viernes, 10 de agosto de 2018

Volviendo a la metropoli

Vuelta del Gales a Londres. Del ambiente rural al mundo cosmopolita. De la calma a la agitación. De la soledad solitaria a la soledad masificada.
Primera etapa: conduzco con lluvia hasta Cardiff y de la agencia de alquiler me desplazo a la estación de ferrocarril. Podría haber vuelto directamente a Londres, pero el billete de ida y vuelta me va a permitir acercarme al Museo AshMolean en Oxford. Estoy duditativo si me permitirán entrar con mi maleta troley pero, aunque las guías señalan que Oxford no es una ciudad donde se pueda consignar el equipaje, existe un servicio de consigna dentro del propio museo por una sola libra.


Igualmente, las guías recomiendan una visita a la cafetería, pero las vistas no son todo lo excepcionales que se dice vamos a encontrar. Allí, un/una incivilizada ha dejado una tarrina de mermelada abierta a la que se meten las abejas, en lugar de ir a las flores que nos rodean. Es la huella anti-ecológica del turismo.
En el museo, me detengo especialmente en los impresionistas: Pisarro y su puntinismo, Renoir, Van Gogh, Manet. Desde luego que tampoco desdeño un Picasso, Matisse o Kandisky.

Me da un pequeño escalofrío con las momias. Son bellas pero me pongo a pensar que allí todavía hay un cuerpo humano, mejor dicho, un cadáver, en algún caso de niños.
De Oxford a Londres, un viernes por la tarde permite ver la salida de los londinenses de su ciudad. ¡Cuánto coche!











Llego a Colindale, donde mi amigo David me lleva a conocer el barrio y sus gentes. He llegado a la metropoli, pero cenar en un barrio de la perifería suaviza el contraste con la tranquilidad de los pueblos del sur de Gales.

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