Ya he concluido la lectura de David Uclés sus 752 páginas (versión digital) están llenas de musicalidad, de perspectiva humana y se refieren a ese periodo de la historia contemporánea del que no hemos superado su errores : el golpe de Estado de 1936, la guerra civil y la postguerra dictatorial que siguió.
Traigo en esta invitación a la lectura tres textos:
- Una de las innumerables descripciones metafóricas y alegóricas de las que está plagado el libro.
- Un texto resumen de la guerra y de lo que vino después
- El mensaje de Pio XII donde se muestra de qué lado está la curia española y no sólo en aquel momento.
“Aquella noche primaveral de 1940, el viento destemplado arrastro mucha tierra y cubrió de polvo y de ceniza las hojas de los chopos que nacían en las riberas” (p.746)
“Jándula lució de un día para otro de largas banderas nacionales en sus balcones y blancas en los tejados y en las azoteas - antiguas telas republicanas ahogadas en jofainas llenas de lejía caliente - . El pueblo que había sido tradicionalmente de izquierdas, se tiñó de blanco en son de paz. Se sintió aliviado ante el final de la contienda, aunque hubieran ganado los sublevados. Los janduleses estaban cansados de una guerra y hambre, y también de luchas políticas que se quedaban en vientos prometedores. Sólo quería que los vecinos exiliados volvieran - los que aún seguían con vida- y que reinara una cierta normalidad. Pero aquella paz soñada no iba a ser posible, ya que los vencedores se vengaron y aplicaron su moral y el terror a diestro y siniestro.” (p. 726)
Su santidad el papa Pio XII
“Con inmenso gozo nos dirigimos a vosotros, hijos queridísimos de la Católica España para expresaros nuestra paterna reconciliación por el don de la paz y de la victoria con que Dios se ha dignado coronar el heroísmo cristiano de vuestra fe y caridad, probado en tantos y tan generosos sufrimientos […] Los designios de la Providencia, amadisimos hijos, se han vuelto a manifestar una vez más sobre la heroica España. La nación elegida por Dios como principal instrumento de evangelización del Nuevo Mundo y como baluarte inexpugnable de la fe católica acaba de dar a los prosélitos del ateísmo materialista de nuestro siglo la prueba más excelsa de que por encima de todo están los valores eternos de la religión y del espíritu.”(p.712)