- a nuestros deseos, a nuestros proyectos de futuro y los realizamos cuando estamos despiertos;
- a esas aventuras nocturnas que se refieren a nuestro pasado y que nos regala nuestro subconsciente mientras dormimos.
De estos sueños nocturnos que casi siempre olvidamos al despertar, son de los que voy a reflexionar para contrastar con vosotros de su tipología y de si ahora los recordáis más fácilmente. No tiene ningún valor científico, sólo es el relato de mi experiencia:
Casi siempre mis sueños pertenecen al género de la pesadilla de la que suelo despertarme cuando estoy a punto de caer por un precipicio o ser golpeado por un tipo con “tableta de chocolate”. En otras ocasiones, me ocurre que pierdo un tren, un avión u otro medio de transporte colectivo.
Más raramente, y ocurrió durante este confinamiento, el sueño toma la forma de una comedia. Fue el jueves pasado: (véase coincidencia con otros jueves santos no confinados).
Viajaba con un grupo de amigos en dos coches por una carretera en dirección este, es decir, hacia la playa. Discutíamos porque alguien no estaba listo a la hora señalada o la ropa no era la apropiada porque acudíamos a una boda en Hijar.
Finalmente, después de sufrir el consabido atasco de Semana Santa, llegamos justo, tan justo como cinco minutos antes de la ceremonia, allí preguntamos quién los va a casar porque los curas deben estar con las procesiones.
Un amigo dijo:
- Tú, Enrique, que has sido diácono.
- Decano, no diácono.
Otra amiga advirtió:
- “Pero si nos ha preparado nada”
- “Algo se me ocurrirá sobre la marcha”
Entonces me desperté para preparar el discurso.
COMO SIEMPRE VUESTROS COMENTARIOS Y VUESTROS SUEÑOS