La recuperación de los territorios invadidos por los rusos por parte del ejercito ucraniano me produce sentimientos ambivalentes:
- Por una parte, se echa al ejercito invasor
- Pero, por otra, aumenta ese patriotismo basado en el odio al "OTRO".
Decía mi hijo en su trabajo final de la Escuela Elemental que "La GUERRA evento spaventoso ma talvolta innevitabile per riportare dignità é libertà"
Es decir, justificar la guerra ante un dictador nos alegra pero también nos enseña que la violencia está justificada.
¿Qué límite tiene esa violencia? Creo que una vez abierta la caja de Pandora no hay modo de controlarla.
Por eso, un 24 de febrero de 2022 me entristeció no sólo porque un dictador invadió Ucrania sino también porque me pareció que empezaba la Guerra Mundial, global, de este siglo.
Ayer vi un reportaje televisivo sobre las madres, las esposas, las novias, las hermanas ucranianas que lloran a sus seres queridos que murieron en combate. El siguiente reportaje era de Zelesnky recibiendo muy sonriente a Von der Leyen.
No sé explicar por qué pero la simultaneidad de las noticias me dejo perplejo, impresionado, "perdido".