viernes, 23 de febrero de 2018

El 23-F de 1981

¿Dónde estabas el 23 de febrero de 1981? Hace ya treinta y siete años.
Era un joven profesor, casi más joven que los estudiantes que llegan ahora a la Facultad de Educación. Recuerdo que estaba en la cuarta planta del edificio dando clase a un grupo numeroso de maestras, había algún chico, de educación infantil. La asignatura era Tecnología de la Educación. Explicaba el tema de la imagen y las distintas angulaciones que se pueden encontrar. Ponía como ejemplo de contrapicado que los dictadores se hacían construir una estatua sobre un caballo y todo ello sobre un pedestal, de este modo el peatón, el espectador tenía que verlo con el cuello torcido dando la sensación de más alto, más grande, más poderoso.
Asimismo, y relacionado con la necesidad de eliminar barreras arquitectónicas, señalaba a los estudiantes como las dictaduras eran muy aficionadas a las grandes escalinatas ante los edificios.

Cuando acabé la lección. Baje a mi despacho que se encontraba en la tercera planta. A la entrada de ésta se encontraba "la pecera", espacio acristalado donde se ubicaban los bedeles, Vicenta, una bedela ya jubilada pero que seguía acudiendo al centro, me dijo: " La Guardia Civil ha asaltado el Congreso de los Diputados". Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Otra vez como en el 36, pensé. Pensé en lo que acaba de explicar, que quizás por ello podría ser represaliado como me había contado mi padre de la Guerra Civil española y como yo había leído en los libros en los que se señalaba la represión que sufrieron las maestras y los maestros. Pensé en mi hijo que acababa de cumplir un año. Y me fui corriendo a casa para intentar protegerlo y para intentar protegernos de una situación a la que parecía que los españoles estábamos condenados.

En la actualidad, cuando todavía siguen los muertos en las cunetas, cuando la legalidad o quienes la aplican le dan "caña" a los que cambian la cara de Cristo mientras que "aplauden" si el que la cambia es un periodista de una cadena de radio un tanto conservadora; no oigo tambores de guerra civil pero el mundo cada vez se parece más a lo dibujado, no sé si vaticinado conscientemente, por las llamadas peliculas de ficción o futuristas. Una breve enumeración de hechos que veo cada día en Facebook:
- violencia de menores a iguales, mayores, familiares, de una brutalidad propia de una película de terror.
- testimonios de personas que son desahuciadas injustamente aunque legalmente
- personas que ayudan a los que huyen del hambre y de la guerra (llámenles como les venga en gana) que son acusadas como delicuentes.
- delincuentes que obtienen el voto popular
- políticos acusados de corrupción que miran para otro lado, o será la culpa de otro, o será que pasó mucho tiempo y el delito está prescrito.
- Y cómo ya me canso, y este blog siempre fue interactivo, espero vuestros añadidos. (Si tardan a subir, no desesperéis porque los controlo para no tener spam, publicidad y porque este blog es mío)



martes, 20 de febrero de 2018

Homenaje a las Universidades Laborales, extinguidas en 1978




Un artículo de Toni Silva, en la Nueva España. Fue compañero en la Universidad Laboral de Córdoba.
"Permítanme  escribir  hoy  de  las  Universidades  Laborales  (UULL),  esa  gran  institución  educativa que  existió entre  1955 y  1978.  Yo, igual  que  otros  142.050  españoles  de  la  clase  obrera,  pude  estudiar gracias  a  ella,  sin  duda  la  más  positiva  de  las  creaciones  del  franquismo, juntamente  con  la  Seguridad Social.  Por  cierto,  ambas  iniciativas  estuvieron  ligadas  al  palentino  José  Antonio  Girón  de  Velasco, Ministro de  Trabajo  desde  1941  hasta  1957, cuando  el  régimen  empezó a  maniobrar para  salir  de  las aguas  de  la  autarquía  y  se  arrimó a  EEUU, que  nos  necesitaba  para  la  guerra  fría.  Los  tecnócratas  se impusieron  al  falangismo  dentro  del  gobierno  de  Franco  y  neutralizaron  a  Girón,  acusándolo  de despilfarro  en  las  UULL, especialmente  en  la  de  Gijón, buque  insignia  de  todas  ellas.

