El profesorado, el
magisterio han sido el objetivo de toda mi vida profesional: su proceso de
formación inicial, la formación continua, la planificación, la metodología, los
recursos (desde el libro de texto a las TICs), la evaluación. En este blog, son
más de doscientas las entradas categorizadas con este tag.
En esta entrada, me
referiré a tres aspectos:
1) El profesorado como piedra angular del sistema educativo
2) La exigencia de un cambio en su rol principal: de enseñante a
catalizador del aprendizaje.
3) Los amores y los divorcios entre la formación inicial y permanente del
profesorado.
1)
Se decía en la
revolución escolar de la II República española que el magisterio eran los
sacerdotes de la nueva reforma.
“Allí donde se
encuentra un educador, se encuentra un revolucionario también […] Urge crear
escuelas, pero urge más crear Maestros. El Maestro ha de ser el artífice de
esta nueva Escuela, capacitar al Maestro para convertirlo en sacerdote de esta
función”[2]
Igualmente, en el documento
para el debate de la LOE se refería a “El imprescindible papel de protagonista
del profesorado”
Recientemente, el
cacareado informe P.I.S.A. apuntaba al profesorado como elemento clave para la
calidad de la enseñanza.
Por tanto, siempre
y en toda circunstancia de cambio y de reforma, los técnicos han sido
conscientes que la introducción de tecnologías, de metodologías, de nuevos
principios pedagógicas no es posible sin la colaboración máxima de quien debe
implementarlo: el profesorado.
2)
Los sistemas
educativos están para dar respuesta a las demandas del sistema social en el que
se incardina. Pues bien, no deberé emplear muchos argumentos para constatar que
el sistema educativo del s.XIX, el de la sociedad de la revolución industrial,
no puede ser el mismo que el sistema educativo del S.XXI, el de la sociedad del
conocimiento y de la invasión de las
tecnologías de la información y la comunicación.
Por eso, la
formación que deben recibir, no sólo se trata, por tanto, de informarles acerca
de nuevos conocimientos sino que debe debatirse para adquirir una actitud
abierta ante nuevas posibilidades que pueden resultar chocantes y que pueden
percibir como contrarias a su metodología. El cambio de mentalidad de los
protagonistas es uno de los mayores handicaps que se encuentra cualquier
propuesta de innovación educativa.
El profesor en
Finlandia:
- Ser profesor de escuela es una de las
profesiones de mayor prestigio en Finlandia.
- Para ser profesor hace falta estudiar
una carrera de 3 años más 2 años de máster.
- Sólo un 10% de los aspirantes
consigue entrar en la carrera.
- Para estudiar Magisterio hace falta
más de un 9/10 en bachillerato y reválida.
- Se requiere además una gran dosis de
sensibilidad social.
- La gente pide consejo al profesor
sobre todo tipo de asuntos debido a su alta preparación.
Ser profesor no es sólo saber la asignatura.
En las aulas, les esperan ”alumnos desmotivados”
a los que no sirve mostrarles todo lo que sabemos de historia, de física, de
ciencias naturales; sino que hay que vendérselo, hacerlo atractivo aquello que
se considera que es fundamental para su formación.
Pero, ¿qué es lo fundamental?
El mundo está cambiando, el perfil del profesorado
está cambiando. Y se le pide mucho como profesional y como persona. En los
Centros donde acudan a realizar sus prácticas, encontrarán “profesores con
el síndrome del Bournut”: traten de comprenderles y aprender cómo
superarlo.
En el momento
actual, los sistemas educativos, desde la educación infantil a la universidad,
han apostado por el paradigma del aprendizaje frente al paradigma de enseñanza.
En dicho paradigma, la preponderancia de los contenidos deja paso a las
actividades de aprendizaje, los objetivos a los resultados de aprendizaje. Ya
no se finaliza nunca el proceso de aprendizaje porque se necesita el
aprendizaje permanente, el lifelong learning; por eso, se precisa que la
formación básica proporcione la competencia de “aprender a aprender”.
¿Qué contenidos debe manejar un docente del siglo XXI?,
El perfil de
profesor que necesita nuestro país no difiere del que necesita los de nuestro
entorno y que ya fue definido por la Unión Europea:
Documento de los Consejos escolares.
