jueves, 15 de abril de 2021

Funcionarios y otros servidores públicos

 Me acabo de vacunar y solo puedo afirmar: ¡Viva la sanidad pública! ¡Viva la profesionalidad de los empleados públicos!

Alguien podrá atribuir mis exclamaciones a que yo soy un empleado público (a punto de jubilarse) pero mi experiencia con la administración pública siempre se ha caracterizado por la profesionalidad, lo que incluye, en algunos casos, empatía y amabilidad.

Podía poner ejemplos de todo tipo: desde tener una médica de medicina interna que te hace un seguimiento personal  hasta la amabilidad de un funcionario que te facilita la gestión a realizar por teléfono en pleno confinamiento pandémico.

No olvidemos a las y los docentes (el personal de la concertada recibe su sueldo de la Administración Pública aunque con un estatuto diferente también son servidores públicos) que junto a su alumnado han conseguido salvar el curso 2020-21 en esta situación de pandemia.

Por eso, no deberíamos decir que la sanidad o la educación pública funcionan bien; sino que  el personal sanitario y docente  saca adelante las situaciones con su trabajo, con su profesionalidad, con su vocación.

 Igualmente, ocurre en el resto de administraciones aunque, a veces, las rígidas normativas y las inflexibles jefaturas de una compleja estructura  impiden hacer bien ese trabajo.


 Curiosamente, hoy mismo, un amigo virtual escribe en su columna del Diario de Guipuzcoa, algo relacionado con este tema: https://www.noticiasdegipuzkoa.eus/opinion/tribuna-abierta/2021/04/15/fijeza-frustraciones/1103933.html


domingo, 11 de abril de 2021

Lugares fuera de sitio

Sergio del Molino popularizó la expresión “España vaciada” para traer a la actualidad, al pensamiento  de los urbanitas la existencia de una realidad fuera de los parlamentos y de las disputas de políticos.

Por eso, al encontrar un libro de este autor con el título de “Lugares fuera de sitio” no pude por menos que comprarlo ya que su prosa me había resultado atractiva, ágil y amistosa.

El libro nos acerca a esos lugares que se sitúan a mitad de camino entre dos países y que la historía y el destino los han colocado en el lugar menos lógico: Gibraltar, Melilla, Ceuta, Andorra, Olivenza, Rio de Onor, Llívia.

O bien aquellos lugares que la división provincial de Javier de Burgos de 1833 dejó fuera de sitio para alcanzar su objetivo: que su división provincial perdure más que las leyes orgánicas de Educación a pesar de haber pasado por Monarquías, Repúblicas y Dictaduras.

Las denomina “En las fronteras fósiles” y nos relata historias para comprender porque estos lugares se quedaron en medio de provincias a las que no pertenecen: Condado de Treviño, Valle de Villaverde, Rincón de Ademuz o Petilla de Aragón.

Un libro muy recomendable y que se lee como si fuera una novela.