miércoles, 9 de octubre de 2024

La gran ciudad (ZA-PÓN)

Hoy es el primer día en Tokio. El día que tendremos la visita guiada. Acudimos en grupo en el metro circular hasta Shimbashi Y desde allí tomaremos un tren especial (automático y sin conductor) que lleva hasta una isla artificial. Antes pararemos en la parada donde tomaremos un ferry que nos permite ver la ciudad desde el rio Sumida. Me permite ver cómo los edificios están preparados para el terremoto: ninguno está pegado a su vecino, ya sea nuevo o más antiguo. Así, podrán oscilar tranquilamente sin disturbar a los edificios vecinos.

Cuando desembarcamos podemos contemplar el edificio singular de la Asahi Group. La silueta del edificio es la de un vaso de cerveza, esbozado para complementar el edificio vecino en forma de jarra de cerveza dorada, el cual alberga las oficinas de Asahi Breweries.

Nos dirigimos al tempo de Senso -ji donde podemos observar los rituales tradicionales: la oración, la apertura de los papelitos de la buena fortuna a solo 100 yenes con la esperanza de que sea buena y sabiendo que si es mala, se arregla dejándola colgada en los alambres al efecto; la purificación con el agua, el incienso que lanzado sobre uno nos dará más inteligencia. 

Junto al templo, la calle comercial Nakamise: donde probamos un excelente sushi y shirimi en Sushi Edomaru Asakusa Honten; también el mochi dulce recubierto de miel y el de sésamo; las galletas de arroz y castaña hechas al momento.

Por la tarde, acudimos hasta el Ayuntamiento. Un ascensor nos conduce hasta el top de la torre con un mirador espectacular para ver Tokio desde las alturas y de forma gratuita. También descubrimos que nuestro guía el “Gran Carlos I” también es un excelente pianista que sin ensayar ni preparación alguna se lanza a tocar la canción Hija de la Luna de Mecano.


La guía japonesa nos regala tres lugares fuera de lo planificado: la calle del pis, una calle llena de garitos donde en la actualidad se toman aperitivos a la tarde; el gato en 3D; y el Gozilla de Shinjuku

Nos acercamos al  barrio rojo de Kabukicho que no presentó mayor interés para mí. Pero de vuelta a Shibuya, vemos un santuario sintoísta Hanazono en medio de grandes edificios que nos ofrece un contraste de reposo, de oscuridad, de silencio frente al bullicio , luminosidad y agitación de la calle por la que se accede.

De la cena en Shibuya, mejor no hablamos. En un viaje de dos semanas, la intuición falla alguna vez y esta noche toca. Así, que pasamos por el supermercado, cogemos nuestro yogurt  y algunas galletas para comerlas en el hotel.

martes, 8 de octubre de 2024

El monte Fuji (ZA-PÓN)


Antes de despedir Matsumoto, visitamos su castillo. La subida a lo más alto se hace por unas empinadas escaleras. Debemos descalzarnos para no dañar el suelo de madera y unos empleados regulan el tráfico porque hay escaleras que sirven para subir y bajar.  En los jardines, hay unos guerreros que se prestan a hacerse fotos con nosotros. 

Pero la visita del día es un paseo en barco por Lago Kawaguchi-ko para poder contemplar el monte Fuyi. Nuestras oraciones de ayer logran disipar las nubes que por la mañana rodean las montañas.


Luego de contemplar esta estampa, de nuevo al autobús para llegar a nuestro hotel en Tokio. Según nos acercamos a la ciudad el tráfico se hace más intenso y cada cierto tiempo el autobus camina con lentitud.

Nos alojamos en el hotel New Otani Inn, cerca de la linea A, roja del metro, (el metro de Tokio se identifica por una letra y por un color) de la estación 5, Gotanda hay que saber el número para coger el metro adecuado y para darse cuenta si vas en el sentido que va hacia tu destino. También el hotel se conecta directamente con la linea Yamanote circular pero está no forma parte de la tarjeta de 72 horas que vamos a utilizar.


