Finalmente voy a visitar Bath pero voy en tren y a mi manera, lo que me permite viajar un poco más tarde.
De este modo, experimento el metro en las horas en las que van los trabajadores. El tren es el primero de la tarifa económica ( a partir de las 10 de la mañana) por lo que también va completo, lo que no resulta todo lo cómodo que desearía.
Bath es una ciudad famosa por las termas romanas que ahora son explotadas para enseñarla al público. Por otra parte, es una ciudad señorial que conserva sus edificios victorianos con su sección para los señores y su cubículo para los empleados.
Me paseo ampliamente por la ciudad ya que tiene muchos rincones fotogénicos: puertas, fachadas, cúpulas, chimeneas, jardines, árboles, flores, mercados, río Avon, puentes,...
A la tarde, no existe fila para entrar a las Termas y hago una inmersión en la historia de Acqua Sulis. La ayuda de la audioguía hace muy interesante los objetos expuestos y las recreaciones fílmicas de la vida en Roma ayudan a entender cómo fue aquella época.
De vuelta a casa, desde el tren contemplo la campiña en los entornos de Londres. Es sorprendente que a unos 50 kms de Londres se pueda encontrar campos de cereal ya recolectado, conviviendo con zonas boscosas.
Mi tren, voy a pensar que soy gafe, llego con doce minutos de retraso a la estación de Paddington.
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