sábado, 22 de enero de 2022

Asturias destino querido_2

 Primer día.- Sandra, nuestra amable propietaria, recepcionista, botones, guía turística y repostera del hotel nos ofrece la posibilidad de elegir el desayuno independientemente del alojamiento y decidirlo la tarde anterior. Como es el primer día, probaremos. Creo que sabía que repetiríamos porque todavía hoy recordamos los sabrosos bizcochos hechos cada mañana y las tostadas recién hechas que podías untar con dulce o salado según tu gusto.


Como inicio de vacaciones, destinamos la mañana a las actividades clásicas: playa, mariscada, siesta y paseo por la ciudad que tiene Gran Vía como las grandes capitales y grandes edificios como Teatro, Hotel y Casino.

Para la mariscada se eligió Casa Basilio, si bien nuestro guía-cronista de la vila, Toni Silva, asegura que en Ribadesella hay que disfrutar de los pescados: sargu, atún, carpacio y no del marisco que lo traen de Galicia.

Para rebajar la comida paseamos por el antiguo muelle mirando los murales con las viñetas de Mingote que ilustran la historia de Ribadesella en seis paneles acompañados por un texto de mi compañero Toni Silva que emula en mordacidad al humorista; la dicción corresponde a una melodiosa voz femenina. Los momentos que recogen son la Prehistoria, la Edad Media, el Renacimiento, la Guerra de la Independencia, la emigración del siglo XIX y la época actual.

Más adelante una sencilla ruta mitológica compuesta de unas señales verticales hacen un repaso a los principales personajes de la mitología asturiana: Les Xanes, El Trasgu, El Cuélebre, El Nuberu, El Diañu Burlón, El Pesadiellu, Les Serenes y La Güestia.

Finalmente unas escalinatas, unos cincuenta peldaños, suben hasta la Ermita de la Guía situada en un promontorio que el mar va comiendo cada invierno. Para quienes le asusten las escaleras o tengan movilidad reducida pueden subir por un camino más largo y menos atractivo porque sólo al final se contempla el horizonte oceánico.

En el ocaso, volvemos prontito al hotel a disfrutar de nuestro jardín particular, tranquilo y lejos de la mundanal Villa, con la posibilidad de contemplar el cielo y las estrellas en un silencio ensordecedor. Esa noche, decidimos hacer una cena campestre y olvidarnos de la ruidosa y aglomerada Ribadesella y disfrutar de nuestro emplazamiento en una de las colinas que rodean la ciudad.



jueves, 20 de enero de 2022

Asturias destino querido_1

No sé que fue primero: la decisión de visitar Asturias con Carmen, Angela y María o bien, la lectura de “Las Peregrinas” de Joaquín Berges donde tres mujeres y un hombre inician una loca “opus road”.

En cualquier caso, nuestro viaje tuvo diversas reuniones junto a una refrescante cerveza en el caluroso verano zaragozano.

Ribadesella sería nuestro campamento base. El interés de todas por la zona y la presencia de mi amigo de la infancia, de las universidades laborales, Toni Silva. Ha desarrollado su vida en la Villa y es considerado casi el cronista oficial dadas las numerosas publicaciones referidas a la historia del Concejo, además de algunas dedicadas a personas ilustres como Agustín Argüelles.

En la reunión, resolvimos la cuestión del desplazamiento: alquilaríamos un vehículo grande para poder viajar los cuatro juntos cómodamente. Para el alojamiento, un poco condicionados porque las restricciones de movilidad habían llevado a que los españoles eligieran la oferta nacional para pasar las vacaciones; elegimos un hotel de dos estrellas a cuatro kilómetros de Ribadesella, en la parroquia de El Carmen. Coincidió que quienes lo regentaban eran amigos de Toni, lo que no me resultó extraño.

Por fin, llegó el día de la partida. La planificación siempre tiene agujeros pero no pensaba que el primero lo encontraríamos antes de salir de Zaragoza. En la oficina del alquiler del coche nos comunican que el modelo elegido no está disponible por motivos técnicos y nos ofrecen otro modelo cuyo maletero no era tan capaz como deseábamos. Lo que verificamos al intentar meter nuestro equipaje.  Así que tenemos que renunciar a algunas cosas y hacer un pequeño tetris con nuestras maletas y bolsas de viaje.

Angela llega con varias bolsas y justifica que una es para los víveres compartidos que resultarán muy convenientes en la primera parada que realizamos en el autoservicio cuando llevamos dos horas de viaje.

Vamos a repartir la conducción aunque solo Enrique tiene experiencia en la conducción con coches automáticos y con asistencia a la conducción que incluye mantenimiento de la velocidad, freno, freno-aceleración con el vehículo que te precede, conducción entre líneas y alertas de todo tipo.

A la hora de la comida, decidimos parar en Castro Urdiales y buscamos en Trypadvisor un lugar con buena puntuación. El Bar Bitácora nos muestra cómo han cambiado los protocolos y costumbres con el COVID. Se trata de una terraza frente al mar en la que se hace una solicitud en la barra del bar y la recoges en una bandeja cuando un chivato electrónico te advierte que tu pedido está listo.

