sábado, 29 de enero de 2022

Asturias destino querido_5

 Cuarto día.- Hoy domingo debería ser el día de la carrera de piraguas conocida internacionalmente: el descenso del Sella que partiendo de Arriondas concluye en la meta del puente de Ribadesella, por lo que decidimos alejarnos de las multitudes y visitar Cudillero y Gijón, con un pensamiento erróneo que “las masas huyen de las ciudades en festivo”.

Cudillero es un pueblo encajado en la montaña y con una recoleta plaza que podríamos haber contemplado sino estuviera oculta bajo las sombrillas de la infinitas terrazas que la circundan.

Varias rutas señalizadas te permiten verificar que la tierra es redonda y que la visión del horizonte es un espectáculo eterno: podría pasar horas y horas mirando a lo lejos e imaginar historias aventureras o terroríficas; pero las hordas de turistas cercenan la tranquilidad y el silencio necesario. 

Por eso, nuevamente nos subimos al coche huyendo del agobio que produce tener que ir con la mascarilla todo el tiempo porque resulta imposible mantener una distancia de seguridad recomendable en estos tiempos pandémicos.

A la hora del vermut-comida, llegamos a Gijón donde tampoco faltan las multitudes en la playa y en las terrazas. La determinación de Carmen nos conduce a Casa Zabala, restaurante número 29 de 825 de Gijón según Trypadvisor, donde nos tomamos un arroz con gambas y almejas (normalito) y una ventresca de bonito a la plancha (superior) inolvidable. 

El descanso de la siesta lo realizamos tumbados en la hierba como otros muchos en el Cerro de Santa Catalina junto al “Elogio del Horizonte” de Chillida. Como en las terrazas parisinas, aprovechamos para ver y enjuiciar a los paseantes como suponemos que también lo hacen de nosotros.

Luego, visitamos la antigua Universidad Laboral, hoy convertida en Ciudad de la Cultura, donde han retirado todo vestigio de lo que fueron las universidades laborales de modo falangista, de José Antonio Girón y Velasco para  promocionar a la vez que descastar a los hijos de la clase obrera. A Enrique le ha resultado muy doloroso percibir esta omisión, esta ocultación de la historía porque él estuvo en la Universidad Laboral de Córdoba de 1971 a 1974 e, igualmente, estuvo desarrollando un curso en la Escuela de Verano de 1981 en este mismo edificio.

El edificio merece la pena visitarlo e imaginar a adolescentes, casi niños, encerrados entre aquellos muros, donde el libro la metáfora de la escuela cárcel o la escuela cuartel se materializa en piedra.

Solo una vitrina en un rincón olvidado hasta por la señora del servicio de información recoge algunos objetos característicos como los cubiertos y la sopera donde se servía los primeros platos caldosos más bien acuosos.

Para concluir la jornada hemos quedado a cenar con Toni y su compañera para agradecerles su amabilidad en las indicaciones turístico – gastronómica riosellanas. Hemos elegido “La Bolera” junto a nuestro hotel. Elegimos ensalada de tomate buey, espárragos cojonudos y el clásico cachopo, para finalizar con una tabla de quesos.

La conversación es animada aunque un tanto monótona ya que se refiere obsesivamente al tema COVID-19 y la vacunación. Me hubiera gustado que hubiese girado en torno a nuestros recuerdos de la Universidad Laboral o de los tiempos en que Toni se codeaba con la periodista Letizia o ella se codeaba con él a tenor de la fotografía del libro en la que la actual reina aparece en segundo plano.



jueves, 27 de enero de 2022

Asturias destino querido_4


 Tercer día: Teníamos programada una visita con guía al Casco Antiguo de Ribadesella que nos descubrió los secretos y los orígenes de las casas y edificios que habíamos contemplado el primer día. El origen pretencioso de la Gran Vía, -¡Cómo en Madrid!- ; en el terreno ganado a la ría por eso las calles del moderno, del siglo XIX, ribasellano son planas y no con empinadas cuestas y estrechas calles como ocurre en la parte vieja.

La casa del médico, el ayuntamiento, el hotel, el casino, el cine son algunos de los edificios que hoy hablan de su pasado glorioso y de su futuro como reclamo turístico.

