sábado, 5 de octubre de 2024

Viaje a Kanazawa (ZA-PÓN)

Salida de Kioto. Maletas al autobús. Tenemos nuevo conductor. Se nos presenta de un modo formal. “Mi nombre no es Honda, ni Suzuki, sino Kawasaki”. Todo aderezado con una sonrisa y una simpatía que luego veremos corroborada por su profesionalidad: nos esperaba a la puerta del autobús; llevaba un contador para verificar que estábamos todos y  nos ponía un taburete para subir al autobús.

La guía como todos los días nos recuerda que debemos poner el cinturón y señala donde encontraremos los baños y que, hoy, deberemos aguantar dos horas hasta llegar a la primera parada.

El viaje a Kanazawa es largo, 240 kilómetros. El límite de velocidad de las autopistas japonesas es de 80 por hora, aunque Kawasaki debe ir un poco más deprisa porque adelanta a coches y camiones.  Desde el bus, se pueden ver paisajes con bosques de altos árboles en la montaña y con arrozales en las llanuras. A las dos horas paramos en un área de servicio para reponer fuerzas y hacer uso de los servicios que tienen una pantalla publicitaria mientras orinas.

 Vamos hacia Shirakawago, un pueblo de montaña que en invierno tiene bancos de nieve que superan los 2 metros de altura y como consecuencia de las fuertes nevadas, se crearon casas gasshō-zukuri (manos en oración) a dos agua. Allí visitamos una casa típica que perteneció a un comerciante de pólvora. También subimos a un observatorio para contemplar el valle desde las alturas. El recorrido entre casas y arrozales resulta interesante y me atrevo a grabar la recogida del arroz con hoz. 



Tomar una cerveza en una de las casas nos retrotrae a la mitad del siglo XX. Se paga, tu coges la botella de la nevera, quitas el tapón con el abridor colgado en la puerta y te sientas en el taburete de la puerta. La decoración me obliga a levantarme para que otro turista haga la foto.

A las 16:30 llegamos al hotel Mystays de Kanazawa. Desembarcamos y nos acercamos a ver la estación de ferrocarril. La llegada del Shinkansen y la inauguración de la nueva estación ha transformado la ciudad. Nos encontramos con una fiesta de guerreros. Volvemos al hotel porque tenemos otra actividad grupal voluntaria pero que nos hemos apuntado casi todos: Karaoke. ¡Qué divertido! 

Cuando salimos, no hemos tenido la prudencia de cenar antes de cantar, casi no encontramos un lugar para hacerlo. En la estación conseguimos tomar algo rápido y nos vamos a dormir.

Antes de que lo olvide. En todas las habitaciones, he encontrado una linterna junto a la mesilla que se enciende cuando la coges. Supongo que es para situaciones de emergencia aunque nadie te lo comenta.

viernes, 4 de octubre de 2024

Filosofando (ZA-PÓN)

Tercer día en Kioto: La primera visita del día es el templo de Ginkaku-ji, una antigua casa de campo del shogun Yoshimasa, que a su muerte se convirtió en templo. "Aunque el nombre de la casa se traduce por "pabellón de plata" pero la ambición del shogun de forrar el edificio con plata nunca llegó a realizarse".


Luego, caminamos por el paseo de los filósofos junto a un canal de agua, construido en el periodo Mejil. Con mi compañero de viaje JF, emulamos a los Filósofos. Aunque solo curse tres o cuatro asignaturas durante mi carrera, mi título dice que soy Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. El verbo fluido y la experiencia de JF nos lleva a tratar temas políticos, sociológicos, de las ideas, del futuro, de la historia, en suma, filosofía, quizás con minúscula. El paseo culmina en el templo de Nanzen-ji.

La tercera o cuarta visita es el castillo de Nijo, del shogun de Kioto con amplísimos jardines, varios fosos defensivos. El interior se visita descalzo y el paso de los turistas sobre el suelo de madera suena como si silbaran pajaritos. Hemos tenido que dejar zapatos y paraguas en el exterior. A la salida no encuentro mi paraguas que pertenece al hotel y que hay miles iguales. Así que cojo el primero que veo similar; un empleado me dice “ese paraguas no es suyo”, en tono enfadado; yo reconozco que así pero señalo  que el cesto en que yo lo había dejado no estaba y no había ninguno; se dirige a su mini-oficina y me trae mi paraguas o uno idéntico.

