viernes, 11 de junio de 2010

Saber equivocarse. –Por Ángela Becerra

En ocasiones y en lugares de los periódicos que pasan desapercibidos, te encuentras con reflexiones que son de didáctica, del proceso de enseñanza aprendizaje. Como quizás tú querido lector de este blog no has tenido la fortuna que he tenido yo; sin permiso de la autora, pero haciendo referencia para que la leamos con más asiduidad, aquí transcribo la reflexión de Angela Becerra en el periódico ADN: (abecerra@adn.es)

Los éxitos, estimulan; los errores, enseñan. Sin embargo, durante aquella infancia en la que día tras día fuimos grabando el disco duro de nuestras neuronas, mientras éramos instruidos para lograr el éxito, se nos reprimía ante las lógicas travesuras y descontroles de quienes lo tienen todo por aprender.

Nos escondieron la profunda lección de superación y mejora que se esconde detrás de cada error. Nadie nos impartió esa asignatura, la de la cultura del error, que enseñase la sabia costumbre de debatir sobro nuestras equivocaciones, sus razones y consecuencias. Faltó reflexión que grabase en nuestro cerebro los estímulos para superarnos y ser mas precavidos, despiertos o sensatos.

Y así crecimos, con un potente freno en el cerebro: el miedo a aceptar la equivocación.

Una evidencia de la creatividad de vuelo gallináceo es el inmenso surtido de justificaciones, mentiras, tretas, endosos y estupideces que unos inventan para no admitir sus propios errores, unido al inmenso surtido de incomprensiones, soberbias e incluso violencias de quienes tienen que aceptar las consecuencias de un determinado fallo.

El error es una caída, y lo único que consigue levantarnos es su aceptación. Cuando no lo hacemos, seguimos en el suelo; si además insistimos, nos enterramos en vida.

La inteligencia constructiva es aquella capas de reflexionar sobre los motivos ajenos cuando difieren de los propios.


jueves, 10 de junio de 2010

Afortunado no minoritario

Los últimos días y en plena acusación a la felicidad de los funcionarios, me he encontrado que todos los grupos a los que pertenezco son privilegiados.

Además de hombre, blanco y europeo, debería añadir que he cursado estudios universitarios, soy funcionario. Vivo en Zaragoza, por tanto urbano y no rural, además habito en el centro de la ciudad.
Como vivo en Zaragoza oprimo al resto de provincias de la comunidad.

No sé si me falta alguna categoría más, pero creo haber sumado unos 8 privilegios. Claro, que si alguno desea no castigarme podría analizar que muchos de esos privilegios fueron conseguidos por puro azar o bien después de destinar algunas de mis energías juveniles a conseguir algunas becas para legitimar "la igualdad de oportunidades del sistema escolar".

miércoles, 9 de junio de 2010

25 años de Educación de Personas adultas


"La educación no entiende de fronteras geográficas, ni culturales, ni de sexos, ni de edad...La formación permanente a lo largo de toda la vida es un derecho que todos debemos poder elegir y disfrutar. Los agentes educativos y las instituciones correspondientes son los encargados de potenciar y facilitar los medios para que esto sea posible, pues es la garantía del adecuado desarrollo de nuestra sociedad". (Ana Cristina Cólera, maestra de El Burgo de Ebro)

Se ha celebrado el final de curso de uno de los Centros de Educación de Personas Adultos más complejos, Fuentes de Ebro, con 21 aulas en pueblos pertenecientes a tres comarcas: Campo de Belchite, Ribera Baja del Ebro y algunas localizadas de la zona metropolitana.

Asistencia de la Directora General de Educación Permanente, de la responsable de Educación de la Diputación de Zaragoza y de los alcaldes y presidentes de las Comarcas. Allá en el lejano 1984 empezaron los planes provinciales, ahora convenio, que pone en relación tres instituciones de diferente ámbito geográfico: autonomía, provincia y localidad en pro de un objetivo común: la educación a lo largo de toda la vida de las personas adultas.

Enhorabuena! y hasta los próximos 25 años.

