lunes, 11 de abril de 2022

Volando voy, volando vengo

Subirme a un avión en Zaragoza es como subirme al autobús, porque la cabina de un low cost se parece más a un autobús que a un avión.

La distancia entre asientos es menor que la de un autobús interurbano.

Los asientos no son reclinables como antes

NO hay una bolsita para dejar los pequeños objetos.

En esta ocasión, me ha correspondido viajar acompañado de 105 estudiantes de Instituto; lo que ha hecho mas “agradable” el viaje. ¡Adiós a mi siesta en esta salida temprana! Porque debéis saber que las horas de salida desde nuestro aeropuerto o con destino al mismo suelen ser a las denominadas “intempestivas”.

Algunos de los estudiantes son primerizos en volar. No obstante, reconozco que han aguantado estoicamente encerrados en el avión los 45 minutos de retraso motivados por un fallo en la cinta transportadora de equipajes del aeropuerto. No siempre Ryanair y sus aviones los responsables de retraso. Me comentan que van de viaje de estudios y apuntan que es el primer viaje en mucho tiempo porque les ha pillado el COVID y sus confinamientos.

En cualquier caso, tener la posibilidad de salir desde Zaragoza, evita las tres o cuatro horas del desplazamiento hasta el aeropuerto de Madrid o de Barcelona y, sobre todo, el tener que estar combinando medios de transporte, tren, metro, autobús; y coordinando horarios. Por eso, hay que dar las gracias a las compañías que deciden operar desde nuestra ciudad.