No sé si decir que solo han pasado cuatro días desde que ocurrió el evento. O podría decir, que he reservado esta entrada para regalármela en el día de Reyes.
El concierto de Año Nuevo iba a tener dos pases: el matinal para los abonados y el vespertino para todas las personas que lo deseasen.
A las diez de la mañana del día 2 de enero de 2022 estábamos listos para hacer la prueba de sonido con la Orquesta sobre el escenario de la Sala Mozart, la más grande del Auditorio con casi 2000 asientos de capacidad.
Después de unos minutos de pruebas, debíamos esperar hasta nuestro momento. Borja no quería que cantáramos porque nos podríamos confiar en cómo sonábamos y la Sala Mozart necesitaba que proyectáramos nuestra voz al máximo. Esperamos hasta las 13:00 aproximadamente porque nuestras canciones iban en la décima posición del concierto y había un poco de retraso por los discursos inaugurales.
Hasta nuestro momento, ansia y angustia se repartían en nuestras sensaciones. Cada uno/ una de nosotros gestionaba sus nervios como mejor podía. Repetimos la lengua de signos pero sin cantar, solo tarareando.
Cuando salimos al escenario escuchando los aplausos del público, sólo pensábamos en hacerlo bien. Fue emocionante. ¡Y solo había unas mil personas! La mitad aproximadamente de las que se esperaban por la tarde.
Cuando acabo nuestra actuación hubo momentos de alegría. Había ido bien pero no había que confiarse porque nos quedaba la sesión de la tarde a la que acudirían nuestras familias y amistades. También las familias de los miembros de la orquesta que con sus instrumentos de viento metal y de percusión se hacen oír más que nuestras voces.
A nuestro favor, que éramos setenta y una personas (71), casi no cabíamos en el escenario:
- - 27 sopranos
- - 12 tenores
- - 19 contraltos
- - 13 bajos
Por la tarde, todo fue más rápido:
A las 18:30 estábamos de nuevo en los sótanos y después de un tiempo de recordar los gestos de la lengua de signos, de concentrarse, de relajar músculos, garganta y mente; llegó la hora.
El concierto empezó a las 19 horas. Nosotros entramos a las 20 horas y después del “Somos tu voz”, los aplausos sonaron atronadores y mis ojos estaban humedecidos. Luego, “Alma Llanera”, de nuevo, aplausos y se acabó.
Ha sido una experiencia alegre, compartida, entusiasta, ilusionante, motivadora, única.
Hasta la próxima experiencia.
Si te hemos gustado y quieres apoyar este proyecto, puedes hacerlo aportando una pequeña cantidad que además desgrava fiscalmente.