El primer día patee bien la ciudad. El cambio horario me puso en la calle a las 7:30 a.m. Así disfruté la ciudad con calma ya que el movimiento en el Midtown comienza un poco más tarde.Me acerque hasta Bryant Park para ver una cadena de alimentos naturales, Whole Food Market. Ahora está de moda lo healthy y el kilómetro Cero.Buscando donde desayunar, descubrí un lugar en la Fifth Avenue, esquina con la 38st, de una cadena denominada “Le pain cotidiain”. La capital del mundo se ha apuntado al buen pan francés y al buen café italiano, ya no son verdad el tópico del café y el pan malo americano.
He tenido suerte de tener en el primer día un tour guiado en español. Se les llama free tour pero no son tan free, pero suele resultar un tour interesante. Los guías no suelen ser autóctonos aunque han aprendido muy bien su guión. Se trata de un muchacho colombiano que dice ser trabajador de una ONG en Naciones Unidas. Responde al tópico de impuntual y lo achaca a que un inscrito tuvo un retraso en su vuelo. Así que empezamos a las 11:30 en lugar de a las 11:00 en Grand Central Station.Relata la historia del edificio y su importancia para el desarrollo de America. Ya que las mercancías del Atlántico pasaban en trenes hasta la costa del Pacífico. El edificio fue construido por el magnate Vanderbilt obligado a aumentar las condiciones de seguridad después de un choque entre locomotoras.
Nos cuenta varias anécdotas de las que recuerdo: una sala con una bóveda que tiene una sonoridad especial que permite hablar de una esquina a la opuesta solamente dirigiendo tu voz hacia la pared. La leyenda urbana dice que ese era el modo de comunicación secreta en los tiempos de la guerra fría.
Lo que parece más verídico porque lo he contrastado en la prensa y vi una placa que recordaba el hecho era que en los años 60 se pretendía derribar la Gran National Station y fue gracias a la viuda Kenedy-Onassis, Jacqueline, que hizo una recaudación para captar unos 100 millones de dólares para la remodelación y restauración de la estación cuyos techos amarilleaban por el efecto del humo de locomotoras y de los fumadores de viajeros y acompañantes.
En el free tour, nos acercamos hasta el edificio de Naciones Unidas en la First Avenue. Luego, regresamos a Central Station que acoge hasta un mercadillo de kilómetro cero donde el precio de la fruta no es por kilos o libras sino por unidad aunque la cifra coincide: una manzana, 3,00$Igualmente, nos acerca a la Biblioteca Nacional. Donde hago la reflexión sobre quién controla la información. Antes de la imprenta, los monjes transcriptores y las iglesias controlaban los textos y los discursos. Con la llegada de la imprenta se democratizó. Y con la llegada de los buscadores de Internet, ¿ quién controla ahora la información?.
Este post también me sirve para conocer el origen de esas columnas de humo que salen de alcantarillas y chimeneas en las calles de New York y que nos parece tan habitual. Veáse: https://www.anuevayork.com/vapor-alcantarillas-nueva-york/
Por la tarde, hay que descansar después de casi tres horas de caminata por el Midtown de Nueva York. Menos mal que mi hotel está al final del recorrido junto al Rockefeller Center donde se nos invita a participar como público en un programa en Radio City Music Hall.
Después de un break, pequeña siesta, buscó algunos miradores en alto que el guía me recomendó y dónde se puede tomar una cerveza mientras se contempla desde lo alto la ciudad: la torre Vanderbilt, el Rockefeller Center o el Ms Social (un poco más bajito pero con mirador acristalado a la calle 52)
Para la cena, decido hacer una turistada ya que el restaurante que me han recomendado está cerca del hotel y deseo retirarme pronto. Así que me dirijo al Ellen's Stardust Diner tal donde tengo que hacer una ordenada fila para entrar. Hace frío pero la espera es breve. Se trata de un local cuya peculiaridad es que los camareros en determinado momento se ponen a cantar y lo hacen muy bien. Estamos en Broadway y Nueva York es el lugar del pluriempleo, así que un aspirante a actor o actriz musical puede estar sobreviviendo trabajando de camarero o camarera. Lo mejor es que te coloquen en el piso superior junto a la barandilla porque podrás disfrutar mejor de todas las actuaciones. El precio de la comida no se corresponde con su calidad pero no has venido a Broadway a comer bien sino a ver un espectáculo musical por un buen precio.
Y después de 90 minutos de cena, o mejor diría de espectáculo, me voy a descansar para estar fuerte en mi segundo día.