 Ahora  se  cumplen  50  años  de  mi  ingreso  en  la  Universidad  Laboral  “Crucero  Baleares”  de  La Coruña  (de  arquitectura  espartana  y  racionalista,  nada  que  ver  con  la  monumental  de  Gijón)  con  11 años  para  empezar  el  Bachillerato,  dejando  atrás  mi  escuela  de  Torre,  mi  familia  y  mis  amigos. Naturalmente,  hubo  en  ello  un  algo  de  desgarro  (sobre  todo  par a  mis  padres,  siendo  yo  hijo  único), pero  me  adapté  como  pude  al  régimen  de  internado,  pues  me  habían  repetido  tantas  veces  que  tenía que  aprovechar  aquella  oportunidad  que  me  aferré  a  ella  como  náufrago  un  madero.  Y  aferrado conseguí  acabar  la  carrera, conservando  hasta  el  final  la  beca  de  las  Mutualidades  Laborales, que  era un  montepío un  seguro  pagado  por  los  obreros  españoles al  que  Girón  de  Velasco  endosó  el  coste de  la  construcción  de  las  UULL  y  de  las  becas  de  los  estudiantes.  Como  mi  padre  trabajaba  en  el lavadero  de  Torre,  su  Mutualidad  era  la  de  Extractivas, y  esa  fue  la  que  pagó mi  beca.  Gratitud eterna debo.  Se  dice  que  en  los  años  60  cada  alumno  costaba  32.500  ptas.,  que  en  los  años  70  pasaron  a 100.000 para  la  “beca  salario”  de  la  carrera.

Las  Mutualidades  se  dieron  por  extinguidas  (junto  con  las  propias  UULL  y  varios  organismos  más, como el  INP  o  el  PPO)  en  1978,  por  un  decreto  del  gobierno  de  Adolfo  Suárez.  La  nueva  democracia española  no  supo  (ni  intentó)  encajar  aquellos  formidables  centros,  dependientes  del  Ministerio  de Trabajo,  en  el  sistema  del  Ministerio  de  Educación  y  Ciencia,  e  hizo  lo  más  fácil:  cerrarlas,  quitárselas de  encima  y  transferirlas  a  las  comunidades  autónomas, que   por entonces  se  estaban  inventando  a  sí mismas  y  no tenían  tiempo,  ganas  ni  capacidad  para  darles  un  sitio  y  un  contenido.  Cada  uno  de  los centros  pasó  por  su  propio  calvario  (algunos  incluso  criando  maleza)  y  en  la  actualidad  unos  son institutos  y  otros  centros  universitarios.  El  de  Gijón,  orgullo ayer de la  clase  obrera, purgó su pecado original  franquista  durante  años  hasta  que  el  gobierno  de    Álvarez  Areces  se  gastó  una  millonada  para crear  allí  un  fistro  llamado  “Laboral  Ciudad  de  la  Cultura”,  una  cosa  tan  inútil,  deficitaria  y  absurda como  el  Centro Niemeyer.