La última visita es la colosal estación del tren sobre la que se encuentra un centro comercial. Su aspecto no parece una estación porque no hay una perspectiva de las vías ni de los trenes.


Desde allí, de vuelta al hotel, hacemos una práctica de cómo funciona el metro de Kioto que es muy similar al de Tokio donde las distancias nos obligaran a utilizar este medio de transporte.

Comemos en el mercado de Nishiki aprovechando para hacer algunas compras. Las horas pasan y mi reloj todavía marca la hora española porque recibimos la llamada de Gran Carlos diciendo que nos están esperando en la degustación de sakes. Esta actividad sirve para que el grupo de viajeros se integre mejor y se presente indicando su nombre, lugar de origen y nos recomiende un restaurante no importa donde esté situado. Es un par de horas muy agradables, de cháchara, de encontrar puntos en común, de hacer GRUPO.

Como somos numerosos, estamos ocupando todo el local por lo que llegada la hora de los clientes habituales, nos obliga a abandonarlo. 

Todavía queda tiempo para pasear y visitar las tiendas antes de ir a cenar. Hoy, tenemos nostalgia de pan. Hemos visto una boulangerie, estilo francés, que está junto al hotel. No lo pensamos más, compramos la barra de pan y un poco de embutido en el Lawson.  Y preparamos unos bocadillos en lo que la parte gourmet era el continente y no el contenido.


jueves, 3 de octubre de 2024

Jardines bajo la lluvia y Teatro de Geikos (ZA-PÓN)

Segundo día de visita en Kioto. Hoy amanece lloviendo pero nada se antepone a los intrépidos viajeros. En el hall del hotel, Kazumi, la guía, me ofrece un paraguas que yo rechazo porque pienso que mi chubasquero de Decathlon será suficiente. Desconocía cómo caía el agua en Japón.

Al subir al autobús, la guía nos da "los buenos días" y nos recuerda que debemos llevar puesto el cinturón, hoy ya conocemos asociar su pronunciación a nuestro significado. Supongo que lo mismo nos ocurre a nosotros cuando tratamos de pronunciar cualquier palabra japonesa. Aunque el  japonés sólo tiene cinco sonidos vocálicos como en el español, personalmente siempre altero el orden de las sílabas como si fuera disléxico japonés.

9:30 Templo budista de Kinkaku-ji que posee un precioso templo dorado que vemos pero no contemplo porque la lluvia es fuerte e incesante, además, a primera hora son varios los grupos escolares que en el inicio de curso lo visitan. Los visitantes se paran para hacer las fotos que están llenas de paraguas.

11:30 Templo zen de Ryoanji cuya característica principal son los jardines y un lago con nenúfares que están un poco deslucidos con la lluvia. Yo sigo mojándome.

Los jardines japoneses son famosos por combinar las plantas con el resto de elementos de la naturaleza: las piedras y el agua. Todo en una combinación ordenada. Cada cosa en su sitio en perfecta armonía.

12:00 Visita a pasear por el bosque de bambú de Arashiyama . Por los caminos asfaltados que tienen alguna pendiente, corre el agua como riachuelo. La lluvia es de tal intensidad que yo vuelvo calado al autobús porque no llevo paraguas pero las personas que lo llevan también están muy mojadas. 

En el programa estaba prevista la visita al Mercado Nishiki, pero como está al lado de nuestro hotel; se propone que cada cual lo visite cuando considere.

Regresamos a nuestro hotel a secarnos porque llevo hasta los calzoncillos mojados, además vamos a acudir a un espectáculo excepcional como es el baile de otoño de las Geikos, ( En Kioto, se denomina así a las Geishas) que hemos tenido la suerte de que coincida con nuestra estancia y de conseguir entradas con un solo dos días de anticipación.

Desde el hotel nos desplazamos en un taxi concertado al que no tenemos que indicarle la dirección. ¡Menos mal! 

