jueves, 26 de julio de 2018

La linea de salida, nuestra última etapa

Día 26 de julio, la salida

Cuando leáis esta crónica, otras etapas más decisivas de El Tour se estarán desarrollando pero exigencias del alquiler de nuestro “seis metros” obligaban a devolverlo en Monza este viernes.
Paradojicamente, la experiencia del último día se refiere a lo que ocurre cada mañana en la línea de salida.

Una población pequeña es invadida por millares de personas de la organización que acompaña cada día a El Tour, por millares de espectadores de las localidades de alrededor de la que tiene el privilegio de acoger la salida.

En nuestro caso, Trie sur Baisse fue la elegida. La caravana publicitaria saldrá a  mediodía, pero desde las nueve el público se agolpa junto a los lugares clave, entre ellos, el podium de firma.
Para ocupar al público durante estas tres horas, los principales patrocinadores ayudados de sus animadores organizan un programa de televisión con espectáculo de danza, concursos de tipo quiz referidos al Tour, y como siempre regalos y más regalos.

Hoy, nosotros nos hemos convertido en hombre-anuncio o, al menos, así me siento yo cuando a cambio de varios bocados de salchichón debe sostener una bolsa que será encuadrada en la retransmisión televisiva. Luego nos colocan una camiseta de la marca de agua que viene patrocinando el Tour. Tanto me meto en el personaje que me animo a participar en el flash-mob que se prepara.

Trie sur Baisse tiene un aire decadente, esto ya lo he verificado cuando estuvimos por el centro-este del País. Su actividad agrícola – ganadera se percibe en el centro de la ciudad. Tiene una plaza con la iglesia de campanario puntiagudo, el ayuntamiento y unos edificios con tiendas en el bajo y unos soportales que denotan que los inviernos no deben ser muy amigables en este somontano pirenaico francés.

Finalmente, aparecen los corredores a firmar- Ahora, se firma digitalmente aunque minutos antes ha aparecido la mascota – bolígrafo BIC como patrocinador del Tour. Algo no me encaja!

Algunos corredores, los que llevan los maillots y los franceses son entrevistados. El público jalea a los coterráneos, aunque algún niño de los que suben al escenario señala que su ídolo es Peter Sagan.

Para nosotros es nuestra última etapa y mi última crónica del Tour, pero quizás escriba otros post porque Le Tour es algo más que una carrera ciclista, es política (vimos al Primer Ministro y se esperaba la visita del Presidente a los Pirineos), es economía, es sociología, incluso diría que es antropología.


miércoles, 25 de julio de 2018

Etapa a pie de carretera

Día 25, La etapa a pie de carretera.

Hoy pasarán por el Col de Peyresourde, nuestro campamento base. Así que después de la caminata de ayer, mi espacio vital se reducirá del camper a una posición a 30 metros desde donde se divisan las últimas curvas antes de la cima de la montaña.

Desde primeras horas, hay actividad en el entorno: los campistas que desayunan y que se preparan para recibir a los corredores decorando sus vehículos con banderas y con mensajes de todo tipo. Ha llegado el camión que coloca las vallas en los últimos metros, también los gendarmes que regulan de forma amable pero asertiva el tráfico de coches, bicicletas y personas para garantizar la seguridad. No he contado los coches, motos, furgonetas y camiones que siguen el Tour pero he visto la autorización número 2525. Y suelen ir a gran velocidad.

La caravana publicitaria está prevista para las 13:30 por lo que los espectadores toman un almuerzo a la francesa con quesos y embutidos. Algunos campistas lo ofrecen a una gendarme que, para mi sorpresa, acepta gustosamente. Como decía, los gendarmes son amables y saludan con un. “Bon jour” pero no permiten ninguna transgresión de las normas de seguridad.


La caravana publicitaria la recibimos en la posición nº1, junto al camper. No recogemos muchas cosas porque son repetidas de ocasiones anteriores y porque alrededor tenemos unas señoras de cierta edad que se lanzan a por las baratijas como si fueran señoras de menos de cierta edad. También hay señores con diámetro corporal generoso que se comportan con la misma actitud acumulativa.

Pasada la caravana acudimos a la posición nº2. Con mi silla de campo portátil, y sentado en ella, me siento como si contemplara un televisor panorámico de infinitas pulgadas. El cielo con sus nubes, las montañas de una amplia gama de verdes gracias a las nubes, la carretera con sus manchas blancas de los vehículos apostados a ambos lados de la serpenteante ruta, unas vacas al lado. ¡Qué grata experiencia!






