viernes, 25 de agosto de 2023

Vallas y terrazas

Pongo la palabra "terrazas" en mi buscador y aparecen veinticuatro entradas. Voy a pensar que estoy un poco obsesionado, pero mi caminar por la ciudad para hacer mis diez mil pasos me llevan a tropezar una y otra vez con las sillas y mesas de las terrazas que encuentro en el centro y en los barios de la ciudad, en las calles estrechas y las avenidas, en las plazas encementadas y en las ajardinadas. 

Las terrazas llegaron con la pandemia y se quedaron en la post-pandemia. Siempre están llenas aunque con la ola de calor y la canícula son muchas las que están vacías.

Invasión del espacio público de forma permanente. Las plazas se remodelan y abren espacio pero se llenan de sillas y terrazas de forma inmediata y con espacios bien delimitados con jardineras o con otros elementos que no desaparecen ni por la noche ni por vacaciones cuando el establecimiento está cerrado. Algunas impiden la utilización de un banco público porque se encuentra aprisionado por las sillas y mesas de un centro hostelero o invaden el pasillo sombreado de una zona de transito.

El otro elemento que me martiriza son las vallas de la construcción por obra pública, arreglo de fachada o avería en el subsuelo que se colocan para la seguridad de no caer en un agujero o que te caiga una piedrecita desde 20 metros. Para su colocación supongo que tendrá que solicitarse permiso municipal, pero dudo que haya técnicos municipales que vigilen el cómo se colocan y cómo afectan al entorno: dejan paso para peatones, sillas de ruedas, cochecitos de niños, etc., se verán afectados árboles, señalización urbana; ¿en qué medida afecta a la movilidad de peatones (se pueden producir atascos de peatones), las sillas de ruedas de gran tamaño pasan con facilidad?;  el carril bici desaparece sin alternativa más allá de ir por la carretera en el sentido de la marcha o a mano por la acera, mientras que cuando el carril coche desaparece se genera una alternativa, incluso aparece un policía para regular el tráfico. He llegado a ver hasta el cierra  temporal de una calle porque hay obras y no cabe el camión que lleva el material.

Lo más grotesco es cuando unas vallas para la rehabilitación de una fachada se encuentran con que en los bajos hay una terraza autorizada, por supuesto, de un establecimiento hostelero.

Es la dictadura de la hostelería y la construcción que en ocasiones interaccionan como ocurre en la fotografía, haciendo muy dificultoso el caminar. Menos mal que es agosto y no necesito silla de ruedas.

miércoles, 23 de agosto de 2023

Esculturas en la calle

Zaragoza es una ciudad de escultores de reconocida brillantez internacional: Pablo Gargallo, Pablo Serrano.

Pero los zaragozanos no somos capaces de apreciar la belleza de sus obras cuando están en la calle, sin tener que acudir a contemplarlas a un museo que es un espacio cerrado. La ciudadanía es más de pasear, de estar por la calle pero, en ese caso, las esculturas pasan desapercibidas, mimetizadas con el mobiliario urbano.

Además de las esculturas que son obras de arte, también nos encontramos con bustos de personajes ilustres, de aquellos que contribuyeron a la urbanización de la ciudad. Estoy pensando en la erigida en honor del Dr. Cerrada que fue alcalde y contribuyo al alcantarillado de Zaragoza, pero su busto se encuentra en el Parque Grande escondido entre el follaje de los árboles.

En Zaragoza, las esculturas son grandes, están en altura como los leones del Puente de Piedra, el Batallador, el Fernando el Católico de la plaza San Francisco; o el Goya de la plaza del Pilar; otras tienen un algún medio que las protege y aleja del público. Personalmente, me gustan las esculturas de otras ciudades que están a pie de tierra, a disposición de la ciudadanía. Yo las prefiero porque son más evidentes al que pasea. 

Os invito a identificar singularmente las esculturas de vuestra ciudad. 




lunes, 21 de agosto de 2023

Zaragoza en agosto

 Zaragoza no es una gran ciudad si la comparamos con las grandes áreas metropolitanas de España: Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Sevilla; pero somos una gran ciudad en el desierto aragonés. Por eso, cumplimos el tópico de que en el mes de agosto la ciudad se queda desierta y mucho más en el puente del 15 de junio o en los fines de semana.

Las mañanas de los días laborales son silenciosas, sin ajetreos. Casi nadie va con prisa porque no hay colegios y la actividad comercial está bajo mínimos. En algunas partes de la ciudad, hasta se puede escuchar el silencio.

Al mediodía, a partir de las 13:30, y hasta bien pasada la sobremesa y la siesta, digamos las 18:30, la ciudad parece desértica, casi abandonada. Son pocas las personas que se atreven a estar en la calle y si lo hacen es por necesidad perentoria. El sol no es de justicia, sino de injusticia. Decía la canción de Labordeta: “polvo, viento, niebla y sol” para describir este clima llamado “continental” en los libros de texto.

En el ocaso, se solía salir a pasear, aunque últimamente los mas de 30 grados Celsius a las 9:00 p.m., aconsejen seguir bajo el amparo de un sistema de refrigeración.

Por la noche, la temperatura no refresca, 23,24 y 25 grados, es insuficiente para poder dormir.

Pero, a pesar de estas dificultades, me gusta la ciudad en Agosto. Me gusta la soledad de las calles, la posibilidad de aparcar con facilidad, en convertirte en singular, en un guardián de la ciudad que dejará su trabajo cuando todos vuelvan para disfrutar de su condición de pensionista y viajar cómodamente en temporada baja.