En casi todos los países del mundo, en los lugares internacionales: aeropuertos, estaciones, lugares turísticos y de negocio hay indicaciones en inglés, es la lengua franca que algunos mal hablamos. Pero en Alemania, por cuestión de identidad supongo, se prioriza el alemán sobre otras lenguas. Se parece al inglés, pero suena muy raro porque sus palabras agrupan términos aumentando su longitud y llenándose de consonantes una tras otra de forma impronunciable.
Después de situarnos en el hotel en el que agradecemos el check in antes de la hora fijada; nos dirigimos al monumento emblemático: la puerta de Branderburgo. Símbolo de la reunificación alemana que podemos ver serigrafiado en las puertas de los vagones del metro.
Paseamos por un mercadillo artesanal junto a la Isla de los Museos. Una isla fluvial en el que se agolpan grandes edificios convertidos en museos que combinan la arquitectura clásica con las ampliaciones de construcción moderna correspondiente al final del siglo XX.
La avenida Unter den Linden («Bajo los Tilos») es el bulevar más tradicional y conocido de la ciudad. Desde sus principios hasta la Segunda Guerra Mundial fue el centro neurálgico de la vida cultural berlinesa y el punto de encuentro de la ciudadanía.
Por la tarde, visitamos el barrio de NikolaiVertel, un casco antiguo reconstruido como ocurre en muchos lugares de Alemania, con estrechas y cortas calles en un ambiente que recuerda un pueblo español que contrasta con las largas y anchas avenidas y amplias calles del resto de Berlín.
Desde Nikolai Vertel nos dirigimos a un bar recomendado por una buena amiga conocedora de la lengua alemana y que tuvo la fortuna de vivir el momento histórico de la caída del muro. El Metzer Eck – en el 33 de Metzerstrasse , nos permite volver a los tiempos de la DDR o GDR. Inaugurado en 1913 según dice una placa y las fotografías confirman que no parece haber disfrutado de reformas desde entonces. La estufa y el perchero permanecen así como la amabilidad y la cortesía de las empleadas. La edad de los clientes resulta acorde con el establecimiento.
Nuestro cansancio, edad y desconocimiento nos impiden de adentrarnos en la noche berlinesa.