febrero de 2014

Profesorado 2014

El profesorado, el magisterio han sido el objetivo de toda mi vida profesional: su proceso de formación inicial, la formación continua, la planificación, la metodología, los recursos (desde el libro de texto a las TICs), la evaluación. En este blog, son más de doscientas las entradas categorizadas con este tag.
En esta entrada, me referiré a tres aspectos:
1)      El profesorado como piedra angular del sistema educativa
2)      La exigencia de un cambio en su rol principal: de enseñante a catalizador del aprendizaje.
3)      Los amores y los divorcios entre la formación inicial y permanente del profesorado.
1)
Se decía en la revolución escolar de la II República española que el magisterio eran los sacerdotes de la nueva reforma.
“Allí donde se encuentra un educador, se encuentra un revolucionario también […] Urge crear escuelas, pero urge más crear Maestros. El Maestro ha de ser el artífice de esta nueva Escuela, capacitar al Maestro para convertirlo en sacerdote de esta función”[2]
Igualmente, en el documento para el debate de la LOE se refería a “El imprescindible papel de protagonista del profesorado”
Recientemente, el cacareado informe P.I.S.A. apuntaba al profesorado como elemento clave para la calidad de la enseñanza.
Por tanto, siempre y en toda circunstancia de cambio y de reforma, los técnicos han sido conscientes que la introducción de tecnologías, de metodologías, de nuevos principios pedagógicas no es posible sin la colaboración máxima de quien debe implementarlo: el profesorado.
2)
Los sistemas educativos están para dar respuesta a las demandas del sistema social en el que se incardina. Pues bien, no deberé emplear muchos argumentos para constatar que el sistema educativo del s.XIX, el de la sociedad de la revolución industrial, no puede ser el mismo que el sistema educativo del S.XXI, el de la sociedad del conocimiento y de la invasión de las  tecnologías de la información y la comunicación.
Por eso, la formación que deben recibir, no sólo se trata, por tanto, de informarles acerca de nuevos conocimientos sino que debe debatirse para adquirir una actitud abierta ante nuevas posibilidades que pueden resultar chocantes y que pueden percibir como contrarias a su metodología. El cambio de mentalidad de los protagonistas es uno de los mayores handicaps que se encuentra cualquier propuesta de innovación educativa.
El profesor en Finlandia:
  • Ser profesor de escuela es una de las profesiones de mayor prestigio en Finlandia.
  • Para ser profesor hace falta estudiar una carrera de 3 años más 2 años de máster.
  • Sólo un 10% de los aspirantes consigue entrar en la carrera.
  • Para estudiar Magisterio hace falta más de un 9/10 en bachillerato y reválida.
  • Se requiere además una gran dosis de sensibilidad social.
  • La gente pide consejo al profesor sobre todo tipo de asuntos debido a su alta preparación.
Ser profesor no es sólo saber la asignatura.
En las aulas, les esperan ”alumnos desmotivados” a los que no sirve mostrarles todo lo que sabemos de historia, de física, de ciencias naturales; sino que hay que vendérselo, hacerlo atractivo aquello que se considera que es fundamental para su formación.
Pero, ¿qué es lo fundamental?
El mundo está cambiando, el perfil del profesorado está cambiando. Y se le pide mucho como profesional y como persona. En los Centros donde acudan a realizar sus prácticas, encontrarán “profesores con el síndrome del Bournut”: traten de comprenderles y aprender cómo superarlo.
En el momento actual, los sistemas educativos, desde la educación infantil a la universidad, han apostado por el paradigma del aprendizaje frente al paradigma de enseñanza. En dicho paradigma, la preponderancia de los contenidos deja paso a las actividades de aprendizaje, los objetivos a los resultados de aprendizaje. Ya no se finaliza nunca el proceso de aprendizaje porque se necesita el aprendizaje permanente, el lifelong learning; por eso, se precisa que la formación básica proporcione la competencia de “aprender a aprender”.
¿Qué contenidos debe manejar un docente del siglo XXI?,
El perfil de profesor que necesita nuestro país no difiere del que necesita los de nuestro entorno y que ya fue definido por la Unión Europea:
   Documento de los Consejos escolares.
  • Guiar a los alumnos en la búsqueda de información.
  • Proporcionar las conexiones con la realidad de los aprendizajes, de los contenidos.
  • Potenciar que los alumnos sean activos en su proceso de aprendizaje.
  • Potenciar el trabajo grupal, cooperativo, colaborativo.
  • Monitorizar el aprendizaje (seguimiento y feed-back)
  • Facilitar al estudiante la difusión de su trabajo.
En la elaboración de la Ley de Educación de Personas Adultas en la Comunidad Autónoma de Aragón, un experimentado director señalaba estas características:
  • Reflexión sobre la práctica
  • Adaptación a los cambios
  • Tolerancia a la incertidumbre
  • Iniciativa, toma de decisiones.
  • Compromiso ético profesional.

