La realidad no existe, existen las Pantallas y en ellas sólo se presenta una parte de la realidad.
Estos días se ha creado la polémica acerca de la libertad de expresión y, en una situación de falta de libertad de movimientos, los que se aprovechan de los bulos y las teorías conspiratorias toman a una gran parte de la población como seguidores de su “ejercito”.
Jason Stanley en su libro
Facha señala que John Stuart Mill defendía que silenciar una opinión, aunque fuera falsa, era una decisión equivocada. Porque “una creencia se convierte en conocimiento cuando sale victoriosa del fragor de un debate acalorado.” (P.69)
“Todos los discursos deben estar permitidos, incluso aquellos que contengan falsas afirmaciones o teorías conspiratorias, porque solo entonces tendremos la oportunidad de llegar al conocimiento”
Pero esta afirmación que se basa en el llamado mercado de las ideas funciona cuando hay un intercambio de opiniones; pero en el mundo actual, en las redes sociales, en el mercado de la política, la información no sirve sólo para comunicar, “También se usa para excluir puntos de vista, suscitar temores o predisponer en contra de otros”
“...la libertad de expresión solo funciona si la sociedad está predispuesta a aceptar que la razón es más poderosa que el rencor irracional y los prejuicios”
Por lo que, visto lo visto, estamos bastante jodidos. Quienes defendimos la libertad de expresión ante el fascismo, ahora vemos como el fascismo nos amenaza con la libertad de expresión porque las circunstancias, la cosmovisión, el escenario ha cambiado.
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