martes, 5 de junio de 2012

Traductores del lenguaje de las piedras


A veces, nos sonreímos cuando vemos que alguien le habla al perro o al gato. Nos puede parecer que está loca. En cambio, nos parece normal cuando alguien escucha a los pájaros y nos dice que están asustados porque se aproxima una tormenta, o que están felices porque esa mañana ha salido el sol y han encontrado fácilmente el grano.

Esto me sirve para intentar explicarme porque cuando vemos a alguien que habla a un edificio nos parece un loco; mientras que cuando una guía nos explica la historia de un edificio nos abre a un nuevo conocimiento que, para quienes no tenemos la capacidad de escuchar a las piedras, nos estaría vedado.

Si han visitado un museo y por falta de tiempo, desinterés, economía o ausencia de guía; han realizado la visita por cuenta propia; quizás no habrán escuchado a las obras allí presentes, a sus autores; quizás han oído murmullos como cuando entramos en un local lleno de gente pero que no conseguimos individuar las conversaciones.

Por eso, cuando al visitar el IAACC, y a través de la guía empecé a oír con nitidez las palabras de Pablo Serrano, a sus obras, al edificio; pensé que cualquier museo necesita al menos dos visitas: la primera con intérprete y la segunda a solas.
Conviene que la intérprete sea una maestra porque solo ellas saben enseñar a escuchar, como nos enseñan hacerlo cuando vamos a la escuela.

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