Osborn y Gaebler proponen que en el gobierno de lo público deben primar los objetivos a conseguir sobre la maraña de reglas y la burocracia con sus rutinas excluyentes de toda innovación que atoran lo público.
Manuela Carmena se pregunta "por qué la izquierda ha tendido a demonizar siempre a la empresa. Las empresas, con su potencial deriva de explotación, ganan dinero y eso, tiende a conferirles un perfil negativo. En alguna medida, mucha izquierda pareciera haber idealizado lo público hasta la sublimación, sin reconocer los lastres en los que puede llegar a incurrirse. El hecho de que en lo público no haya ánimo de lucro, no asegura su buen hacer, ni su eficacia ni su eficiencia. Tiende a despreciarse técnicas que utilizan las empresas que pueden valer para conseguir su beneficio social que constituye su "lucro" alternativo". (p.226)
Desde luego que la solución no es la externalización de los servicios públicos sino la de gestionarlos sin las lacras de la burocracia.
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