Desde nuestro alojamiento nos llaman para confirmar que vamos a llegar en el día de hoy, igualmente nos envían la localización por whatsapp para que nuestro navegador nos conduzca sin instrucciones liosas 

Después de dos horas de conducción en condiciones lluviosas, - parece que hayamos pasado del verano al otoño -, llegamos a nuestro hotel El Carmen en la localidad del mismo nombre  a cuatro kilómetros de la bulliciosa Ribadesella que se encuentra en su semana grande, en sus “no-fiestas”. Si no fuera por el COVID-19, se estaría celebrando el descenso internacional de piraguas del Rio Sella.

Una vez tomada posesión de nuestras habitaciones, nos animamos a bajar a la riba del mar para comprobar que la localidad de Argüelles, diputado de las Cortes de Cádiz, se encuentra “petada” como se dice ahora. Encontrar un restaurante para cenar es un gran reto que gracias a los consejos de Toni Silva (el compañero de Enrique de la Universidad Laboral) logramos tener  mesa en El Campanu : zamburiñas, escalopines al cabrales y sargú. 

“El sargo, sargu en bable, tiene el cuerpo comprimido lateralmente. Su color es gris, claro u oscuro según sus necesidades de camuflaje, con reflejos plateados. Los jóvenes tienen bandas oscuras verticales en costados, que se van difuminando con la edad y llegan a desaparecer en los ejemplares grandes, la última de ellas en el mismo pedúnculo de la cola es la más gruesa y oscura -esta no desaparece.




martes, 18 de enero de 2022

Tour 2021: Tourmalet

 Nuestra última etapa de este breve Tour 2021 es la etapa reina. Para dormir la noche anterior elegimos la emblemática localidad de Campan donde nos reciben sus Mounaques.


Nos levantamos pronto, desayunamos y rápidamente Ales se dirige a la ascensión al Tourmalet para llegar lo más alto posible. No por falta de fuerza, sino porque la abundancia de aficionados hace que la Gendarmería cierre el acceso cuando ya no cabe mas gente. Parece imposible pero el campo, la montaña tiene límites de capacidad. Los agricultores han vallado sus propiedades para impedir que algún desalmado estropee sus cosechas de forraje.

Por mi parte, lo tomo con más calma y pretendo llegar hasta donde mis fuerzas lo permitan, haciendo cuantas paradas sean necesarias. Campan está a 640 metros de altitud sobre el nivel del mar.

Una vez preparado, comienzo la ascensión que se hace dura por mi edad, condición física y el tipo de bicicleta que llevo. A favor, que la carretera está cerrada para el público aunque circulan los vehículos autorizados que son muchos aunque sólo circulan en un sentido.



Dicha ascensión la recordaré por varios motivos:

- Mi bicicleta tenía un pequeño balanceo del manillar que no conseguía apretar y ajustar.  Me encuentro un puesto comercial del grupo ciclista INEOS. Por lo que decidí pedir un consejo. Resultado: pusieron mi bicicleta en manos de un mecánico que arreglo el balanceo en un periquete y el único precio que pague fue dar mi correo electrónico al que me mandan publicidad del vehículo Granadier.

- Pasito a pasito, con muchas paradas alcancé el kilómetro 12 a la cima del Tourmalet, situado a 1060 metros de altitud. Un desnivel de 420 metros que para mi "circunstancia" consideré un éxito para poder alardear ante las amistades. 


Luego, lo habitual: caravana publicitaria con recogida de gadgets, los primeros ciclistas escapados, el pelotón de los buenos, el pelotón de los intermedios y el pelotón de los últimos;  coches, motos, policías, auxiliares de equipo, etc. etc.

La bajada desde 1060 a 640 metros es una gozada, casi no hay que pedalear, la velocidad es alta y adelantas a los vehículos que permanecen  parados por la Gendarmería para facilitar la evacuación de los vehículos de emergencia, asistencia, oficiales puedan circular por el carril izquierdo (no se permite el acceso en el sentido de subida) .  

Llego al campamento base y Alessandro todavía no ha llegado. Pienso que ha podido pasarme sin verme en el descenso. El tiempo pasa y no llega ningún mensaje. NO es extraño porque hay mucha gente, la red no funciona muy ágil y además Ales tenía poca batería. Finalmente un mensaje aunque no muy positivo: se le ha roto un radio de la bicicleta y debe bajar caminando con ella.

Me acerco a esperarle hasta una boulangerie en medio de una pradera, las gallinas que proporcionan los huevos están en uno de los espacios paseándose en libertad.

Nos queda un largo camino porque al día siguiente Ales tiene  que coger un avión en Barcelona.  Me quedan cinco horas de conducción hasta Zaragoza pasando por Lourdes y el Portalet. El próximo año Ales ya podrá conducir.  Hemos decidido que nuestra cita con el Tour, se repetirá mientras yo pueda.