Nuestra relación con nuestros vecinos de la Aquitania, la región fronteriza francesa, no son todo lo fluidas que deberían.
Los sitios de Zaragoza en los que la ciudad fue sitiada por las tropas de Napoleón son recordados como un momento que se recuerda como heroico y con gran espíritu patriótico. Aunque del patriotismo opino como Gila: "El patriotismo es una cosa que han inventado los poderosos para defender sus privilegios y, al mismo tiempo, convencer a los pobres para que defiendan los privilegios de los poderosos".
Cien años más tarde, 1908, se intentó acercar las posiciones con una exposición hispano - francesa. Fruto de ella se conservan algunos edificios en el entorno de la Plaza de los Sitios como el Museo de Bellas Artes o la antigua Escuela de Artes. Está último edificio cerrado esperando no caer a manos de la piqueta como lo fue la puerta de entrada que se encontraba en la actual Plaza de Aragón.
En 1928 se inaugura la estación de Canfranc y el paso por ferrocarril a través del tunel. Durante la II Guerra Mundial, jugó un papel importante en la huida de los perseguidos por el nazismo y, a la vez, vía para la exportación del wolframio gallego hacia las fábricas alemanas.
Pero, en 1970, la caída de un puente en el L'Estanguet obliga a cortar el tráfico ferroviario entre España y Francia, dificultando las comunicaciones sobre todo en invierno.
En 2003, se inaugura el túnel carretero que facilita el paso entre los países sin tener que subir hasta Candanchú. Lo que significa más de media hora de ahorro de tiempo. Pero la Coordinadora para la reapertura del ferrocarril Canfranc-Oloron (CREFCO) desde 1993 sigue peleando por la unión de las dos regiones a través del ferrocarril.
La llegada de la democracia y la constitución del Gobierno aragonés abrió las vías de comunicación con las autoridades francesas de la Aquitania tal como pude comprobar personalmente en una conversación en un final de etapa del Tour de Francia.
Pero durante el franquismo, los libros de texto ignoraban el carácter fronterizo de Aragón, ocultaban la existencia de nuestros vecinos. Y así se escribía: Aragón limita al este con Cataluña, al Sur con Castilla la Mancha y Valencia, al oeste con Castilla, Rioja y Navarra, mientras que al Norte se decía que limitaba con los Pirineos cuando en realidad la cadena montañosa también forma parte de Aragón. De este modo, se hurtaba la condición de tierra fronteriza con los aspectos positivos de intercambio cultural y económico. Aragón como región entre Cataluña y País Vasco no fue bien tratada, igual que le sucede a la Aquitania en el sur de Francia, tan alejada del centralismo de Paris.