Llegamos al Gion Kobu veinte minutos antes de que comience el espectáculo a las 16:00. Aunque nos hemos ataviado con nuestras mejores ropas, se nos distingue no sólo por nuestra cara occidental sino también porque no vamos, al menos, con un traje oscuro. Algunas de las asistentes, especialmente los que se dirigen al patio de butacas - nosotros vamos al primer piso - van ataviadas con kimonos, también hay algunos varones. Unas pocas Geikos llevan el paraguas acompañando a señores de edad. También llama mi atención, que hay palcos laterales en el patio de butacas y en el primer piso. Quienes los ocupan, se descalzan antes de entrar (hay un calzador en el exterior) y se sientan sobre sus piernas al modo japonés.

El espectáculo es de música y danza en el que se narran historias de relaciones entre geikos y maikos, entre marido y mujer. A pesar del bello lenguaje corporal, no llegamos a entender totalmente las historias que narran porque la cultura no sólo es una cuestión de idioma sino también de referentes de la historia, la tradición y el contexto.

Nos han dado el libreto del espectáculo, pero está exclusivamente en japonés, lo que nos hace sentir que era espectáculo auténtico no para turistas.

Cuando salimos callejeamos por el barrio de Gion, el barrio de Goikos y Maikos, iluminado tenuemente por las farolas de cada una de las casas.

Todavía tenemos fuerzas para visitar el santuario de Yasaka que aunque está oscuro porque la iluminación es poco invasiva pero está muy concurrido de personas por turismo pero también por devoción.

Siguiente parada: una tienda de cosméticos ya que son famosos por su eficacia. Solo se necesita mirar a las mujeres japonesas cuyo rostro refleja una edad entre 15 y 65 años.

Volvemos al hotel porque ya sabemos que estamos en zona turística y las limitaciones horarias de los restaurantes permiten acercarse en torno a las nueve de la noche.

Esta noche queremos probar la carne, ¿Kobe o Wagyu? La publicidad de un local, el Yakini Kudourawo nos invita a entrar. Nos sitúan en una mesa con un fuego en medio y una pantalla para que elijamos nuestro menú. Todavía nos cuesta esta relación impersonal al que no podemos decir: ¿Vd. que nos recomienda? Tampoco nos preguntan cómo queremos cocinada la carne ¿well done?, porque la traen cruda y te la cocinas a tu gusto en tu parrilla. 

Me siento incapaz de describir los sabores que sentí aunque al día siguiente todavía los recordaba. La Kobe está más buena, es más cara; pero la Wagyu no lo desmerece. Su corte de tamaño adecuado, la experiencia de cocinarlo tú, merece la pena el precio. Mañana, cenaremos udon.

miércoles, 2 de octubre de 2024

Día de santuarios y de templos. (ZA-PÓN)

Hoy esta prevista la visita a un santuario y dos templos:

Al subir al autobús, la guía nos da los buenos días y nos recuerda que debemos llevar puesto el cinturón, aunque debido a su pronunciación no entendemos muy bien a que se refiere.

1.- Santuario de Fusimi Inari; 

La presencia de un tory en la entrada es característica de los lugares dedicados al sintoísmo. En este caso, hay millares de torii rojos de diversos tamaños que flanquean el sendero por los cuatro kilómetros que rodean la montaña. Cada tori está mantenido por una familia en recuerdo de sus allegados fallecidos.

Este santuario, dedicado al dios del arroz y el sake en el siglo VIII, presenta docenas de estatuas de zorros. El zorro es visto como el mensajero del dios de los alimentos de grano, Inari. Las llaves que están en las bocas de los zorros son las llaves de los graneros. En realidad, los zorros se comieron a ratones y conejos que eran quienes se comían las cosechas de arroz haciendo pasar hambre a los campesinos.

Como es la primera vista de la mañana, nos planteamos como reto el hacer los cuatro kilómetros del sendero que está flanqueado de toro que sube y baja, pero sobre todo sube hasta el alto de la montaña, por lo que nuestro aliento precisa de continuas paradas que aprovechamos para hacer fotografías ya que todo el entorno es muy fotogénico.