En el horario previsto, aparecen los corredores. Hoy han partido de una forma escalonada y el hecho de comenzar en subida hace que vayan en diferentes grupos al poco tiempo de la salida.
Cuando el primer corredor supera la última curva, salimos corriendo hacia la posición nº1 para verlos de cerca y poder animarles en su esfuerzo.



Cuando pasa el coche escoba, nos disponemos a ver el final de la etapa en la tv que lleva el camper, conectada por satélite. Tras un tiempo, un par de automovilistas nos acompañan (como en los tiempos de la televisión compartida por todos los vecinos del edificio): uno es santanderino y el otro es un colombiano con su hijo.
Ha habido suerte y ganó Nairo Quintana.

Mañana nuestro último día de tour, pero antes de volver a casa, nos dirigimos a Trie sur Baisse para observar como son los inicios de etapa en el Tour.

¡Hasta mañana!

martes, 24 de julio de 2018

Primera etapa pirenaica

Día 24 de julio, La primera etapa de los Pirineos.

La primera etapa finaliza en Bagnères de Luchon, a 15 kms de nuestro campamento base, mil metros más abajo de nuestro campamento base. A esta distancia, ¿Cómo no vamos a ir a ver el final de etapa? Pero yo no quiero subir, sufrir, la bicicleta al final de la etapa por eso me voy a ir caminando. La bajada la hago a buen ritmo, dos horas y media, casi sin parar.

En la meta, a sólo 150 metros de la llegada se puede seguir el desarrollo de la carrera a través de unos grandes monitores instalados por la televisión francesa. Hay mucho público aunque han cambiado las nacionalidades predominantes. Los españoles, la frontera a unos diez kilómetros, superan a los holandeses que encontramos en los Alpes.

Tanto público obliga a mayores medidas de seguridad. Pasa una
patrulla con un oficial, un número, otro gendarme con un fusil y otro más acompañado del perro anti-explosivos. Por los altavoces se ruega colaboración para garantizar la seguridad de todos. También pasan dos guardia civiles y dos policías nacionales españoles. Hoy la carrera pasa por territorio espaòol y estamos a muy pocos kilòmetros de la frontera.


La espera de los corredores se ameniza con la habitual entrega de baratijas aunque ahora los animadores exigen mayor participación del público: deben golpear las vallas protectoras para hacer ruido o bien cantar el estribillo publicitario del producto. Esta vez con la novedad de impermeables o camisetas de ciclismo.

Finalmente, unas dos horas antes que los corredores, llega la caravana publicitaria que entrega más regalos. El público está entusiasta porque el corredor francés Alaphillippe va en primera posición. Su llegada es un momento y luego llegan el resto de los corredores.

Ahora, hay que volver al campamento base. Allá arriba en lo alto del Col de Peyresourde. Ya lo dije, pero el pensamiento de la vuelta ha estado presente en mis cinco horas de espera en pie. – “Si hubiera podido echar una siesta”- .

Comienzo la ascensión y los primeros kilómetros los abordo bien aunque el sol ha aparecido con la fuerza del sur de Francia después de la lluvia. En ocasiones, adelanto a los coches que encuentran un atasco del público que estaban en el final de etapa. Pero, las cuestas cada vez parecen o son más empinadas. A partir del kilómetro cuatro comienzo a mirar con ojos golositos, los vehículos que ascienden solo con el conductor. De vez en cuando, miro hacía atrás para mandar una señal de petición de misericordia. Albricias en el kilómetro seis, econductor francés de 70 años,-  repito francés a pesar de los numerosos coches con matricula española que me han pasado- , en un Mercedes de los años 1990 me hace la señal indicando si estoy subiendo, respondo afirmativamente y el coche enciende la doble intermitencia, se detiene en medio de la carretera y me ofrece subir.

En el campamento base, esta noche está más concurrido. Hay más coches, más camper. Siguen pasando vehículos. Los grandes camiones, los TIR de la organización de El Tour pasan dando grandes bocinazos sólo por saludar que alteran la serenidad del valle y asustarán a los osos. He visto en la carretera pintadas de “No a los Osos”, supongo de los ganaderos de la zona.

Anoche cuando escribía esta crónica, lo expresaba de otra forma. Ahora cuando escribo esta segunda versión, mis piernas me recuerdan el cansancio de ayer.

lunes, 23 de julio de 2018

Día de transición en el Tour

Día 23 de julio, día de transición.

Segunda versión de la crónica por pérdida de la primera por
trabajar mal informáticamente.

