Entre mis papeles he encontrado un cuento que debo tenerlo desde el año 2000 aproximadamente, pero tengo un problema no sé si es original mío o bien lo copie.
Recurriendo a google encontré algunos enlaces
(1) (2) que son posteriores. En cualquier caso es un bello relato:
La niña que quería ser astronauta
Erase una vez una niña inquieta, revoltosa, insegura y pecosa que quería alcanzar una estrella. Se llamaba María. Vivía en una ciudad de cielo espeso, donde era difícil ver las estrellas incluso en la noche.
Su país era muy pequeño y no tenía naves espaciales para ir a las estrellas y, en cualquier caso, no iban a mandar a una niña, quizás a un niño o mejor a un hombre.
Por eso comenzó a buscar un país que quisiera mandar a una mujer astronauta para atrapar una estrella. Pero, todos los países a los que preguntaba sólo querían mandar a hombres para que cogieran materiales para hacerse más ricos. Ninguno se preocupaba de coger en las estrellas aquello que había inspirado a los poetas.
Después de varios años de buscar y buscar, todo seguía igual que al principio. En alguno de los países le decían que no tenían dinero, en otros que quizás el año que viene, y así un país tras otro se excusaba de no querer mandar una mujer a buscar en las estrellas aquello que había inspirado a los poetas.
María miraba al cielo y cuando se encontraba en un país con el cielo claro, en la playa junto al mar, se ilusionaba y creía que las estrellas estaban más cerca. Por eso, se acercaba a las montañas, a los pueblos colgados junto al mar donde en las noches se podía contemplar en las estrellas aquello que había inspirado a los poetas.
En cierta ocasión, María paseaba por la orilla de un río con mucha, mucha agua. De las aguas apareció un duende, un gnomo de las aguas. Al principio, se asusto y pensó en correr, pero luego se sintió confiada y se sentó junto a él. El gnomo le dijo: "aquello que había inspirado a los poetas no está en el origen, sino en el destino". Dicho esto, el gnomo desapareció como había aparecido, es decir, entre las aguas oscuras de la noche.
Empezó a pensar que había querido decir el gnomo. Lo comentaba con amigos y conocidos. Algunos le decían que estaba loca, a su edad pensando en gnomos, en estrellas y en aquello que había inspirado a los poetas.
De repente, se dio cuenta que la respuesta estaba en ella. Siempre había estado allí, pero estaba escondida, agazapada, atemorizada de ser libre. Empezó a valorar la respuesta, a mimarla, con ternura logró que las ideas fueran creciendo, desarrollándose, para convertirse en aquéllo que había inspirado a los poetas.
Por fin, después de mucho caminar y recorrer lugares diversos, había conseguido alcanzar la estrella que había inspirado a los poetas y que también le había inspirado a ella.
Colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
ESTO ES LO QUE ENCONTRÉ ESCRITO.
Cada vez que lo leo, empiezo a pensar que fui yo quién lo escribió cuando encontré lo que inspira a los poetas.