A las 18:30 quedamos para recibir nuestro pase y para ir a cenar donde consideremos con la advertencia de prestar atención en la parada A07 porque quizás nos hagan cambiar de tren. Y, ¡bingo!, en nuestro primer viaje, un empleado armado de pito y altavoz nos advierte de que debemos cambiar de tren si no queremos terminar en el extrarradio de Tokio. Y ojo porque a la vuelta puede suceder igual.

Nosotros nos acercamos al famoso cruce de Shibuya donde la noche y la lluvia nos dan esta fotografía de “setas-paraguas”.



Para volver decidimos hacerlo en el circular, la linea Yamanote, para el que no hemos recibido instrucciones de cómo obtener el billete. Para colmo, la estación de Shibuya está en obras, pero un poco de intuición y la ayuda de algún turista español, conseguimos billete para pasar los tornos y viajar en un tren que después de diez minutos nos lleva a nuestra estación. Salir de la misma nos resulta complicado y no hay personas a quién preguntar, pero cuando lo conseguimos estamos en frente de la puerta de nuestro hotel y a pocos metros del ascensor que nos lleva nuestra habitación en la novena planta.  

Mañana será otro día y el cansancio acumulado nos permite acudir rápidamente a nuestro sueño.

lunes, 7 de octubre de 2024

Lunes espiritual (ZA-PÓN)

 El titulo inicial era "Madrugar, bendición y viaje a las montañas" pero me ha parecido mejor resumirlo en este substantivo y su determinante. 

La actividad comienza temprano para acudir a una ceremonia religiosa en Zenkoi-ji (ji = templo). Hemos quedado a las 5:20 a.m. en el hall del hotel. La actividad es voluntaria pero ya que hemos llegado hasta aquí, no podemos desaprovechar la oportunidad de recibir la bendición del sacerdote y asistir a las primeras oraciones de los numerosos devotos y peregrinos que acuden hasta aquí. Nosotros lo tenemos fácil porque  el templo de Zenkoi-ji se encuentra a solo milquinientos metros desde nuestro hotel en suave pendiente cuesta arriba. 

Unas fotografías, unas oraciones y recibida la bendición sentida con un pequeño golpe de un rosario o algo con cuentas en la cabeza. NO pudimos ver nada porque se nos exigía no levantar la cabeza y, por supuesto, no hacer fotos.

Volvemos al hotel para desayunar en el piso decimosexto en una sala circular con amplios y acristalados ventanales. Otra linda experiencia añadida a este viaje.

Emprendemos viaje hacia Matsumoto, nuestra próxima parada. Antes, un receso en Yudanaka donde las lagunas de agua caliente sirven para ver de cerca los monos de la nieve en el centro de Yigokudani yaen-koen. Un camino por el bosque. El olor a azufre se siente.

Nosotros también vivimos la experiencia del baño en agua caliente en el onsen Riokan (hotel japonés) Sakaeya . Completamente desnudos, los chicos con los chicos y las chicas con las chicas. Tres piletas con el agua supercaliente. El agua caliente es relajante. Por lo que estamos más de una hora a remojo. Tenemos el baño sólo para el grupo de Pirene  por eso la charla supera a los momentos de silencio y de reflexión interior.  

Hay que seguir el viaje. De nuevo al autobús con una parada en el Museo Hokusai, pintor de la escuela de impresión denominada Ukiyo-e. 

El día está lluvioso y cuando llegamos a Matsumoto la descarga de maletas en el hotel muestra que somos un grupo organizado. las maletas aparecen en el hall del hotel Kagetsu que dispone de unas toallitas para secarlas. Aunque el bus ha aparcado en la puerta pero llueve con intensidad japonesa. El hotel ha ofrecido la posibilidad a quienes sean más de dos, de dormir al modo japonés con el futón sobre el suelo. Menos mal que viajo en pareja, aunque el suelo siempre es bueno para la espalda.

Acudimos a cenar en una pizzería cercana donde podemos sentarnos en la mesa los seis en la misma mesa, son las ocho de la tarde y nos sirven diligentemente.

A la salida, nos encontramos con un pequeño santuario sintoísta que, poco iluminado, ofrece un ambiente recogido. Es difícil expresar con palabras las sensaciones de pasear pausadamente en compañía de personas que hace una semana no conocías y con las que te sientes a gusto: comentas, ríes, hablas de tu vida, de los tuyos, de todo.

Buenas noches!

domingo, 6 de octubre de 2024

Kanazawa: Samurais y Geishas (ZA-PÓN)

“Kanazawa significa “marisma de oro”, nombre que hace referencia a la riqueza obtenida con el cultivo del arroz” La organización de sus calles es laberíntica porque la ciudad se diseño en torno al castillo y, durante la II Guerra Mundial, la ausencia de objetivos militares evitó que se destruyeran edificios históricos (VIAJES PIRENE, s.f.)

La primera visita es la casa del Samurai de la familia Nomura. Una linda casa de dos plantas con un jardín donde se puede escuchar el correr del agua a pesar de la numerosa presencia de turistas. Rememoramos esos tiempos en que el Samurai paseaba por entre arbustos, piedras y corrientes de agua antes de la batalla de la que esperaría volver o no.

De camino, nuestra guía nos ha explicado la jerarquía en la época de los Samurai. Los guerreros o “caballeros armados” eran los Bushi, un 20% de éstos alcanzaban la categoría de Samurai. Todos ellos estaban al servicio de un señor feudal o Daimyo que tenía que tener al menos 10.000 vasallos a su servicio. Varios daimyo debían lealtad al Shogun (me pareció entender que, salvando distancias espacio temporales, vendría a ser como el presidente en una monarquía parlamentaria, pero sin parlamento) y, por encima, de éste estaba el Emperador. En realidad, el poder estaba asociado al número de vasallos a tu servicio y eran frecuentes las traiciones por lo que un shogun podía pasar a ser el daimyo y viceversa.

La segunda visita es al Jardín de Kenroku-en en lo alto de la ciudad lo que permite que desde su lago baje el agua por diferentes recorridos llenos de pequeñas cascadas y la fuente  que funcionan por la presión natural y puede alcanzar hasta los 3,5 metros de altura, indicador de la intensidad del manantial. El jardín formaba parte del castillo que fue reconstruido en 2001 utilizando madera como se hacia en el siglo XVI. A la pregunta: ¿por qué los pinos están cuidados en Japón? La respuesta es que hay un "jardinero de pinos". (Para más información pincha en el enlace)

La tercera visita es al distrito de las geishas Higashi, donde visitamos la de Shima donde tenemos que dejar todas pertenencias en una taquilla, incluidas las cámaras de fotos. Recibimos explicaciones de las estancias y permiten a algunas asistentes a tocar el shamisen, una especie de guitarra, sentándose como las geishas. Invitan a  los y las asistentes a sonar el taiko, una especie de bombo. Los micromachismos se aprecian en la sociedad japonesa de forma frecuente o al menos son más visibles para alguien procedente de España.

La última visita es al mercado de Omicho donde se puede degustar sobre la marcha el marisco  que ofrece. Los locales que se parecen a una taberna no son muy recomendables si llevas prisa porque son muy lentos en la elaboración, aunque sea un plato frío de sushi.


De vuelta al autobús, nuestro destino Nagano. Hay diferentes caminos pero hay una petición de acercarse a meter los pies en el Mar de Japón. Esto significa una hora más de trayecto por lo que a pesar de la amabilidad de nuestro conductor Kawasaki; hay que consultar a su jefe para que lo autorice.

La parada en el mar de Japón es simbólica, quince minutos en un día gris. Llegamos de noche a Nagano donde nos alojan en la planta décima con vistas a la ciudad. 

Cenamos en la estación, convertida en centro comercial y con gran actividad. Comemos en el Midoribest que figura como uno de los mejores sitios para probar el soba. Tiene la posibilidad de mesas al estilo japonés pero nosotros elegimos el modo occidental con sillas y con una cesta para poder dejar todas nuestras pertenencias: bolsos, jersey,etc.

De vuelta al hotel, encontramos un restaurante con la bandera española, pero nuestra cena japonesa la estamos complementando con un yogurt que compramos en la cadena “7 eleven” o “Lawson” que siempre hay una junto al hotel abierta hasta las diez o las once de la noche.