viernes, 20 de abril de 2018

Las bondades del franquismo

TORRES, Maruja (2002) (1ª edición 1999) : Mujer en guerra. Más masters da la vida. Barcelona. Ediciones RBA Colecciones.


Las bondades del franquismo. (El título es mío)
“Es mentira que, entonces, todos tuvieran un puesto y que el régimen asegurara los derechos de los trabajadores: es una mentira retrospectiva que nos han contado los herederos de aquel tiempo cuando les ha convenido reinventar el pasado a su medida. Había trabajo, sí, pagado con salarios de hambre; y había un sindicato único lleno de sátrapas como si tuvieras la peste. Ni siquiera hacia falta que nadie nos amenazara. Yo nací acojonada, mamé el acojone de los míos, todos en mi entorno estaban acojonados, crecí acojonada; y tardé mucho en levantar cabeza para hacer otra cosa que no fuera sobrevivir. No estudié en la Universidad, y carecí por tanto de compañeros políticamente activos. En los lugares en donde estuve, los amos hacían lo que querían. La guerra civil había dejado detrás muchas variantes de derrotados, y a mi me toco el modelo lo que importa es que haya paz, que implicaba no discutir nada y echarse sobre los hombros tanto esfuerzo como fuera necesario para no defraudar a quienes habían ganado la guerra y se habían adueñado del país a cambio de garantizar que no volverían a permitir que nos matáramos entre nosotros. Y la mayoría prefería la injusticia al desorden”. (P.58)


miércoles, 18 de abril de 2018

Caída del muro y ascensión del capitalismo consumista

TORRES, Maruja (2002) (1ª edición 1999) : Mujer en guerra. Más masters da la vida. Barcelona. Ediciones RBA Colecciones.
El título de este recorte es mío pero el texto es de Maruja Torres.

Caída del muro y ascensión del capitalismo consumista:
“Caído el muro y consagrado el capitalismo con su canto a la codicia colectiva y la indiferencia individual, restablecida la democracia en forma de libre mercado en los países que habían atravesado crueles dictaduras y santificada la tarjeta de crédito como único hedonismo no pecaminoso de nuestra era, los medios de comunicación descubrieron que sólo podían crecer halagando a un público cuyo tiempo libre iba a ser tanto más suyo (de los medios) cuanto menos espacio dedicaran ellos mismos a la reflexión, y más se entregaran a los acrisolados métodos de atontamiento puestos ya en práctica, con éxito, por la televisión. Así surgieron, por un lado, los suplementos semanales dedicados a gastronomía, decoración de interiores, elección de segunda vivienda, restauración, jardinería, bricolaje, guía de espectáculos, turismo y otros medios por los que el periodismo se ha extendido, si bien no se ha hecho más profundo ( y con los consiguientes beneficios aportados por la publicidad emergente: desde aquella que anuncia maceteros para el adosado hasta la que induce a que cambiemos la bañera por un jacuzzi; desde las ofertas de viajes exóticos o de vacaciones en cruceros hasta las posibilidades de cambiar de rasgos o aumentar de busto; de las sugerencias para mandar a los niños a aprender inglés al extranjero a las presiones para adelgazar).(p.78)

domingo, 15 de abril de 2018

Un fin de semana en Gurs: inolvidable para la memoria.

Había prometido a Fernando que le acompañaría a la presentación del documental “Gurs, historia y memoria”, en Oloron-Saint Marie a 15 kms. del campo de concentración, “internamiento” dicen los franceses,  que estuvo abierto desde abril de 1936 hasta 1945.
Anabel Beltrán y Fernando Yarza lo han producido lanzándose a una aventura económica como cuando te decides a comprar un piso y firmas una hipoteca de una cifra incomprensible y llena de incertidumbre de cómo la vas a pagar. El documental está dirigido por Veronica Saenz, joven directora con una trayectoria exitosa en diferentes puestos de lo audiovisual.

La sorpresa fue que el acompañamiento iba a ser durante todo el viaje con los productores y la directora. ¡Qué lujo! ¡Y qué viaje! Porque el cierre del Monrepós, que significaba una vía más o menos rápida hasta Olorón, desvió nuestro camino hacia el puerto de Santa Bárbara.

Y allí, comenzaron las coincidencias con la memoria y con la historia. Yo no pasaba por aquella carretera desde hacía 36 años cuando tuve un accidente. Pero también Anabel tenía varios recuerdos de sus infancia en los entornos de Murillo de Gállego, incluso uno más cercano porque las cenizas de su padre están esparcidas en la zona. (Por cierto, acabo de verificar que la fiesta de Santa Bárbara es el 4 de diciembre, fecha en la que falleció mi padre).



