Mayo 2020
Muchas veces en esta pandemia he pensado en mi padre. En 1936, cuando comenzó la guerra, tenía 18 años, la edad a la que los padres y las madres matriculan a sus hijos en la Universidad. (una práctica que ha ido aumentando curso a curso)
Creo que estaba en Madrid y se había afiliado a UGT y le sorprendió la guerra, como a nosotros el COVID.
Decía que estuvo peleando con el ejercito republicano en el frente porque le mandaron, como a nosotros nos enviaron a casa arrestados. Fueron esenciales las actividades bancarias pero no fue esencial las actividades educativas y formativas.
El 1 de septiembre de 1937 le reclamo el ejercito golpista y tuvo que ir porque un campesino quiere sobrevivir no estar encarcelado, como nosotros queremos salir a vivir o sobrevivir con el virus.
Acabado el periodo bélico, tuvo que hacer “estraperlo” para sacar adelante la familia, Pelear y pelear para sacar a cuatro hijos adelante trabajando duro.
Finalmente, supero la postguerra, esperemos que nosotros también.
Releo y continuo escribiendo en enero de 2021:
La pandemia y sus efectos siguen:
- crisis económica que separa en dos bandos a la población cada vez mas alejados y con radical diferencia a los bienes: unos tienen dinero para sacar adelante la máquina consumista, otros mendigan por las calles.
- confinamientos, obligatorios o voluntarios.
- controles de acceso a los lugares, a los países. Piensen cómo ha variado el discurso de la inmigración antes y después de la pandemia.
- categorización de la población, menos inclusividad, más discriminación.
Por tanto, confirmado: esto ha sido una guerra. No digo que el virus fue introducido por el hombre, pero los poderosos aprovecharon la oportunidad para crear el “escenario” en el que nos encontramos.
No digo que me haga anti-vacuna; porque trato de sobrevivir lleno de contradicciones como lo hizo mi padre en el pasado, en el presente y en el futuro.