La  idea  embrionaria  de  las  UULL  surgió en  1948,  en  reuniones  de  Girón  con  antiguos  alumnos  de la  Escuela  de  Capacitación  Social  de  Trabajadores,  creada  en  Madrid  en  1942  y  dependiente  del Ministerio  de  Trabajo,  y  creció  tomando  como  guía  la  Universidad  del  Trabajo  Paul  Pastur,  fundada en  Charleroi,  Bélgica,  en  1903,  bajo  postulados  socialistas.  Aún  existe,  para  ejemplo  y  oprobio  del estado  español,  que  devora  a  sus  hijos  como  el  Saturno  goyesco. El  anuncio  público  lo hizo  Girón  en Sevilla  el  2 6  de  noviembre  de  1950,  en  una  arenga  inequívocamente  falangista  a  los  mandos  de  las Mutualidades  y  Montepíos  Laborales:  “Con  el  dinero  de  los  Montepíos,  camaradas  (…),  vamos  a rescatar  al  proletariado  de  la  esclavitud.  Sois  los  primeros  españoles  a  quiene s  confío  este  plan  de Franco,  porque  sois  vosotros,  los  rectores  de  los  Montepíos,  quienes  tenéis  que  realizarlo  (…).  Vamos a  crear  gigantescas  Universidades  Laborales  (…)  donde  se  formen,  además  de  obreros  técnicamente mejores,  hombres  de  arriba  a  bajo,  capacitados  para  todas  las  contiendas  de  la  inteligencia,  entrenados para  todas  las  batallas  del  espíritu,  de  la  política,  del  arte,  del  mando  y  del  Poder  (…)  Atención, camaradas.  Vigilancia  y  decisión.  Tratarán  de  decirnos  que  estamos  locos”.  El  aviso  fina l  no  va dirigido  a  la  oposición  de  izquierdas,  inexistente  entonces,  sino  a  los  enemigos  de  la  revolución falangista  dentro  del  régimen,  que  eran  también  los  enemigos  que  ya  tenían  las  UULL  antes  de  nacer. Antes  de  que  cesaran  a  Girón,  tuvo  tiempo  de  inaugurar  las  UULL  de  Gijón,  Sevilla,  Córdoba  y Tarragona, además  de  impulsar  la  de  Zamora.  En  1978 se  inauguró  la  última,  la  de  Vigo.

La  idea  de  Girón  para  las  UULL,  y  de  su  ilustre  e  ilustrado  Subsecretario,  el  zamorano  Carlos Pinilla  Turiño,  era  superar a  los  Institutos  Laborales  con  una  amalgama  de  escuela  técnica  socialista (como  la  belga  de  Paul  Pastur), de  elementos  pedagógicos  krausistas  liberales  (educación  integral  de la persona, cosa  que  se  hizo  muy  bien)  y  de  democracia  orgánica  vertical,  jerárqu ica  y  fascista.  Todo ello  iba  junto y  bastante  revuelto  en  el  paquete,  y  supongo  que  también  dentro  de  la  cabeza  de  Girón. Lo que  se  pretendía  era,  en  terminología  gironiana,  aplicar  desde  el  gobierno  la  revolución  falangista: emancipar  al  obrero  a  través de  la  cultura  para  que,  por  una  parte,  España  consiguiera  una  producción aceptable  dentro  de  la  feroz  autarquía  de  la  época, y, por  otra,  crear  una  nueva  clase  social  de  técnicos (o  “cuadros  intermedios”)  que  fueran  capaces  de  dirigir  fábricas,  empresas,  e l  sindicato, corporaciones  y  poco  más,  dejando  las  altas  esferas  del  poder  para  los  elegidos  por  el  dedo  de  Franco. Tan  cándido  planteamiento  no  podía  salir  bien  y  no  salió,  ya  que,  aparte  de  la  caída  en  desgracia  del propio  Girón,  los  alumnos  de  las  UULL, y  especialmente  a  partir de  1964, no  se  creyeron  la  milonga de  ser  los  elegidos  para  pastorear  la  España  obrera  del  franquismo,  sino  que  cada  uno  luchó luchamos-- para  conservar  la  beca  y  buscarse  la  vida.  Lo  que  sí  salió  bien  fue  la  excelente  educación r ecibida  en  las  UULL  tanto  a  nivel  académico  (se  estudiaba  en  serio  para  no  perder  la  beca)  como humano,  con  actividades  diarias  de  todo  tipo  y  una  riquísima  convivencia  entre  muchachos  de  toda España.  En  mi  clase  había  incluso  uno  de  La  Gomera,  lo  más  recó ndito  del  país,  aunque  el  primero que  conocí  nada  más  llegar  era  de  Posada  de  Llanes,  Juan  Carlos  Villaverde  Amieva,  más  tarde compañero  también  en  la  UL  de  Córdoba  y  en  la  Facultad  de  Filología  de  Oviedo,  y  siempre  amigo fraternal.  También  había  en  la  UL de  La  Coruña  en  1967  uno  de  Berbes,  Jorge  Luis  Pando,  otro  de Posada, Evaristo  Llaca,  dos  de  Infiesto  y  varios  asturianos  más. La  inmensa  mayoría  procedíamos  de familias  obreras  y  de  pueblos,  no  de  ciudades,  lo  cual  afirma  la  idea  fundacional  de  dar  acceso a  la educación  a  los  más  desfavorecidos  de  la  nación.