- Guiar a los alumnos en la búsqueda de
información.
- Proporcionar las conexiones con la
realidad de los aprendizajes, de los contenidos.
- Potenciar que los alumnos sean
activos en su proceso de aprendizaje.
- Potenciar el trabajo grupal,
cooperativo, colaborativo.
- Monitorizar el aprendizaje
(seguimiento y feed-back)
- Facilitar al estudiante la difusión
de su trabajo.
En la elaboración de la Ley de Educación de Personas
Adultas en la Comunidad Autónoma de Aragón, un experimentado director señalaba
estas características:
- Reflexión
sobre la práctica
- Adaptación
a los cambios
- Tolerancia
a la incertidumbre
- Iniciativa,
toma de decisiones.
- Compromiso
ético profesional.
Muchas son las
listas de las características que debe tener un profesor, pero me gusta una que
leí recientemente a Josep Manel Marrasé (La alegría de educar) que responde a
la pregunta: “¿Qué se espera del profesor?”: pasión, autenticidad, coherencia,
curiosidad, optimismo, equilibrio, ética “…son necesarias para que nuestros
alumnos se interesen por el conocimiento y lo vivan como una emoción, para que
nosotros disfrutemos en el aula, para que este territorio mágico se convierta
en un espacio de mejora para todos”. (p.139)
El profesorado, el
magisterio que realizó su formación básica y su formación inicial en un
paradigma de enseñanza, se encuentra desbordado porque solemos enseñar como
vimos a nuestros maestros. Por tanto, se precisa de hacer una campaña de ayuda
para que el profesorado, a quienes confiamos la educación de las nuevas
generaciones, pueda adaptar su metodología a las necesidades del siglo XXI:
3)
Finalmente, la
imperativa necesidad de coordinar la formación inicial con la formación
permanente. Proponemos una reforma de las enseñanzas no universitarias y
olvidamos que se ha cedido a las universidades
la formación inicial del profesorado. Iniciamos la reforma de los planes
de estudio universitario y ni le preguntamos a la Administración educativa
cuáles son sus intenciones con respecto al Currículum. La simultaneidad de los
procesos de reforma de la formación inicial conjuntamente con la formación
permanente es una característica que parece superflua. Desde la llegada de la
democracia, las reformas de los niveles no universitarios van por un lado y las
reformas del nivel universitario van por otro. En ocasiones, esta situación
puede constatarse en la existencia de dos ministerios distintos: uno para
educación y otro para universidades y tecnología. Por eso, los planes de
estudio que atienden la formación inicial del profesorado no están coordinados
con los objetivos de los programas de formación permanente.
La universidad vive
de espaldas a los niveles educativos no universitarios y no asume plenamente
que le asignaron la formación del profesorado de todos los niveles educativos
hace cuarenta años. La implantación del “plan Bolonia” ha aportado un cierto
interés por cuestiones docentes como son los resultados de aprendizaje, la
metodología o la evaluación.
En la otra parte
“contratante”, los ministerios de educación asumen la obligación de la
formación permanente de su personal, pero no consideran que deberían
consensuar, dialogar con la Universidad para que la formación inicial no fuera
obsoleta o contradictoria con las necesidades del sistema escolar.
Las estrategias
para alcanzar esta coordinación son factibles y detectadas pero falta la
voluntad política y administrativa para ponerla en marcha. A través de
profesorado asociado, a través de las prácticas, a través de la organización de
jornadas conjuntas de “buenas prácticas” docentes, etc. sería factible
aproximar a ambos colectivos de profesorado: el universitario y el no
universitario ya que en la actualidad el clima es de desconfianza por
desconocimiento.
En resumen, si
deseamos un sistema educativo de calidad es preciso reclutar para el
profesorado a los mejores y mantenerlos permanentemente actualizados tanto en
los aspectos de conocimiento de su disciplina como en lo que respecta a los
saberes profesionales relacionados con la metodología y la didáctica, sin
olvidar cuestiones culturales y de actualidad social y política. Esta formación
permanente deberá estar coordinada con la formación inicial para no tener que malgastar
esfuerzos en el futuro.
Por supuesto, que
esta alta exigencia precisa de un reconocimiento social y político como ocurre
en los países escandinavos. Ese es el camino, sólo se precisa la convergencia
europea efectiva.
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