Este mes de agosto, el destino me ha llevado un par de veces a tener que acudir al Cementerio de Torrero en Zaragoza. Como llegaba con tiempo, he decido pasear hasta la tumba de mis padres y el silencio me ha invitado a la reflexión.
He pensado que la palabra Muerte no es la que me viene a mi cabeza sino la de AMOR porque podemos intuir las manifestaciones de cariño con los que murieron:
- he visto dos lápidas juntas de los esposos que murieron solo con una semana de separación. El esposo no debió superar el fallecimiento de su esposa.
- hay mensajes de despida aunque otros sólo escriben el clásico D.E.P. (Descanse en Paz) o en latín R.I.P. (Requien im Pacem)
- las lápidas de los jóvenes muertos por accidente o enfermedad, no lo sé, son los que reciben más mensajes de recuerdo, de que nunca lo olvidarán.
El mismo amor del anciano que busca la lápida de sus padres entre la multitud homogénea de cuadrados idénticos.
Puedo parecer morboso pero el paseo por el cementerio me relaja y me invita a la reflexión sobre la vida y las relaciones entre las las personas.