A la medida yo le encuentro algunas pegas:
- la tipología de mascarillas exige una lectura detallada y cierto conocimiento
- la compra compulsiva puede finalizar como con el papel higiénico
- los amigos del estraperlo y el fraude se estarán preparando
Yo en cambio propondría aumentar el rigor ciudadano (la responsabilidad de todos en respetar distancia y normas de comportamiento en los supermercados) y el rigor profesional (el celo de los profesionales en hacer respetar las normas a quienes no se acuerdan de ellas).
Ejemplificaré mi idea con la evolución de mi experiencia en la visita semanal al supermercado y de cómo se han ido relajando los comportamientos:
1a. Semana: Un voluntario me ofreció papel y liquido desinfectante para coger la cesta o el carro. Igualmente, un vigilante contabilizaba las personas que entraban y salían, lo que permitía que en el interior se respetase el metro de seguridad.
2a. Semana: El voluntario había desaparecido aunque había a disposición papel y líquido. El vigilante estaba en el interior y charlaba con los empleados del establecimiento. Hubo suerte porque había pocas personas pero alguna no respetaba el espacio.
3a. Semana: No había papel, sólo líquido, menos mal que los guantes los traía de casa. El vigilante seguía en el interior y, como resultó ser una hora crítica, la distancia entre clientes no era la adecuada.
Por eso, aunque no sea más que un ignorante ciudadano, mi propuesta es: