miércoles, 25 de enero de 2012

Comentarios de otros tiempos


El 25 de enero de 2008 yo hacía un elenco de preguntas referidas a la Secundaria y especialmente a su profesorado. Javier, que había trabajado conmigo, haciendo un plan participativo del Máster de Profesorado como actividad de la clase de Diseño, Desarrollo e Innovación del Currículum contestaba esto:
[Photo051.jpg]En mi opinión la mayoría de los docentes no son los adecuados. En su formación priman aspectos técnicos en detrimento de unas destrezas docentes o habilidades que son más que necesarias para poder llevar a cabo la difícil tarea de transmitir conocimientos. ¿Cómo van a poder explicar algo si son incapaces de atraer y mantener la atención del alumnado? Respecto a los programas de iniciación profesional o garantía social, no se si la cuestión es si discriminan o no, simplemente creo que son necesarios, pues es obvio que no todos quieren y quizá no sea necesario que estén en la educación secundaria hasta el final. Puede sonar fuerte, o políticamente incorrecto, pero más incorrecto (y preocupante) me parece que se baje el nivel de estudios en secundaria porque no todos llegan. Simplemente es diversificar, los alumnos que optan por la iniciación profesional no sabrán analizar morfosintácticamente una oración, pero ¿realmente alguien cree que si se hubieran quedado en secundaria hubiesen acabado sabiéndolo? No defendamos utopías, porque el que no quiere aprender no lo hará aunque le obliguemos a permanecer en secundaria, y siendo prácticos, si lo que quiere es “apretar tornillos” o “soldar” intentemos por lo menos lo que haga lo haga lo mejor posible. Creo que en este aspecto nos estamos dando cabezazos constantemente contra la pared, y seguimos intentando hacer un agujero con la cabeza, con todos los dolores que ello conlleva. Alguien podrá decirme que resulta injusto, o que resulta discriminatorio, pero creo que no precisamente tenemos que bajar el nivel por ser “políticamente correctos” ¿Qué es peor: que los ingenieros hagan puentes que se hundan porque no pudieron llegar a estudiar las integrales o que los obreros que lo construyen no sepan analizar la métrica de un poema? 
Si luego resulta que los que optan por la formación profesional se dan cuenta que quieren seguir estudiando nunca se les cierran las puertas, pueden acceder desde la garantía social al grado medio, superior e incluso la universidad. Éstos si quieren sí que pueden ir aumentando su nivel de estudios hasta donde crean necesario, pero los que quieren estudiar bachiller tienen niveles bajísimos en todo porque no pudieron avanzar más en la ESO. Pongo un ejemplo: un estudiante accede de bachiller a arquitectura, el primer año va “de culo”. Otro estudiante no quiso hacer bachiller, hizo un grado medio de construcción y obra civil, luego el superior, y ahora está en primero de arquitectura y sin problemas. ¿Realmente es justo ahora? ¿Quién es el que sufre ahora las consecuencias de no querer estudiar en la ESO, el que no quiso o el que siguió estudiando? Esto demuestra también que el alumno sale adelante a pesar del maestro y del nivel, que la garantía social no es una discriminación, es simplemente ofertar al alumno la posibilidad de estudiar un oficio si es lo que quiere, y que si quiere seguir estudiando siempre podrá. Si se le oferta la posibilidad de elegir entre la ESO y la garantía social, simplemente se le dan posibilidades de que haga lo que quiera, y luego él decidirá, y si a la familia no le interesa que esté en la garantía social, quizá se involucre un poco más en la formación de su hijo, para insistirle y perseverar en que estudie, porque ahora como no pueden decidir optan por no hacer otra cosa más que quejarse del profesorado.Creo que el sistema debería ofertar incluso antes la opción de la garantía social, no esperar a los 16, a los 14 perfectamente se podría ofrecer, y si la familia quiere que estudie ya se preocupará por que siga en los estudios y seguramente haga un poco más por ello. Siempre hay tiempo para que haga más, y está más que demostrado que si quiere salir adelante, antes o después lo hará.
Ahora no se escriben comentarios tan largos. Antes no había Facebook, ni Tweeter ni etc.
Gracias, Javier.

1 comentario:

Luis dijo...

"No se puede enseñar a quien no quiere aprender" (frase escrita en mayúsculas por nuestra profesora de Didáctica General, el primer día de curso, en la pizarra del aula donde estudié magisterio.

Perfecto. Ya tenemos el diagnóstico. Atendamos, pues, a la intervención. En primer lugar, considero que, como docentes, lo primero que nos debe venir a la mente es cómo motivar a nuestros alumnos, cómo engancharlos y acercarlos al área en estos días de sobreexposición a tantos estímulos de tan diversa naturaleza. Esto no es fácil, pero incluso incluso los conceptos más distantes a los intereses del alumno se pueden tornar atractivos con una buena teatralización. No hablo de profesores artistas, sino de profesores que optan por la innovación, por las nuevas tecnologías, por alejarse del libro de texto, por aportar al área experiencias propias, por escuchar las de los alumnos y relacionarlas.

Nadie dijo que esto fuera fácil. Se requiere tiempo y recursos. Hay profesores, recién entrados en la docencia o a punto de abandonarla, a los que no les puedes hablar de estas dos variables. "A mí no me pagan por..." y "esto no es de mi competencia" son expresiones a la orden del día. ¿Se necesita más control sobre la labor docente? ¿Quizás sobre la coordinación entre el profesorado? ¿Es la administración quien ignora las necesidades de los profesionales? ¿Son los padres quién, al menospreciar nuestros esfuerzos, minan nuestra ilusión? ¿Es, de nuevo, la administración? ¿Consideramos al equipo directivo?

Algo falla. Y pienso, por mi experiencia trabajando en el extranjero, que habría que empezar analizando la forma de trabajar que aquí predomina, donde uno es "dueño y señor" de su clase y todo lo que decida en ella. Donde el concepto "comunidad escolar" es un oxímoron. El tema de la dependencia enfermiza de los libros de texto (tradición docente de este país) es un asunto aparte ("pero hay que terminarlos, no sea que nos recriminen los padres"). No conozco mejor manera de matar la creatividad.

Ahora bien, ¿se incentiva al profesorado para que esta tarea se lleve adelante? ¿se le forma para que se plantee, si quiera, "salirse del caminito"? Para desarrollar todas estas ideas se necesitan recursos, tiempos, apoyos. Actualmente, no se cuentan con ellos. Ni se prevé. Mientras tanto, seguiremos actuando localmente, desde nuestras aulas, a nuestro ritmo. Pero me entristece pensar lo lejos que nos encontramos del cambio sistémico que la situación requiere.

Quizás esté especialmente negativo porque esta misma semana me ha llamado la DGA para decirme que, por falta de presupuesto, me iban a paralizar un proyecto, ya becado por Bruselas y Madrid, que llevaba preparando desde hacía muchísimo tiempo... Ahora queda ver si me devuelven todos los gastos que éste me ha ocasionado. La verdad, no espero que esto suceda. Ya no.