En  la  foto  que  acompaña  al  artículo,  de  1º  de  Bachillerato,  salimos  los  tres  con  la  ropa  que  nos daban,  incluida  en  la  beca.  Camisas,  pantalones, jersey, cazadora,  zapatos,  botas,  ropa  de  deporte, albornoz... y  dos  monos  de  trabajo  (como  el  que  lleva  Villaverde  en  la  foto),  que  se  usaban  solamente para  dos  horas  semanales  de  trabajos  manuales.  Tan  surrealista  dispendio  era  producto  de  que  en principio  las  UULL  estaban  enfocadas  solamente  a  enseñanza s  técnicas  y  oficios,  con  muchas  horas de taller.  Nuestra  quinta  fue  de  las  primeras  en cursar  Bachillerato General  (y  no  Bachillerato  Laboral), pero  el  aparato  gestor  no  se  había  actualizado  y  nos  seguían  dando  los  dos  monos  de  taller.  El  otro chico  de  la foto  se  apellidaba  Roces  Tamargo  y  era  de  La  Felguera;  llegó  con  su  madre,  recién enviudada  de  un  minero,  y  al  verme  asturiano  y  grandón  me  rogó,  llorando,  que  cuidara  de  su  hijo. Me impactó. El  chico  no  se  adaptó al  régimen  de  internado  y  acabó abandonan do  la  Uni.  Yo  no  pude hacer  mucho  más  que  cuidar  de  mí  mismo,  que  les  aseguro  no era  poco  en aquella  situación  tan  nueva para  todos  nosotros, tan  niños  y  tan  lejos  de  casa.
TONI SILVA


domingo, 18 de febrero de 2018

Privatizando la Universidad Pública

Recibo este escrito de CUPUMA (Coordinadora de Universidades Públicas de Madrid) pero de interesante lectura para todos los universitarios:

Estimados compañeros/as, os enviamos el siguiente comunicado de CUPUMA:

EL ÚLTIMO EMPUJÓN PARA IMPONER LA UNIVERSIDAD GERENCIAL
La ofensiva para imponer a cualquier precio, una Universidad gerencial, un tipo de Universidad Pública concebida prioritariamente como empresa, continúa incorporando efectivos. 
La ofensiva liderada por la CAM cuenta con el apoyo del Gobierno Central, de determinadas comunidades autónomas,-sin olvidar el inestimable concurso de algunos partidos políticos y gran parte de los Rectores , para conseguir su objetivo, sin importar los daños colaterales – ni por supuesto, los directos- que semejante proceder puede conllevar.

Hace escasos días, el secretario general de Inditex, Antonio Abril, en su presentación oficial como nuevo presidente de la Conferencia de Consejos Sociales (CCS), reclamó “abrir un proceso de modificación de la Ley de Universidades para adaptarla a las necesidades de la realidad actual.”

Según afirma su propia página web, la finalidad fundamental de la Conferencia de Consejos Sociales es “unir fuerzas para impulsar políticas que refuercen el papel social de las Universidades Públicas Españolas.”

Abril, -que sucede en el cargo al ex presidente de Endesa y también diputado del Congreso por el Partido Popular Manuel Pizarro- es, casualmente, también patrono de la fundación del Banco de Santander (CYD),cuyo papel en este asunto, responde claramente a la defensa de sus intereses corporativos.

El mayor problema, para Abril, estriba en que la legislación vigente asocia la autonomía universitaria al autogobierno, lo que le parece inaceptable, y asegura que la autonomía debe suponer libertad de cátedra y de investigación, pero a su juicio, “resulta imprescindible incrementar el protagonismo de la sociedad en la gestión de las universidades". 

Añade que los campus no deberían estar al “capricho” de sus profesores, y empleados, sino al servicio del contribuyente.

