A pesar de que ha transcurrido casi un siglo del golpe de Estado de 1936, todavía permanece en lo cotidiano porque no se cauterizó bien la herida y porque algunos todavía no han podido recuperar los restos de sus antepasados para hacer el duelo necesario.
Esa permanencia se explica porque la guerra no acabó en 1939, sino que siguió una postguerra con mayor o menor virulencia hasta 1980.
Lo llamo "Ley del Silencio" por el cual no omitimos de la Memoria esos hechos que nos dan miedo, que nos avergüenzan, que nos hace daño recordar.
Tarde mucho tiempo desde el fallecimiento de mis padres en revisar los papeles que conservaban en el fondo de los cajones de los armarios. Los tenían escondidos por si acaso... Cuando lo hice encontré un vacío desde su nacimiento en Francia en 1922 hasta su reclamación para incorporarse al Ejercito "Nacional" en Septiembre de 1937.
Lo que me había contado de la guerra, no se correspondía exactamente con lo que leía. Mi hermano, mayor en diez años, tampoco tenía mucha más información. Todos los hermanos lamentamos no haber preguntado más, no haber escuchado sus historias con más atención. Aunque los padres, nuestros padres tampoco querían contar mucho porque no solo tenían miedo por ellos sino también por nosotros.
Todos tenían que callar:
Unos callan, porque tienen miedo
Unos callan, porque callaron
Los verdugos y sus descendientes callan porque les parece normal y quizás en algún caso espero que sea por vergüenza y sentirse mal con lo sucedido. Aunque, actualmente, se justifica casi todo incluso se da el sentido contrario a lo que ocurrió. Se utiliza términos como "limpieza étnica" en lugar de asesinatos o "restablecer el orden" cuando se deja todo destruido.
En los coloquios del documental "Gurs: Historia y Memoria" se reconocía que algún familiar estuvo en aquel campo de concentración pero que apenas se había hablado de aquel hecho.
Me gustaría acabar con esperanza pero la llegada de la ultraderecha al poder, no me invita a pensar en mi prospectiva que vienen tiempos mejores.