2.- Templo de Sanjusangen-do: 

“El nombre del templo hace referencia a los 33 sanjusan, (espacios que hay entre las 35 columnas del estrecho y alargado edificio) en las mismas albergan 1001 estatuas de Kannon, la diosa budista que tiene 1000 brazos. La gran Kannon está flanqueada a ambos lados por 500 imágenes menores de Kannon perfectamente alineadas. En realidad, no hay 500.000 brazos ya que según la ingeniosa formula matemática budista 40 brazos equivales a 1000 porque cada uno salva 25 mundos”. (Pequeña Guía de Japón. VIAJES PIRENE)

Los jardines exteriores son muy bonitos y agradables e invitan a la meditación, aunque al mediodía de este día soleado hay que buscar la sombra.

Ha llegado la hora de la comida, así que dejamos la tercera visita para después del descanso.

 Nos acercamos a un restaurante típico japonés donde descubrimos que no se precisa reserva pero la arbitrariedad del propietario hace que nosotros tengamos mesa pero los compañeros de viaje que llegan diez minutos más tarde, no sean atendidos. Aunque las mesas están vacías, les indican que están reservadas.

 También me sirve para conocer que los kimonos pueden alquilarse como si fuera una bicicleta cuando por la puerta del “restaurante” entran dos parejas que hablan italiano con acento milanés, les pregunto el porque del atuendo y me responden que lo han alquilado.


3) Templo de Kiyiomizu-dera


En este templo budista se repiten los rituales de la oración ante el buda, el lavarse las manos en la fuente.

“En la sala principal hay una gran terraza que se apoya sobre cientos de columnas y sobresale por encima de la ladera donde antiguamente se tiraban los fieles para conseguir fortuna en esta vida, si conseguías sobrevivir a los trece metros de caída claro. Debajo de esta sala está el manantial con tes canales donde los viajeros beben agua sagrada que se, según se cree, concede salud, longevidad y éxito en los estudios.”

Como todos los lugares que hemos visitado, se encuentra atestado de turistas y eso que está a punto de cerrar y ya no están los grupos escolares que giraban visitas por la mañana. 

A la vuelta a nuestro hotel, callejeamos por Ninenzaka, unas pocas calles llenas de comercios turísticos de alimentos, de objetos típicos, etc. Más abajo, el barrio de Gion, el barrio de las geikos, que al atardecer comienza a estar animado.


Y después de quince kilómetros en nuestro marcador, el día de las visitas religiosas se ha terminado.


martes, 1 de octubre de 2024

Primeros castillos, santuarios y templos (ZA-PÓN)

6:00 a.m. nos lanzamos a la calle donde los primeros osaqueños se dirigen a sus trabajos. Estamos cerca de la estación de ferrocarril. Con la llegada del Shinkasen (el tren bala)las estaciones se han convertido en el centro de las ciudades. Alrededor de ellas se encuentra un centro comercial con todos los servicios necesarios: desde la restauración hasta las tintorerías. Cabinas para dejar los bultos y aparcamientos para las bicis con candado.

Mantis religiosa 

El desayuno del hotel ofrece un servicio local pero también unos productos más occidentales: beicon, salchichas, fruta, croissants.

El autobús nos espera a las 8:00 a.m. con la maleta que no he deshecho porque el hotel proporciona zapatillas y pijama.

Nuestra primera visita: el castillo de Osaka. El grupo va por la vía rápida y no tenemos que hacer cola. Desde el último piso se nos ofrece una vista panorámica de la ciudad aunque mitigada por la neblina.

Desde allí nos dirigimos a Nara, que fue capital de Japón entre el 710 y el 784. La ciudad está atestada o "apestada" de turistas y de escolares porque cuenta con dos localizaciones religiosas: uno budista y otro sintoísta. Además, cuenta con el aliciente de que los ciervos sika se pasean libremente por los jardines esperando que los turistas les ofrezcan galletas que comen de la mano, incluso hacen algunas reverencias.

Visitamos el santuarios sintoísta de Kasuga Taisha y el templo budista de Todai-ji. En el primero, nos encontramos con un grupo de monjes orando en el monte lleno de lámparas en honor de los difuntos. El templo budista tiene diferentes rituales en la oración y otros que parecen un parque de atracciones, como el de pasar por un estrecho agujero practicado en un tronco. Nuestros intrépidos y ágiles JL. y A. se atrevieron a hacerlo para que el Buda nos trasmitiera buena fortuna a todo el grupo. Y lo consiguieron: pasar y que el grupo tuviera fortuna. 