Al igual que los corredores tienen un día de descanso para abordar los Pirineos, nosotros aprovechamos para alcanzar nuestra localización en los tres próximos días: el col de Peyresourde.
Antes de iniciar la ascensión, paramos en Arreau en el Carrefour. Acudimos con nuestra bolsa de dicho patrocinador del Tour y los animadores que están a la puerta, nos invitan a concursar porque nosotros vamos con nuestra camiseta y gorra regaladas en las etapas de los Alpes. En un anglo-francés y la ayuda de Alessandro, conseguimos contestar a las preguntas: las referidas al siglo pasado, como las victorias de Thevenet o Indurain las respondo yo y las correspondientes a este siglo, las responde Ales. Como premio recibimos una nueva bolsa que es rellenada con pastelitos, mechero, bolígrafos y maquinillas afeitas de la marca BIC, detergente para lavar ropa y algún otro objeto más.

La ascensión es cómoda porque la carretera ha sido arreglada recientemente. Llegamos a nuestro campamento base, un hueco y colocamos nuestra autocaravana utilizando las cuñas para evitar los desniveles del terreno. Para lo que contamos con la ayuda de nuestros vecinos.

Al atardecer, llega uno de esos privilegios del camper: disfrutar del silencio de la montaña. Estamos a 1700 mts. Aunque no estamos solos, la sensación me recuerda a la Mariahilfer Strasse vienesa que aún atestada de gente, se puede oír el silencio.

¡Buenas noches!

domingo, 22 de julio de 2018

Emociones y Tour


22 de julio, Una nueva experiencia: El sprint intermedio

Los sitios que elegimos para ver cada día el tour dependen de nuestras posibilidades de desplazamiento que están condicionadas por los kilometros y la situación del tráfico que separan unas etapas de otras, por los cierres de carreteras que se producen desde primeras horas de la mañana o del día anterior, así como nuestros gustos e intereses.

Hoy, amanecimos en Bedarieux y estamos a unos 70 kms del paso de la meta volante. Así que allí nos dirigimos.

Me levanto temprano porque todavía tengo que hacer algunas indagaciones sobre el pasado familiar y conocer más el pueblo. Comienzo mi paseo en mi bicicleta para eso estamos en el Tour y descubro varios aspectos de la ciudad:
- Una gran preocupación por el tema de la paz y la comprensión internacional. Celebraron un encuentro hace unos años y han dedicado una plaza a la Paix.
- Hay un festival de encuentro entre culturas.
- Tiene un hospital
- Una alameda con árboles centenarios con un perímetro de unos tres metros.
- Combina las zonas arregladas cuidadosamente de forma urbana con la presencia de una granja, supongo de cerdos por el olor, en el centro de la ciudad, junto al río.
Pero lo más emocionante en este caso, son los aspectos del pasado y no del presente. La pasteleria  me ofrece la posibilidad de comprar Biscuits de Bedarieux, así como los croissants, le pain au chocolat et la baguette. Y, lo más importante, saber dónde está el Café de France de Bedarieux que figura en un abanico que mi hermana conserva. El Café se ubicaba en la esquina de la calle principal, junto al Ayuntamiento y ahora se ha convertido en un “Credit Agricol”.

En la Alameda, me encuentro a un señor mayor que camina con dificultad ayudado de un bastón al que le pregunto por la iglesia en la que fue bautizado mi padre. Su respuesta es que me dirija al Ayuntamiento pero hoy es domingo y yo no puedo quedarme hasta el lunes. Es lo mismo que me dice el sacerdote que va a oficiar misa en la Iglesia de San Luis, aunque en Google figura como espacio cultural con el que comparte edificio. Me pregunta por el nombre y cuando le digo “García”, me responde que en ese pueblo hay muchos Garcías. Y yo añado, muchos López, Sánchez, Rodríguez, Martínez. Lo que compruebo en la visita al cementerio donde hay una lápida que recoge a alguien apellidado “Zaragoza”.






Con tantas sensaciones, nos vamos a ver el tour a la localidad de Mazamet.  Como siempre llega primera la caravana publicitaria tirando todo tipo de objetos. La recta de la meta volante está llena de niños y jóvenes que se lanzan a recoger todo lo que se lanza.
Estamos junto a las vallas de los últimos metros, cuando se aproxima cualquier vehículo, el público, principalmente los más jóvenes, comienzan a golpearlas haciendo un ruido ensordecedor. Esto es el Tour: una fiesta nacional que pasa con gente guapa, coches caros, motos potentes, atletas universales y con “baratijas” por la Francia “olvidada”, anónima como en la película de Berlanga “Bienvenido, Mister Marshall”.
Cuando pasa el “coche escoba”, cada uno vuelve a su casa a ver el final por la televisión.