Felicidades a Pepe Lorés (20 años) y a Servando (5 años) han sido sus directores, junto a un excelente equipo de profesores, funcionarios y de convenio.

martes, 8 de junio de 2010

Huelga de funcionarios

Pedro Fernández Vicente: PERIODISTA.
Como inicio de mi reflexión, tengo que decir que no soy funcionario. Me dedico al periodismo como profesión y no estoy en situación de excedencia de ningún ministerio, pero me parece indigno lo que 'algunos', y lo digo en tono despectivo, están haciendo en contra de una profesión como la de funcionario, aprovechando la propaganda de ZP, para crear ese escenario necesario que le permita bajarlos el sueldo sin adhesiones populares, ni solidaridad. Una buena fórmula para no perder votos, que es lo que realmente le interesa.

Funcionario no se es por casualidad, como trabajador del Corte Inglés, de Philips, de Seat o de MoviStar. No. Trabajar en estas empresa, puede ser el resultado de una coincidencia o de una oportunidad. El trabajador funcionario, como los jueces, los médicos de la SS, Inspectores de Sanidad, de Hacienda, policías o bomberos, lo elije, espera a que se convoquen las plazas, las prepara en largas jornadas de estudios durante 2, 3, 4……o vaya vd. a saber cuantos años, y finalmente se enfrenta a unos exámenes duros, donde lo haya y en competencia con unos cuantos miles de candidatos. No es, por tanto, un trabajo casual. Es elegido y, por cierto, los españoles que quieran, ahí tienen las oposiciones. No es preciso envidiar a nadie, todos podemos ser funcionarios.

Esos que tanto gritan en contra de quienes mueven la administración, y a quienes debemos agradecer los progresos demostrados en los últimos años y el nivel de engrase en que la mantienen y consiguen que funcione, a pesar de algunos gobiernos, alcaldes, responsables de comunidades autónomas y políticos en general, no chillaban, hace unos años, cuando empresarios; pequeños, medianos y grandes, mantenían ingresos que se incrementaban hasta en un 20% cada año; estudios de arquitectos que no podían atender tantas peticiones como llegaban a sus despachos; vendedores de distintos sectores, que invertían en apartamentos en las playas; autónomos atentos a las bolsas, donde metían esos dineros extras que llegaban a sus cuentas, y todo gracias al momento económico que vivíamos. Un momento de alegrías de las que los funcionarios no han disfrutado, y que este Presidente del Gobierno se ha encargado de situar tan cerca del precipicio que es preciso rebajar el sueldo a unos trabajadores, como son los de la administración. Y todo, porque el responsable de proteger sus intereses, como empresario que es el Estado, se lo ha gastado en subvenciones, más o menos necesarias. Un Presidente que siendo candidato negó las necesidades que se avecinaban y no dudó en regalar aquellos 400 Euros, que le ayudaron a ganar unas elecciones y que, visto lo visto, se los estaba quitando al sagrado sueldo de unos cuantos miles de trabajadores contribuyentes. ¿Qué pasaría si lo hubiese hecho el Corte Inglés y no pudiera pagar a sus trabajadores? o ¿Sony?, o fuesen los empleados del Banco Santander los que tuvieran que aceptar, como trágala, un descenso de los sueldos.

Recordemos que mientras la economía se mantuvo en aquellos niveles que tuvimos y que ahora han dilapidado, para los funcionarios, no hubo incrementos del 10%, ni del 7, ni siquiera de ese 5 de media, que ahora les quitan. Si hubo quien lo ganó, pero no los funcionarios. ¿por qué alguno de esos que tanto jalean la medida no devuelven algo de lo mucho que han ganado?. Se trata de solidaridad ¿no?. Pues eso afecta a todos.

Y lo dicho: si alguien quiere ser funcionario, por los altos sueldos que ganan, no tiene más que apuntarse y estudiar las oposiciones, pero, creo, que muchos de los chillones de ahora, no podrían aprobar jamás esos exámenes. Quizá esa es la cuestión.

lunes, 7 de junio de 2010

3 Ps: Pedagogía, Padres y Prospectivas

Permitidme que copie a Leopoldo Abadía, lo dice tan bien que cualquier comentario enturbiaría la sonrisa :

Me escribe un amigo diciendo que está muy preocupado por el futuro de sus nietos. Que no sabe qué hacer: si dejarles herencia para que estudien o gastarse el dinero con su mujer y que "Dios les coja
confesados".

Lo de que Dios les coja confesados es un buen deseo, pero me parece
que no tiene que ver con su preocupación. En muchas conferencias, se levanta una señora (esto es pregunta de señoras) y dice esa frase que me a mí me hace tanta gracia: "¿qué mundo les vamos a dejar a nuestros hijos?" Ahora, como me ven mayor y ven que mis hijos ya están crecidos y que se manejan bien por el mundo, me suelen decir "¿qué mundo les vamos a dejar a nuestros nietos?"