La comida la haremos en El Repollú, un clásico ribasellano, con un menú de cuatro primeros y cuatro segundos por dieciocho euros incluyendo postre, agua o vino. Elegimos pote, fabada, judía verde con marisco, cebollas rellenas, torto con picadillo, chipirones rellenos.

A la tarde, Toni Silva nos ha apuntado a una visita a la Iglesia de San Salvador del Moru. A pesar de encontrase a golpe de vista desde nuestro Hotel El Carmen, llegar hasta la misma resulta difícil y agradablemente aventurero. Las indicaciones de navegador son buenas pero siempre con la duda de si el camino elegido,  - llamarlo carretera no le haría justicia -, es el correcto. En cierto momento, un coche aparcado a la derecha y una bicicleta a la izquierda impiden que continuemos la marcha. Estamos junto a una casa y la hora de la siesta invita a la prudencia y a no tocar el claxon. Invito a María a retirar la bicicleta para franquear el paso. Simultáneamente salen algunos vecinos que nos señalan personalizada y amablemente el camino a seguir, a la vez que confirman las dudosas indicaciones del navegador electrónico.

La visita a la ermita va a estar aderezada con la inauguración de la exposición que relata el proceso de recuperación de la misma. Está ubicada en la antigua Escuela, construida en 1936 por la II República, que también ha sido recuperada. Al acto acude el Alcalde de Ribadesella además de los miembros de la "Asociación Iglesia de Moru" que se ha encargado de la recuperación de estos dos edificios, sencillos pero simbólicos, de esta parroquia, ubicados en una planicie rodeada de “verdes” desde la que se ve el mar a pesar de los casi diez kilómetros de distancia. La sorpresa mayor es ver subir la escarpada escalera al campanario a Antón de 93 años de edad a tañer las campanas.

Todavía queda luz del día y tenemos fuerzas para aventurarnos a visitar Llanes, localidad turística cercana, aunque inmediatamente nos damos cuenta que no es lo que buscábamos porque se encuentra más abarrotada, más concurrida que Ribadesella. Hoy es sábado y encontrar un lugar para cenar es imposible.

Finalmente, cenamos en Nueva, parroquia del concejo de Llanes, en el Bar-Restaurante San Jorge. El menú se reparte por parejas, las consonantes (María y Carmen ) quieren parrillada de verduras y las vocales (Angela y Enrique) se inclinan por la tabla de quesos que se sirven perfectamente identificados con un letrerito: tres leches de Pria, tres leches rojo de Pria, La Peral, Beyos y Cabrales.



martes, 25 de enero de 2022

Asturias destino querido_3

 Segundo día: se decide hacer el camino hacia la playa de Ribadesella andando. Pasamos por el Mirador de Ardines donde se contempla una perspectiva en picado de la Villa de Ribadesella y la playa de la Marina. Nos orientamos como se hacia antes: por intuición y preguntando a los lugareños que te confirman y amplían tus informaciones. Durante la caminata, el paseo, la vista se regodea con las colinas verdes salpicadas de viviendas de piedra, el gris sólo rellena el cielo. El verano con sol radiante se resiste a llegar al Norte de España.

La comida es otra recomendación de Toni: Sidrería La Guía. Cuando conseguimos obtener una reserva para comer, nuestro almuerzo se retrasa a las cuatro de la tarde. El Menú siguiendo las recomendaciones escritas por “nuestro guía particular” consiste en:

- Lapas al estilo tradicional, no afogadas que se secan mucho;

- Lomos de bonito maravillosamente aliñados; 

- Pantrucu (El Pantrucu o Emberzao es un extraordinario embutido típico del Oriente asturiano, similar a la morcilla, pero que incorpora harina de maíz y de trigo, además de la tradicional cebolla, el tocino de cerdo picado, la sal, el pimentón y la sangre. El amasado se envuelve en hoja de berza y se cuece en agua unas tres horas) 

- El habitual Cachopo, 

- todo regado con sidra Viuda de Alfonsin escanciada diligentemente por la camarera.

Finalizamos de comer a las seis de la tarde por lo que solo resta regresar a nuestro paraíso del Hotel El Carmen. El clima del lugar es ideal para leer, pensar, conversar. La paz de jardín invita a la lectura aunque algunas dejan caer sus párpados. 

Casi sin darnos cuenta, llega la noche pero nuestros estómagos están saciados de la copiosa comida y su hora de conclusión. Sólo hay apetito para un yogurt y una pieza de fruta antes de acostarnos.