La
irrupción en la sociedad del conocimiento nos exige que la alfabetización de la
ciudadanía sea algo más que leer, escribir y saber hacer cuentas. La
globalización y el avance tecnológico nos exige una alfabetización que además
de esas competencias básicas, declaradas en el siglo XIX, se dominen otras tres
competencias: la de buscar la información, la de manejarla para conocimiento en
nuestro beneficio y la de poder intercambiarla.
Ese
mundo globalizado también exige la competencia en diversas lenguas en su
vertiente comunicativa, tanto oral como escrita y desde la perspectiva de la
expresión y la compresión. Igualmente, ha de dominarse la tecnología y no ser
“esclavo” de sus tiranías.
El
aprendizaje exige al menos dos grandes principios:
a)
la cultura del esfuerzo que depende del aprendiz principalmente
b)
la revolución metodológica adaptada a los nuevos tiempos. Con la simple
introducción de tecnologías más o menos vanguardistas no solucionaremos nada
porque cualquier herramienta puede ser usada para lo bueno y para lo malo,
dependerá de la ética y la moral del instructor.
Las
metodologías deben ser flexibles, adaptadas a los usuarios sean niños,
adolescentes o adultos y no adaptadas al currículum prescrito. Nuestros niños
son naturalmente curiosos, preguntan por qué, no se convencen con la primera
explicación; pero según avanza su escolarización no preguntan en clase, copian
apuntes que no les encuentran sentido y poco a poco vamos generando una mayoría
silenciosa que acata todo lo que se dice desde una instancia superior.
Aprendizaje a lo largo de la
vida, traducido como Educación Permanente, lo que en
el siglo XX se denominaba Educación de Personas Adultas, es la propuesta del
siglo XXI (algunos lo denominan siglo de la formación) y la respuesta a las
necesidades de la sociedad compleja que nos aparece. Toda la ciudadanía, pero
especialmente la profesional (la que se forma en los ciclos superiores de FP y
en la Universidad, debe entender que sus estudios no finalizan nunca que debe
ir completando, ampliando lo que se le facilitó en su formación inicial porque
el desarrollo científico y tecnológico es muy acelerado y no permite que el
sistema escolar vaya al mismo rítmo por imposibilidad y porque no es
conveniente especializarse antes de tener una formación básica.
La
formación profesional debe ser la
“joya del sistema educativo” porque gracias a la vinculación con el trabajo,
las titulaciones adquieren sentido y el desarrollo personal cobra sentido. La
formación teórica no debe separse de la formación práctica y los saberes tienen
sentido si pueden ser utilizados. No quiero caer en la tendencia utilitarista y
funcional de la educación porque tampoco debemos olvidar la necesidad de
enseñar a pensar, a analizar, a contextualizar, a transferir los aprendizajes y
eso sólo se consigue a través de una formación básica fuerte.
Religión fuera de las escuelas
La religión no
puede ser una asignatura, si bien el fenómeno religioso, la multicreencia del
mundo actual debe ser conocida y analizada por los estudiantes desde su más
precoz escolarización. Pero esa educación puede ser ofertada dentro de lo que
denominamos “ciencias sociales” o “ conocimiento del medio” y por los maestros y
el profesorado de este área.
La doctrina
religiosa tiene lugar en las diferentes iglesias, si bien el fenómeno religioso
debe ser estudiado en los currícula escolares.
Profesorado: Vinculación entre la formación inicial y la
formación permanente
Esta cuestión
parece una obviedad pero llevamos mucho tiempo sin cumplirla: los planes de
estudio de la formación inicial dependen de la Universidad y los planes de
formación continua dependen de la Administración Educación del Mec y de las
Consejerías, el resultado es una descoordinación total tanto en la
temporalización de las reformas como de los principios teóricos y metodológicos
que sustentan a una y a otro, además de que no se ponen en común los intereses
de ambas instituciones por lo que no se coincide en el perfil del profesorado.
Autonomía de los Centros
Hace una decena de
años que oí decir a un Secretario de Estado de Educación, cuando estaba ya
fuera del cargo, que sería necesario dotar de mayor autonomía a los Centros. Y
parece una buena tendencia que practican los países del Norte de Europa en los
que muchas veces nos inspiramos, pero en la actualidad utilizada por el
gobierno conservador del PP o de CIU, la autonomía sirve para depauperar a la
escuela pública y enfrentar a los sindicatos que ven una posibilidad de
nepotismo en la concesión de autonomía de las decisiones a un director que no
es elegido por la comunidad educativa.
Por eso, el tema de
la autonomía deberá ser regulado en paralelo al mantenimiento de un grado de
participación de la comunidad educativa que permita una mayor eficacia en la
toma de decisiones en un marco de relaciones democráticas.
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