6) Contra
la soberbia, humildad. Las nuevas tecnologías nos van a permitir
solucionar algunos problemas de nuestra relación con la naturaleza, pero
no podemos generar problemas adicionales. Las nuevas tecnologías
permitirán un descenso de la contaminación, un menor problema de
transporte, un consumo menor de masa forestal; pero habrá que procurar
no generar problemas nuevos como el control sobre la intimidad de las
personas o una homogeneización de la cultura que puede desembocar en
conflictos que se resuelvan violentamente con armas cada vez más
sofisticadas y más accesibles.
Tampoco
en el ámbito educativo, las nuevas tecnologías lo pueden todo. Si
nuestra metodología, nuestra práctica docente no cambia, el cambio
producido por la introducción de nueva cacharrería será insuficiente. No
cabe duda que la incorporación de nuevas tecnologías es un momento
clave para realizar cambios y reformas de mayor calado, pero también
puede ocurrir que sólo sea un cambio superficial que no afecte a las
grandes metas del sistema educativo.
El
cambio en los materiales curriculares sin un nuevo enfoque en las
estrategias didácticas y consecuentemente en las teorías pedagógicas
subyacentes no constituye un verdadero cambio. Un cambio que no esté
plenamente contextualizado, que solo afecte a un elemento del complejo entramado sistémico, será un cambio epidérmico. Las innovaciones no pueden asociarse con un simple cambio de los instrumentos de aprendizaje. Un cambio en las herramientas de trabajo no constituye el verdadero cambio. Como señala Debyser,
los cambios en los instrumentos o en la metodología están condenados a
no ser más que algo evolutivo con carácter conservador. El cambio debe
tener una amplitud de miras que incluya a los alumos,
a los profesores, a la institución escolar y a la sociedad, “definiendo
la ideología del cambio y clarificando sus finalidades”. Por tanto, las
nuevas tecnologías favorecen la innovación pero si van acompañadas de
otras novedades.