 


La guía aprovechó algunos momentos para explicarnos por el pinganillo (canal 7) las diferencias entre budismo y sintoísmo. Estas religiones no son exclusivas sino que los japoneses practican el sincretismo religioso y la compatibilidad de pertenecer a ambas religiones.

Budistas: Más antigua, llega a Japón. Tiene escrituras. Tiene objetos y se ocupa de situaciones serías, tristes como los funerales y los memoriales.

Sintoísta: Es propia de Japón. No tiene escrituras. Los objetos son los de la naturaleza: montañas, ríos, etc. Se ocupa de situaciones gozosas como bautizos y bodas.

NO son paternalistas como el cristianismo, no hay un dios padre, sino que dan gracias a la naturaleza por la vida y piden ayuda ante los desastres naturales: terremotos, tsunamis, inundaciones, etc. 

Por la tarde nos dirigimos a Kioto: el Hotel Royal Park Sanjo está situado céntricamente. lo que nos permite acercarnos caminando a la zona de restaurantes del Pontocho, a la zona comercial de Kioto, así como al Mercado de Nishiki situado entre antiguas calles y con el techo cubierto, muy útil para los días de lluvia.

La cena con palillos tiene sus ventajas y sus inconvenientes. El inconveniente es que mi motricidad manual no está muy desarrollada, dicho menos positivamente: soy un poco torpe. Las ventajas es que se come más despacio y se degustan mejor los alimentos.

Y después, a descansar porque el programa de visitas de mañana está completo desde las ocho de la mañana.

lunes, 30 de septiembre de 2024

Llegada a Japón (ZA-PÓN)

Aterrizamos en Osaka. Su aeropuerto no está junto al mar, sino que está en el mar. Los japoneses tienen poco espacio terrestre ya que el setenta por ciento de su territorio son montañas, así que aprovechan la oportunidad para convertir el mar en tierra. Así no tiene montañas para las maniobras de aproximación en el aterrizaje. Solo tiene treinta años y fue diseñado por el italiano Renzo Piano.

En el aeropuerto, contabilizo hasta cuatro ocasiones en el control de pasaporte: autoservicio con control facial, funcionario que controla de nuevo, recogida de equipajes, autoservicio con control facial y de nuevo control facial ante funcionario. 

 Este proceso cuesta bastante tiempo a pesar de llevar completado desde España el cuestionario de entrada al país convertido en un código QR.  Pero somos veintisiete personas y vamos reagrupando porque nos sentimos un poco perdidos. 

De la experiencia con el baño japonés de la marca TOTO, lo comentaré en los próximos días.

Cuando alcanzamos la salida, nos espera Kazumi, nuestra primera guía japonesa. Pero ahora  casi todos queremos cambiar dinero y conseguir nuestra SIM japonesa quienes no disponemos de teléfonos modernos con eSIM. Yo compré una tarjeta sim física en Amazon que me funcionó desde el momento en que pisé territorio japonés.

Noventa minutos después del aterrizaje conseguimos subir a nuestro autobús. Kazumi nos cuenta historias de Osaka y de Japón como:

  • La llegada de San Francisco Javier y los jesuitas a Sakai, diecisiete kilómetros al sur de Osaka
  • El espíritu del té matcha: Igualdad, Amistad y el Tiempo que no volverá
  • La época de los Samurais que eran la clase social más alta seguida de agricultores y comerciantes. Éstos se convertirían en la clase alta cuando en los años 20 del siglo XX popero el comercio con el arroz.
  • Ahora, casi no hay terreno casi para cultivar por lo que solo el 40% de la alimentación es autoabastecimiento .
  • Las ciudades están relacionadas con algún producto: Osaka con la comida, Kobe con los zapatos y Kioto con los kimonos.

Antes de llegar al hotel, el autobús nos para en la zona de Dotombori pero como no puede estacionar, nos emplaza veinte minutos más tarde. La zona está llena de turistas y de neones que mi cansancio no permite disfrutar. Algunas personas del grupo se atreven a comer algunos de las comidas que se ofrecen en los puestos callejeros.

A la hora establecida, estamos todos los componentes del grupo, ahora ya somos veintiocho más Gran Carlos I, primera prueba de puntualidad superada.