Yo suelo tener una contestación, de la que cada vez estoy más convencido:
"¡y a mí, ¿qué me importa?!"

Quizá suena un poco mal, pero es que, realmente, me importa muy poco.
Yo era hijo único. Ahora, cuando me reúno con los otros 64 miembros de mi familia directa, pienso lo que dirían mis padres, si me vieran, porque de 1 a 65 hay mucha gente. Por lo menos, 64. Mis padres fueron un modelo para mí. Se preocuparon mucho por mis cosas, me animaron a estudiar fuera de casa (cosa fundamental, de la que hablaré otro día, que te ayuda a quitarte la boina y a descubrir que hay otros mundos fuera de tu pueblo, de tu calle y de tu piso), se volcaron para que fuera feliz. Y me exigieron mucho.

Pero ¿qué mundo me dejaron? Pues mirad, me dejaron:
> 1. La guerra civil española
> 2. La segunda guerra mundial
> 3. Las dos bombas atómicas
> 4. Corea
> 5. Vietnam
> 6. Los Balcanes
> 7. Afganistán
> 8. Irak
> 9. Internet
> 10. La globalización
Y no sigo, porque ésta es la lista que me ha salido de un tirón, sin pensar. Si pienso un poco, escribo un libro. ¿Vosotros creéis que mis padres pensaban en el mundo que me iban a dejar? ¡Si no se lo podían imaginar!

Lo que sí hicieron fue algo que nunca les agradeceré bastante: intentar darme una muy buena formación. Si no la adquirí, fue culpa mía.

Eso es lo que yo quiero dejar a mis hijos, porque si me pongo a pensar en lo que va a pasar en el futuro, me entrará la depre y además, no ervirá para nada, porque no les ayudaré en lo más mínimo.

A mí me gustaría que mis hijos y los hijos de ese señor que me ha escrito y los tuyos y los de los demás, fuesen gente responsable, sana, de mirada limpia, honrados, no murmuradores, sinceros, leales,.Lo que por ahí se llama "buena gente".

Porque si son buena gente harán un mundo bueno. Y harán negocios
sanos. Y, si son capitalistas, demostrarán con sus hechos que el capitalismo es sano. (Si son mala gente, demostrarán con sus hechos que el capitalismo es sano, pero que ellos son unos sinvergüenzas.)
Por tanto, menos preocuparse por los hijos y más darles una buena formación: que sepan distinguir el bien del mal, que no digan que todo vale, que piensen en los demás, que sean generosos. En estos puntos suspensivos podéis poner todas las cosas buenas que se os ocurran.

Al acabar una conferencia la semana pasada, se me acercó una señora joven con dos hijos pequeños. Como también aquel día me habían preguntado lo del mundo que les vamos a dejar a nuestros hijos, ella me dijo que le preocupaba mucho más qué hijos íbamos a dejar a este mundo.

A la señora joven le sobraba sabiduría, y me hizo pensar. Y volví a darme cuenta de la importancia de los padres. Porque es fácil eso de pensar en el mundo, en el futuro, en lo mal que está todo, pero mientras los padres no se den cuenta de que los hijos son cosa suya y de que si salen bien, la responsabilidad es un 97% suya y si salen mal, también, no arreglaremos las cosas.

Y el Gobierno y las Autonomías se agotarán haciendo Planes de Educación, quitando la asignatura de Filosofía y volviéndola a poner, añadiendo la asignatura de Historia de mi pueblo (por aquello de pensar en grande) o quitándola, diciendo que hay que saber inglés y todas estas cosas.
Pero lo fundamental es lo otro: los padres. Ya sé que todos tienen mucho trabajo, que las cosas ya no son como antes, que el padre y la madre llegan cansados a casa, que mientras llegan, los hijos ven la tele basura, que lo de la libertad es lo que se lleva, que la
autoridad de los padres es cosa del siglo pasado. Lo sé todo. TODO. Pero no vaya a ser que como lo sabemos todo, no hagamos NADA.
>
> P.S.
> 1. No he hablado de los nietos, porque para eso tienen a sus padres.
> 2. Yo, con mis nietos, a merendar y a decir tonterías y a reírnos, y a
> contarles las notas que sacaba su padre cuando era pequeño.
> 3. Y así, además de divertirme, quizá también ayudo a formarles.