lunes, 13 de agosto de 2018

Solo en London


Hoy es un día especial por un aniversario personal y porque es mi primer día solo en Londres. Me he venido al TATE, el museo de arte moderno de Londres porque está lluvioso y porque me han aconsejado subir a la décima planta donde se tienen vistas del skyline de London. El edificio, como no puede ser de otra forma en un museo de arte moderno, es tan interesante o más, según mi opinión, que el contenido que alberga.

Como siempre algunas consideraciones vienen a mi mente:
a) Los turistas acudimos a visitar ciertos lugares como en otros tiempos lo fueron los lugares de peregrinación. Determinados edificios, determinadas localizaciones se convierten en el nuevo culto de la sociedad del ocio.
b) ¿Quién determina lo que es arte? Las manifestaciones de arte moderno parecen una broma de unas personas muy listas, muy atrevidas, muy cachondas. Y, sobre todo, no tienen ningún temor a que les descubran su “tontería” porque algún merchante ( tan listo, tan atrevido, tan cachondo, y rico) ha determinado que se puede hacer negocio con el mismo.

El museo de arte moderno pierde en popularidad frente al London Eye y demás atracciones ubicadas frente al Big Ben. Junto a la abadía y demás iglesias de Winmister mucha más gente hace filas para entrar.


Había decidido hacer un tour a Stonhenge y Bath y quería asegurarme que podré estar a tiempo en la mañana porque se trata de una excursión que sale muy temprano. Para lo cual me dirijo a Victoria Station Coach. La estación de autobuses está a media milla del metro y se encuentra tan abarrotada de público que disipa todas las ganas que tenía de viajar. Me recuerda a la antigua estación de Agreda Automovil del Paseo María Agustin de Zaragoza.




Paseando he perdido la noción del tiempo pero mis piernas me piden parar a tomar una cerveza  Ale en el pub The Brougham donde todo resulta placentero: música suave, pocos clientes, y una atmósfera que inv
ita a pensar, a soñar, a dejarse llevar.

Cuando vuelvo a las calles son un poco más de las cinco de la tarde. A esa hora, la ciudad tiene dos tipos de personas: las que corren y las que pasean. Las que corren, los londinenses, que vuelven a sus casas después de una jornada de trabajo y las que pasean, principalmente los turistas, que aprovechan las horas de luz que quedan.

He quedado a cenar en Camden Town, donde llego a la recogida del bullicio del día. Ahora todo resulta menos colorido y con el silencio de la llegada de la noche. Los numerosos homeless que pululan por este barrio, se disponen a recogerse en su sitio favorito donde se pertrechan de cartones y otra ropa de abrigo. Es en las grandes ciudades y en las turísticas donde se aprecia el gap existente en la sociedad actual.

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