Debo remontarme a
mi primer curso de Licenciatura, allá por el 1974, cuando el profesor Rodríguez
Diéguez, nos ofreció una conferencia en la que adelantaba el contenido de su
libro “Las funciones de la imagen de la enseñanza”. En el mismo, comenzaba con
una explicación entre las proximidades de las funciones del lenguaje y las
funciones de la imagen; asimismo recogía el modelo clásico de la comunicación:
Fuente, emisor, canal, receptor, destinatario. Continuaban dos capítulos en los
que se hacía un recorrido analítico y comparativo de los elementos de la
publicidad, en uno, y del cómic, en otro, que tenían que ver o que se podía
aprovechar sus posibilidades didácticas.
Me doy cuenta que
estoy escribiendo de memoria este párrafo, sin consultar el libro. Quiero
resaltar lo profundo y permanente que fue aquel aprendizaje.
Esta concepción de
la Didáctica como un acto comunicativo restringido por la teleología y por la
tecnología fue calando en mi modo de ver, de pensar, el proceso de enseñanza –
aprendizaje.
La teleología
determina la finalidad, el carácter perfectivo de los actos didácticos porque
buscan la mejora, el aprendizaje, la modificación de las conductas, de los
comportamientos decíamos en aquellos años finales de los 70´s.
La tecnología
determina la utilización de unos canales determinados o de unas características
organizativas de los espacios y de los tiempos y caracteriza al acto didáctico
frente a otros actos educativos que no la poseen y que se producen de forma
espontánea.
Mi pasión por la
didáctica me acercó a la pasión por los medios de comunicación, especialmente a
la radio, donde la palabra gana la partida a los mensajes no verbales de la
televisión.
De mi paso por la
radio, además de intervenciones puntuales en estudio, por teléfono o
entrevistado en la calle; debo señalar dos grandes contribuciones: a) Escuela en “¡Hola Zaragoza!” con
Fernando Rivarés en un programa magazine local, continuando la versión nacional
y la participación como “tertuliano” en Aragón Radio. El primer caso más
cercano porque los temas los elegía dentro del campo que conozco, mientras que
la tertulia es un tutto donde hay que hablar de educación, de economía, de
política o de sucesos (en ocasiones, me encuentro despistado). Pero en la
relativo a la radio, destacaré la experiencia de Radio Motriz de un colegio
público de una población del extrarradio zaragozano. Dilatada experiencia que
yo conocía de los años 80 y que, en la actualidad, continua con los medios
tecnológicos del momento. Las potencialidades que pueden desarrollarse son muy
amplias pero sobre todo lo relativo a la expresividad de los chicos y las
chicas que son capaces de actuar con total naturalidad y explicar precisamente
sus ideas ante auditorios diversos.
Pero podría también
recordar los programas “Prensa-Escuela” o los concursos que los periódicos de
tirada nacional organizan para el trabajo didáctico.
Hace tres años
incluí la categoría “comunicación” en mi blog, desde entonces unas 26 entadas:
Con textos como
éste:
"El aula no es
sólo un lugar donde conviven profesores y alumnos, sino que es un escenario
comunicativo donde se habla y se escucha, donde se adquieren y practican
estrategias de persuasión, de convencimiento, de negociación (también de
chantaje); donde se aprende qué decir y a quién, cómo decirlo, cuándo, cómo
interpretar el sentido y contenido de los mensajes de los demás. Es un
laboratorio de expresión y comprensión de sentimientos propios y ajenos, un
lugar donde el discurso del profesor tiene que conectar con las formas de
decir, de entender y de hacer de los alumnos."
(Contraportada del
libro de Cuadrado, Isabel y Fernández Inmaculada (2011): La comunicación eficaz
con los alumnos. Editorial Wolters Kluwer )
"...la
profesión de enseñante implica un continuo intercambio comunicativo cara a
cara, un dominio de las estrategias de persuasión, negociación y
convencimiento, un esfuerzo incesante por motivar, implicar y entusiasmar a los
estudiantes por los contenidos curriculares que se trabajan en el aula, una
habilidad para detectar las necesidades de cada alumno..." (p.260)
El ”actor” de
teatro se expone al público cada día, se esfuerza en contactar con él para
conseguir que todos los días la platea esté llena. El profesor, aunque no
consiga captar a sus alumnos, al día siguiente seguirá teniendo el aula llena.
El político, como el profesorado, trata de vender sus ideas, transmitir credibilidad, confianza, y hacer llegar su mensaje político, o curricular en el caso del profesor. Por tanto, tienen funciones análogas. El político procura cuidar al detalle, verbal y no verbal, su características y condiciones comunicativas; mientras el profesorado no es consciente de muchos de su comportamiento y cuando "acierta" no es por una acción sistemática y reflexiva sino fruto del azar y de la rutina.
El político, como el profesorado, trata de vender sus ideas, transmitir credibilidad, confianza, y hacer llegar su mensaje político, o curricular en el caso del profesor. Por tanto, tienen funciones análogas. El político procura cuidar al detalle, verbal y no verbal, su características y condiciones comunicativas; mientras el profesorado no es consciente de muchos de su comportamiento y cuando "acierta" no es por una acción sistemática y reflexiva sino fruto del azar y de la rutina.
Como diría
Rodríguez Diéguez, la reducción del acto comunicativo a acto didáctico se
produce por cuestiones teleológicas y tecnológicas.
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