miércoles, 13 de enero de 2016

Educación y Comunicación:


Debo remontarme a mi primer curso de Licenciatura, allá por el 1974, cuando el profesor Rodríguez Diéguez, nos ofreció una conferencia en la que adelantaba el contenido de su libro “Las funciones de la imagen de la enseñanza”. En el mismo, comenzaba con una explicación entre las proximidades de las funciones del lenguaje y las funciones de la imagen; asimismo recogía el modelo clásico de la comunicación: Fuente, emisor, canal, receptor, destinatario. Continuaban dos capítulos en los que se hacía un recorrido analítico y comparativo de los elementos de la publicidad, en uno, y del cómic, en otro, que tenían que ver o que se podía aprovechar sus posibilidades didácticas.
Me doy cuenta que estoy escribiendo de memoria este párrafo, sin consultar el libro. Quiero resaltar lo profundo y permanente que fue aquel aprendizaje.
Esta concepción de la Didáctica como un acto comunicativo restringido por la teleología y por la tecnología fue calando en mi modo de ver, de pensar, el proceso de enseñanza – aprendizaje.
La teleología determina la finalidad, el carácter perfectivo de los actos didácticos porque buscan la mejora, el aprendizaje, la modificación de las conductas, de los comportamientos decíamos en aquellos años finales de los 70´s.
La tecnología determina la utilización de unos canales determinados o de unas características organizativas de los espacios y de los tiempos y caracteriza al acto didáctico frente a otros actos educativos que no la poseen y que se producen de forma espontánea.
Mi pasión por la didáctica me acercó a la pasión por los medios de comunicación, especialmente a la radio, donde la palabra gana la partida a los mensajes no verbales de la televisión.
De mi paso por la radio, además de intervenciones puntuales en estudio, por teléfono o entrevistado en la calle; debo señalar dos grandes contribuciones: a) Escuela en “¡Hola Zaragoza!” con Fernando Rivarés en un programa magazine local, continuando la versión nacional y la participación como “tertuliano” en Aragón Radio. El primer caso más cercano porque los temas los elegía dentro del campo que conozco, mientras que la tertulia es un tutto donde hay que hablar de educación, de economía, de política o de sucesos (en ocasiones, me encuentro despistado). Pero en la relativo a la radio, destacaré la experiencia de Radio Motriz de un colegio público de una población del extrarradio zaragozano. Dilatada experiencia que yo conocía de los años 80 y que, en la actualidad, continua con los medios tecnológicos del momento. Las potencialidades que pueden desarrollarse son muy amplias pero sobre todo lo relativo a la expresividad de los chicos y las chicas que son capaces de actuar con total naturalidad y explicar precisamente sus ideas ante auditorios diversos.
Pero podría también recordar los programas “Prensa-Escuela” o los concursos que los periódicos de tirada nacional organizan para el trabajo didáctico.
Hace tres años incluí la categoría “comunicación” en mi blog, desde entonces unas 26 entadas:
Con textos como éste:
"El aula no es sólo un lugar donde conviven profesores y alumnos, sino que es un escenario comunicativo donde se habla y se escucha, donde se adquieren y practican estrategias de persuasión, de convencimiento, de negociación (también de chantaje); donde se aprende qué decir y a quién, cómo decirlo, cuándo, cómo interpretar el sentido y contenido de los mensajes de los demás. Es un laboratorio de expresión y comprensión de sentimientos propios y ajenos, un lugar donde el discurso del profesor tiene que conectar con las formas de decir, de entender y de hacer de los alumnos."
(Contraportada del libro de Cuadrado, Isabel y Fernández Inmaculada (2011): La comunicación eficaz con los alumnos. Editorial Wolters Kluwer )
"...la profesión de enseñante implica un continuo intercambio comunicativo cara a cara, un dominio de las estrategias de persuasión, negociación y convencimiento, un esfuerzo incesante por motivar, implicar y entusiasmar a los estudiantes por los contenidos curriculares que se trabajan en el aula, una habilidad para detectar las necesidades de cada alumno..." (p.260)
El ”actor” de teatro se expone al público cada día, se esfuerza en contactar con él para conseguir que todos los días la platea esté llena. El profesor, aunque no consiga captar a sus alumnos, al día siguiente seguirá teniendo el aula llena.
El político, como el profesorado, trata de vender sus ideas, transmitir credibilidad, confianza, y hacer llegar su mensaje político, o curricular en el caso del profesor. Por tanto, tienen funciones análogas. El político procura cuidar al detalle, verbal y no verbal, su características y condiciones comunicativas; mientras el profesorado no es consciente de muchos de su comportamiento y cuando "acierta" no es por una acción sistemática y reflexiva sino fruto del azar y de la rutina.

Como diría Rodríguez Diéguez, la reducción del acto comunicativo a acto didáctico se produce por cuestiones teleológicas y tecnológicas.

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