El hotel Elsereine es un tres estrellas (parece de cuatro) decorado con motivos de cenicienta, carroza incluida. La habitación amplia y confortable, desde la ventana en la séptima planta, podemos ver una plaza y la majestuosidad de los edificios. Ya son las nueve de la noche en Osaka y preferimos dormir y descansar a buscar un lugar donde cenar. Mañana será otro día. 

domingo, 29 de septiembre de 2024

La partida (ZA-PÓN)

Salimos en Autobús desde el edificio Ebrosa hacia el aeropuerto de Barcelona. El edificio Ebrosa es singular, es uno de los pocos lugares en Zaragoza que siendo un edificio privado, no necesita decir su dirección. El taxista nos conduce sin necesidad de mayor aclaración. Es domingo por la mañana. La ciudad está tranquila.

No es nuestro autobús.
Fuimos en uno mejor. 

Tener que volar desde Madrid o de Barcelona me recuerda que somos de “provincias”. Cuando vamos a Occidente, a América, salimos desde Madrid y ahora cundo vamos a Oriente, a Asia, nos vamos a Barcelona. No como Colón que decidió ir a las Indias, a Asia, por el camino de Occidente; nosotros iremos al Lejano Oriente por el camino del oriente, como debe ser, sin volver la vista atrás. 

El recorrido del avión de Qatar Airways hace escala en Doha para llegar a Osaka nuestro destino final. Es mucho más largo por motivo de los conflictos, de las guerras de Ucrania y Rusia, o de la masacre de Israel. Los aviones comerciales se ven obligados a hacer recorridos más largos, más horas para el jet lang.

Desde la altura de las ventanillas del autobús se puede contemplar el páramo monegrino que queda oculto cuando viajamos en coche. Aprovechamos para presentarnos los veintidós componentes del grupo presentes, hay otros cuatro procedentes de Alicante que se nos unirán en el aeropuerto y otros dos más que se unirán en Osaka porque viajan a través de Abu Dhabí.

He aquí el listado de los emparejados: Cr.y F., I. y J. L., Ms. y J. E., S. y E., M. y JF que vienen de la bella Donosti (aprovechan para hacer publicidad de su ciudad), L. y S. y la familia M.J.,Ch y M.

Los singles son Ed., Mm, T., A., Mb, Mp  y P.

En el aeropuerto: In. y R. como pareja, singles son F. y Mil.

En Osaka nos esperan Mi. y Á.

Hay diecisiete mujeres y once hombres. La edad de los participantes supera las cinco o las seis décadas si exceptuamos a la hija de la familia, un grupo maduro bastante homogéneo.

Es mi primer viaje en grupo. Para mi supone un reto el tener que afrontar esta convivencia.
   Al hacer el check-in, recibo la sorpresa de que en el segundo vuelo no podré volar junto a mi pareja, además de tener que viajar en el asiento central (*) aunque conseguimos mejorar la propuesta inicial con un puesto  en la salida de emergencia. 

(*) La clase turista antes tenía una disposición de 2-4-2, ahora para ganar asiento y reducir el pasillo son de 3-3-3, incluso 3-4-3.

Al subir al avión de Qatar compruebo que las clases sociales siguen existiendo, incluso han aumentado: De Business y Turista hemos pasado a Business mejorada, Business, Turista mejorada y Turista. Los primeros van junto al piloto y los últimos van en la cola del avión donde se mueve más y se oye más el motor.

Del menú mejor no hablar, resumidamente es beef, chicken y pasta. Dicen ser la mejor compañía aérea pero no han debido considerar el menú en la puntuación.

En Doha, el avión aparca en el fin del mundo y el recorrido del autobús es largo y la terminal gigantesca. Así, que pasamos con rapidez por las lujosas tiendas para llegar a la puerta de embarque de nuestro vuelo de conexión. Tampoco habríamos podido comprar muchas cosas porque las tiendas son lujosas y no señalan los precios, señal de que no son accesibles a nuestros presupuestos de pensionistas y trabajadores. 

Llegamos a Osaka. En realidad no sé cuántos días ni en qué día estoy. No sé la coordenada tiempo pero sí la de espacio. ¡Estoy en Japón!