La visita a Alemania en los últimos días del mes de Noviembre incluye la visita a los mercadillos navideños. Debo reconocer que mi expectativa debía ser demasiado alta porque resultó defraudada.
Es verdad, que su colorido, la iluminación en las horas nocturnas son atractivas para quienes hemos sufrido calores primaverales en el mes de octubre pero la oferta de productos no deja de ser una muestra más de una sociedad de consumo que derrocha aunque los tambores de crisis económica y ambiental inunden los telediarios.
¿Qué ofrece? Puestos de consumo de vino caliente, de salchichas, de pretzel dulces y salados, bollería, así como de frutos secos garrapiñados y otras chucherías para gozo de los niños. Algunos puestos, menos de los que yo esperaban, ofrecen decoración navideña y prendas de abrigo: gorros y guantes.
En cualquier caso, me parecieron poco originales; aunque mi decepción aumento cuando al llegar a Zaragoza, el mercadillo navideño ofrecía los mismos productos: incluido el vino caliente y los churros que, sorprendentemente, también estaban en los mercadillos alemanes visitados: Berlín, Hannover, Bremen y. Hildeshein.
Una diferencia también sorprendente, en los alemanes no sirven cerveza de barril y en España, sí.