¿Y cómo pretende conseguirlo?. Abril afirma estar convencido de que un aumento de la financiación -absolutamente decisivo hasta para el mas ciego- no serviría de nada si no se reforman previamente las estructuras académicas actuales. Y eso se conseguirá "reforzando el carácter ejecutivo de los órganos unipersonales" (que los rectores, decanos... puedan tomar decisiones sin tener que someterse al voto del resto de la comunidad académica), "profesionalizar la gestión"; "mejorar la capacidad de los centros para atraer talento docente e investigador; "potenciar los incentivos académicos para la transferencia del conocimiento" (otorgar un tramo de sueldo extra similar al sexenio investigador para quienes registren patentes, por ejemplo) y "mejorar la internacionalización".
Resulta meridianamente claro que los refuerzos de la LEMES no proceden únicamente del exterior, sino que gran parte del enemigo se encuentra en casa, y se pronuncia claramente en contra de la autonomía universitaria, a favor de “profesionalizar” la gestión, y hasta sugiere que haya un complemento especial para quienes registren patentes. Naturalmente defiende la necesidad de “flexibilizar” las políticas de contratación del profesorado -recordemos su incidencia sobre el tema de los profesores visitantes distinguidos-.

Abril es muy explícito, y no tiene empacho en afirmar que los únicos que deben opinar sobre la Universidad  son los Consejos Sociales, creados y mantenidos con un modelo -e incluso personas- similar al de Bankia, la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) y el Ministerio de Educación, y en ningún momento -salvo para culparles de todos los males de la Universidad- se tiene en cuenta   la opinión de la comunidad universitaria.

Cada vez parece más evidente que la LEMES es el ensayo general de una legislación universitaria que no pretende limitarse a cambiar el modelo de la Universidad pública en Madrid, sino que aspira igualmente a implantarlo e imponerlo en el resto de la geografía española.

La gran novedad reside en que Abril da un paso más, y se pronuncia directamente en contra de la autonomía universitaria y -coherentemente- prefiere que sean los empresarios – los que defienden y practican la privatización de las ganancias, a la vez que exigen la socialización de suspérdidas- nombrados por los partidos políticos, los que decidan el destino presente y futuro de la Universidad Pública.

Si no queremos que los rectores y los decanos sean nombrados a dedo. Si consideramos que la contratación de profesorado sin los requisitos elementales de mérito, capacidad y trasparencia, y amparado  bajo el eufemismo de la flexibilización de la contratación, será letal para la supervivencia de un modelo de universidad Pública. 

Si pensamos que es sumamente pernicioso trasladar a la enseñanza superior el modelo de financiación de la enseñanza obligatoria, con discriminaciones inequívocas a favor de los planteamientos privatizadores.

Si consideramos que, en la Universidad pública, el objetivo debe ser la calidad de la enseñanza y no el aumento de las patentes registradas, ni convertirla en un negocio suculento para “fidelizar” a los amigos. 

Si estamos totalmente convencidos de que a quien es imprescindible rendir cuentas es a la comunidad universitaria y no a los dirigentes de bancos rescatados, empresas energéticas asiduas practicantes de las puertas giratorias, concesionarios de autopistas rescatadas que roban y estafan a los ciudadanos, etc., etc., llegaremos a la conclusión de que es preciso impedir con todas nuestras fuerzas semejante  desafuero.

La Plataforma que agrupa todos los estamentos-Estudiantes, PDI y PAS-, tiene que hacer oír claramente su voz, y el objetivo común de “Paremos la LEMES” se tiene que convertir en una auténtica realidad. La Universidad Pública debe seguir cumpliendo su función esencial de permitir y posibilitar una verdadera igualdad de oportunidades entre todos los españoles, al margen de sus posibilidades económicas. 

Si conseguimos pararla en Madrid, las posibilidades de que nos impongan una Ley general de universidades,donde el modelo de Universidad publica sea sustituido por una universidad gerencial, en la que las consideraciones empresariales tendrán prioridad sobre  la consideración de servicio público, disminuirán de forma drástica.



CUPUMA (Coordinadora Universidades Públicas de Madrid)
Twitter: @cupumad


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