Estimado miembro de la comunidad de la Facultad de Educación:
Casi el 50% de las personas estamos alojados en el nuevo edificio y progresivamente lo iremos ocupando. Por otra parte, las actividades extracurriculares son más factibles de realizar y debemos llenar de actividades formativas el tiempo y el espacio del nuevo edificio.
El edificio es bonito o, al menos, nuevo y me gustaría que pudiéramos mantenerlo como nuevo durante mucho tiempo.
Venimos de una situación, donde colgábamos o pegábamos un cartel en el primer sitio que nos parecía (¡había tantos carteles!), un papel junto a la papelera o cualquier otro signo de desidia no era aparente. Al respecto me viene a la mente “la teoría de las ventanas rotas” y pienso que el comportamiento cívico es contagioso. Cuando llegas a una ciudad, puedes comprobar su grado de conciencia cívica sólo con echar una mirada a cuánta suciedad hay por las calles.
Pues bien, la conservación de nuestro edificio nos corresponde a todos: si no hay una papelera cerca, me puedo guardar el papelillo del caramelo en el bolsillo. Si la pared está blanca, quizás no debo mancharla. Si el baño está limpio, quizás le gustará encontrarlo de igual modo al siguiente.
Por otra parte, la facultad es NUESTRA porque todos hemos contribuido con los impuestos que pagamos (IVA y/o IRPF) a que se construyera. Los pupitres, las sillas, las paredes, los ordenadores, las pizarras, los ascensores, los baños, el césped, todo, absolutamente, es un bien público y, por tanto, un bien de todos. Y debemos cuidarlos porque las épocas de “usar y tirar” o “el ya lo arreglará algún otro” ya no volverán.
Comunica en conserjería aquellas cosas que no funcionan, aquellas deficiencias que puedas observar para poder trasladarlas a quién corresponda.
La nueva facultad debe significar una nueva forma de relacionarnos con nuestro entorno: algunos lo llamarán entorno ecológico sostenible.
miércoles, 23 de abril de 2014
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