Muchas son las listas de las características que debe tener un profesor, pero me gusta una que leí recientemente a Josep Manel Marrasé (La alegría de educar) que responde a la pregunta: “¿Qué se espera del profesor?”: pasión, autenticidad, coherencia, curiosidad, optimismo, equilibrio, ética “…son necesarias para que nuestros alumnos se interesen por el conocimiento y lo vivan como una emoción, para que nosotros disfrutemos en el aula, para que este territorio mágico se convierta en un espacio de mejora para todos”. (p.139)
El profesorado, el magisterio que realizó su formación básica y su formación inicial en un paradigma de enseñanza, se encuentra desbordado porque solemos enseñar como vimos a nuestros maestros. Por tanto, se precisa de hacer una campaña de ayuda para que el profesorado, a quienes confiamos la educación de las nuevas generaciones, pueda adaptar su metodología a las necesidades del siglo XXI:
3)
Finalmente, la imperativa necesidad de coordinar la formación inicial con la formación permanente. Proponemos una reforma de las enseñanzas no universitarias y olvidamos que se ha cedido a las universidades  la formación inicial del profesorado. Iniciamos la reforma de los planes de estudio universitario y ni le preguntamos a la Administración educativa cuáles son sus intenciones con respecto al Currículum. La simultaneidad de los procesos de reforma de la formación inicial conjuntamente con la formación permanente es una característica que parece superflua. Desde la llegada de la democracia, las reformas de los niveles no universitarios van por un lado y las reformas del nivel universitario van por otro. En ocasiones, esta situación puede constatarse en la existencia de dos ministerios distintos: uno para educación y otro para universidades y tecnología. Por eso, los planes de estudio que atienden la formación inicial del profesorado no están coordinados con los objetivos de los programas de formación permanente.
La universidad vive de espaldas a los niveles educativos no universitarios y no asume plenamente que le asignaron la formación del profesorado de todos los niveles educativos hace cuarenta años. La implantación del “plan Bolonia” ha aportado un cierto interés por cuestiones docentes como son los resultados de aprendizaje, la metodología o la evaluación.
En la otra parte “contratante”, los ministerios de educación asumen la obligación de la formación permanente de su personal, pero no consideran que deberían consensuar, dialogar con la Universidad para que la formación inicial no fuera obsoleta o contradictoria con las necesidades del sistema escolar.
Las estrategias para alcanzar esta coordinación son factibles y detectadas pero falta la voluntad política y administrativa para ponerla en marcha. A través de profesorado asociado, a través de las prácticas, a través de la organización de jornadas conjuntas de “buenas prácticas” docentes, etc. sería factible aproximar a ambos colectivos de profesorado: el universitario y el no universitario ya que en la actualidad el clima es de desconfianza por desconocimiento.
En resumen, si deseamos un sistema educativo de calidad es preciso reclutar para el profesorado a los mejores y mantenerlos permanentemente actualizados tanto en los aspectos de conocimiento de su disciplina como en lo que respecta a los saberes profesionales relacionados con la metodología y la didáctica, sin olvidar cuestiones culturales y de actualidad social y política. Esta formación permanente deberá estar coordinada con la formación inicial para no tener que malgastar esfuerzos en el futuro.

Por supuesto, que esta alta exigencia precisa de un reconocimiento social y político como ocurre en los países escandinavos. Ese es el camino, sólo se precisa la convergencia europea efectiva.