Ya he hecho algunas referencias a las vallas que hay en Zaragoza. Su omnipresencia en las calles, principalmente del centro de la ciudad (gobierna el PP), es tal que sueño con ellas, con las vallas.
Vas caminando y dónde hace unos días había unas baldosas o no recuerdas qué, aparece un agujero poco profundo, al que le han colocado alrededor unas vallas. En la mayoría de los casos, permanecen días, semana, incluso meses. La que aparece en la fotografía no sé cuánto tiempo lleva porque ha visto florecer y marchitarse una pequeña flor que todavía se distingue.
No creo que algún técnico supervise su colocación porque pueden cortar una acera, impedir que las personas en silla de ruedas tengan itinerario alternativo, etc.
En próximas entradas hablaremos de:
- baldosas rajadas en los paseos por los que circulan vehículos autorizados: camiones de tonelaje, furgonetas, etc.
- andamios de fachada sin las debidas protecciones para que los peatones no se dañen.
- terrazas que invaden pasos habilitados para personas invidentes.
- y de ciudadanos y ciudadanas que consideran que "la calle es suya" y no piensa en los demás. Por ejemplo, los deportistas de patines.
Las tecnologías te permiten contactar con personas de tu infancia aunque cuando las encuentras no sienten la misma emoción que sientes tú. Lo que me resulta más emocionante es pasear, ahora que estoy jubilado, por la ciudad que me vio nacer y en la que pase más de cuarenta años de mi vida profesinal.
Al caminar por las calles, saludo a personas a las que veo con frecuencia y a otras que veía en el pasado. También me permite hacer un anamnesis de las etapas de mi vida y las consecuencias de algunas decisiones. Me gusta pensar, fantasear con que habría pasado si en vez de elegir el bachillerato de Letras y tener que estudiarlo en la Universidad Laboral de Córdoba, me hubiera conformado con hacer "letras de madera" y haber hecho el bachillerato de Ciencias en la Universidad Laboral de Alcalá de Henares.
Nací en Zaragoza y ahora vivo en Zaragoza; pero antes hice el bachillerato superior (los actuales tercero y cuarto de la ESO) en Córdoba, luego la licenciatura en Valencia. Empecé a trabajar en 1979 en la Universidad de Zaragoza hasta mi jubilación. Aunque, en el siglo XXI, hasta la llegada de la pandemia fui un "frequent flyer" del vuelo de Bérgamo. La pandemia conllevó la decisión de pasar la última edición de la vida en Zaragoza.
Probablemente haber pasado desde los 14 hasta los 22 años fuera de Zaragoza o ese otro periodo de vida con un pie en España y otro en Italia hayan reducido mi vida social mucho pero a pesar de ello, sigo encontrándome con dos o tres personas conocidas cuando paseo por la calle.
Creo que una decisión acertada la de haberme quedado en Zaragoza y no haber elegido algún lugar lejano, quizás más bonito, para pasar esta última etapa. (Por la mañana me despierto y me preocupa que NO me duela nada. Por si me he muerto) Por la calle, en un bar o en algún espectáculo, agradezco el saludo de "buenos días" adornado con una sonrisa o detenerme a hablar con quién no veías desde hace una década, a pesar de vivir en el mismo barrio.
Vaya lío de entrada que he hecho. En realidad, solo trataba de explicar el estado de ánimo de un jubilado que se siente parte de una comunidad cuando pasea por la calle. Aunque mi paso por Córdoba, Valencia o la Lombardía me hagan sentirme un poco extraño.
Este blog se inició en 2007. Inicialmente estuvo dedicado a la didáctica por motivos profesionales; ahora en mi periodo de júbilo, observo y reflexiono sobre todo tipo de cuestiones políticas y ciudadanas, también filosóficas porque no olvido que mi título de Doctor pone Filosofía y Ciencias de la Educación.
A veces, el blog actúa de forma catártica para expresar sentimientos de cuestiones personales que me parece adecuado compartir.
Espero que a los que por primera vez os acercáis a él, os guste.
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