Dedicamos este escrito a un Maestro que deja el pueblo tras muchos años de fructífera labor. El Maestro se va.
José Luis Aspas Cutanda no necesita ser presentado en Cella. Sus obras hablan por él, que es como debe ser. Queremos dedicarle unas palabras de gratitud.
Los funcionarios vienen y se van, son utilizados y olvidados, así es como suele ser. A veces, logran hacerse un hueco en nuestra vida y dejan una huella. Éste es el caso hoy.
Maestro desde 1983. Maestro en Cella desde 1 de septiembre de 1991.
Director del Centro de Educación de Personas Adultas de Cella. Nos dejará al acabar este curso escolar.
Sus numerosos trabajos, no solo docentes, a favor de nuestro pueblo y sus habitantes, han contribuido a que el nombre de Cella haya sonado mucho y bien en toda España y fuera de ella. José Luis ha sido un torbellino, un manantial inagotable de ideas, de iniciativas, que han fructificado en cultura y conocimientos, en el descubrimiento, la transmisión y la conservación de viejos saberes y tradiciones, en innumerables actividades.
Lo cierto es que no nos ha dejado parar. Ha logrado desenterrar cosas que estaban ahí y a las que nadie prestaba atención. Ha llevado ante el temido ordenador a personas que nunca lo hubieran hecho solos. Nos ha hecho leer, discutir acerca de libros, conocer escritores, artistas, artesanos.
José Luis sobre todo ha compartido, con todo aquel que ha querido, sus vastos e inclasificables fondos de sabiduría. Eso es lo que debe hacer un Maestro, un educador profesional y vocacional. Nunca ha negado una información, nunca ha puesto trabas ni obstáculos a compartir, colaborar, ayudar, construir.
Como Maestro, nos sentimos orgullosos de él, y sentimos que formamos parte de un río inagotable, eterno, de personas que han dedicado y dedican su vida a la SABIDURÍA, en dura y continua lucha contra las dificultades de una profesión difícil dentro de una sociedad y un sistema que la hace más difícil todavía, siempre luchando contra las corrientes del caos, el empantanamiento mental y la ignorancia.
Como cellanos, estamos muy agradecidos, profundamente agradecidos por todo el tiempo y el trabajo que nos has dedicado, siempre por encima de lo que podría habérsele exigido a cambio de su sueldo. Son 19 años de la vida de un hombre lo que nos ha entregado. El tiempo, que es nuestro bien más preciado, escaso, e irrecuperable. Se puede, en todos esos años, conocer a una persona. Todo ese tiempo nos lo ha dedicado desde su humilde atalaya, desde esa aula prestada que siempre ha considerado como suya. Esperando la creación de un Centro de Educación de Personas Adultas, que nunca ha llegado.
Ahora se va, y nos deja lo que ha hecho, y sus sueños, y todo ese caudal de ideas que han empezado a crecer, y otras ya maduras, y deja, sobre todo, el poso de quien ha querido y sabido enseñar a los demás. Es tarea nuestra caminar hacia donde apuntan sus sueños, aunque nunca lleguemos a alcanzarlos.
Nos trajo una forma nueva de entender la educación de adultos, inventó y nos enseñó mil soluciones que puede ofrecer la Escuela a las necesidades que tienen las personas mayores. Ideas y visiones que han sido admirados, curiosamente, fuera de Aragón y fuera de España, recibiendo reconocimientos y galardones. Logró llevar de nuevo a la Escuela a un montón de gente que ni hubiera soñado en hacer eso: Volver a la Escuela, o ir por primera vez a ella en la edad adulta. Su forma de enseñar, de conducir la Escuela, logró que muchas personas alcanzaran un título que les permitiera acceder a un trabajo mejor, a tener nuevos horizontes que les estaban vedados. Puso en el camino del conocimiento a mucha gente a quien la vida se lo había impedido o dificultado, abriéndoles un cauce de perfeccionamiento posterior. Hizo fácil el trabajo.
Este pequeño reconocimiento es cuanto se llevará de nuestro pueblo. La Escuela, la enseñanza para adultos es algo nuevo después de ti. Gracias, Maestro, Compañero, Amigo. Gracias por todo.
* Santiago Navarro Castelló en nombre de los alumnos de Cella