A pesar de que el conductor y productor Fernando pretendía hacernos el viaje de un tirón, el resto de viajeros insistimos en convertir el viaje en una road-movie y paramos en Ayerbe a comprar tortas de anís, ¡qué buenas! Y nueva etapa para comerlas en ese lugar de la historia de Anabel junto al río Gállego donde se estaban lanzando al río para hacer rafting. Dos personas no encajaban en el grupo: uno con una libreta y otro con una cámara fotográfica: periodistas que estaban por conocer a los afectados por el corte de Monrepós. La entrevista a Fernando explicando los motivos de nuestro viaje pudo leerse en el Heraldo de Aragón del domingo día 15, pg.9.


La visita al campo de Gurs fue la antesala de los actos conmemorativos del 14 de abril y del visionado del documental. El campo de internamiento como lo han denominado los franceses está oculto en parte por el bosque plantado al ser desmontado en 1945 pero esto es insuficiente para impedir que los sentimientos afloren, para que las lagrimas y la tristeza por la irracionalidad humana vengan a mi pensamiento. Apenas habían pasado ocho horas desde que el ejercito de U.S.A., de Francia y de Gran Bretaña habían bombardeado las tierras sirias.

El día soleado me dificultaba ponerme en el lugar de las personas allí internadas hacia 79 años, aunque la tierra húmeda y oscura de las últimas lluvias, casi embarrada, me hacían suponer que no resultaría muy cómodo ni muy digno el lugar para seres humanos que habían escapado de la persecución política, de la irracionalidad de la guerra de España.

Pero las emociones de ese día 14 de abril de 2018 estaban por venir: el acto de homenaje a la república con texto de una joven de 17 años, el discurso del Presidente de la Asociación Tierras de Memoria y de Luchas, el canto del Himno de Riego por una coral y el ramo de flores que Verónica Saenz depositó emocionada por los recuerdos familiares que vinieron a su mente.

Nos acompaño Marivi Broto, consejera de Ciudadanía y Derechos Sociales. Para mi significaba una nueva coincidencia con el origen de otra exposición: la de Maestras. Fue la consejera Broto, de Educación entonces, la que me hizo el órdago de organizar esa exposición que viajo hasta Olorón hacía seis años. Ahora, otro acto de la Asociación nos volvía a reunir.

Finalmente, a las 8:30 de la tarde de aquel día tan intenso, comenzó la proyección de “Gurs, historia y memoria”.  Los historiadores señalan la necesidad de la intersección y el contraste de las memorias con los hechos objetivos que encuentran en la documentación; pero alguien como yo partidario del interaccionismo simbólico, me importan mas las memorias personales, las que hablan de amor, de sufrimientos, de ansiedad, de miedos.

El documental tiene emoción, tiene sentimiento, tiene rigor histórico porque cuenta con testimonios directos de Emile Valles, Raymond Villalba, Dorita Biec, Luis Ortíz, Rosarito Clemente y Esperanza Martinez;  así como de la aportación de los historiadores Julián Casanova y de Claude Laharie y Josu Chueca. Las voces de Luisa Gavasa y Maria José Moreno. Los dibujos de Paco Roca. La música de Pablo Contreras.  Y los técnicos, Santos López y Raquel Durán.
Técnicamente, el documental es una maravilla porque se han juntado los mejores: ilustrador , animación, montaje, música. Y todo ello coordinado por una directora que sólo necesita confianza y dinero para trasformar sus ideas en relatos llenos de memorias y de historia.

La producción cuenta con el entusiasmo de Anabel, la “insistencia” de Fernando y la sensibilidad de Veronica. Verónica se hace llamar Vero, que en italiano es verdadero, auténtico. Su relato es auténtico y determinado en el mensaje que quiere trasmitir: “Olvidaron que los muertos tienen vivos y los vivos memoria” (como dijo uno de los asistentes a un foro), que no se olvide las vivencias de los españoles del siglo XX, pero tampoco de las más cercanas en el tiempo: la de los refugiados sirios que escapan de la guerra. ¿Acaso hay tantas diferencias?

Al finalizar la proyección, el público permanece callado porque se necesita tiempo para asumir las emociones que el documental nos ha hecho aflorar, pero luego el entusiasmo de los primeros comentarios de Fernando llevan a un crescendo de levantar de manos para participar que sólo se rebaja por la hora de cierre del local. Nadie quiere marchar. Yo tampoco quiero olvidar este fin de semana lleno de memoria y de recuerdos, para reaccionar ante un presente que contemplamos anestesiados.