jueves, 23 de octubre de 2025

Volando vengo (JIV)

El día 23 todavía estábamos volando y, aunque no pensaba escribir más, voy a hacer una reflexión de lo que supone un viaje transatlántico especialmente para las personas que no lo han hecho nunca. Yo lo he hecho en varias ocasiones y sólo esta vez, he hecho una reflexión sobre la capacidad de ocho miembros de tripulación son capaces de controlar a casi cuatrocientas personas.

Esta es la secuencia de los hechos:

Los pasajeros suben al avión, los expertos dicen que la tripulación saluda y con el mismo detecta la cualidad del pasajero: tranquilo, colaborador, conflictivo, nervioso, etc. 

Se cierran las puertas, despegue y a la hora del despegue te dan de cenar. Pasada la cena, apagan las luces y solicitan a quienes están en la ventanilla que bajen la cortinilla para que no entre luz. Todos obedecen, algunos tratan de dormir, otros miran en su pantalla individual películas, documentales, etc. No hay silencio total pero tampoco hay murmullos de conversación. Es decir, no han dicho "vamos a dormir" explícitamente pero han generado un escenario que te conduce, que conduce a casi cuatrocientas personas al recogimiento.

Cuando faltan noventa minutos para aterrizar en Madrid. Dan la luz y esa es la señal para despertar. Te sirven el desayuno, ahora sin bandejas y final.

Otra cuestión en la que me fije es que la primera vez que pase el atlántico en un gran avión, en la clase Turista la disposición de los asientos era 2, pasillo, 4, pasillo, 2, lo que sumaba ocho asientos por fila; en la actualidad, además de reducir el espacio entre filas la disposición es 3, pasillo, 3, pasillo, 3, lo que ofrece un total de nueve asientos por fila.

Ahora, al menos hay tres clases Turista, Turistas Premium y Business.

miércoles, 22 de octubre de 2025

Como Willy Fog (JIV)

 Como señalaba en la entrada anterior, el regreso comenzó el día 21 por la noche y finalizó dos días después. Volar de oeste a este debe ser más gravoso que al contrario. Al menos, yo lo he sufrido más que cuando regresé de Japón el año pasado. Los efectos del jet lang me han durado más de una semana, quizás porque ha coincidido con el cambio del horario de verano al de invierno. 

Llegamos el día 22 al mainland, es decir, al territorio continental de US, concretamente a Phoenix para enlazar 40 minutos después con otro vuelo hacia Los Ángeles. No era esta nuestra intención cuando contratamos el viaje pero la compañia American Airlines asociada con Iberia decidió cancelar el vuelo directo de Honolulú a LAX y nos ofreció como alternativa este paseo paseo por los aeropuertos estadounidenses.  Pero teníamos una grata noticia: nos podíamos despreocupar de nuestras maletas facturadas porque ellos se ocupaban de llevarlas directamente hasta Madrid. 

Así que llegamos a las 9:05 a.m. al aeropuerto de Los Ángeles T4 y nuestro vuelo a Madrid no salía hasta las 5:50 p.m. Parecía una larga espera pero fue muy entretenida ya que la nueva terminal Internacional  "Tom Bradley" es un espectáculo arquitectónico, de medios audiovisuales y de tiendas de lujo y de menos lujo; con un reloj audiovisual que ofrecía un espectáculo diverso a cada hora y a cada media hora.


Una consideración propia del momento: Tom Bradley fue alcalde durante 20 años afroamericano  y la ampliación fue inaugurada por Antonio Villaraigosa, democrata y con ese apellido imaginen su origen. Se entiende el poco cariño que Donald Trump tiene a la ciudad.

También puede entretenerse en grabar el va y viene de aviones desde sus grandes ventanales y contabilizar las distintas compañías con sus logos, algunos muy llamativos.

Tan entretenidos estábamos que casi no oímos nuestros nombres cuando desde el mostrador de embarque se nos requería para confirmar que nos encontrábamos allí, ya que parece que la comunicación entre compañías asociadas - ya teníamos una tarjeta de embarque que nos dieron en Honolulú - no es totalmente fluida.

martes, 21 de octubre de 2025

¡Adiós, Hawaii! (JIV)

Nuestro último día en las islas.  Organizamos nuestras maletas de tal modo que la que se factura, lleva aquello que no necesitaremos para un recorrido que incluye tres vuelos y una parada de nueve horas en el Aeropuerto de Los Ángeles. Luego, aeropuerto de Madrid y viaje en coche hasta Zaragoza. No sabemos cuántas horas son porque los dos vuelos van en contra del uso horario de Zaragoza.  Sabemos, porque lo pone en nuestro billete, que salimos hoy día 21 a las 9 p.m. y llegaremos a Madrid a la 1.p.m. del día 23, es decir, será la 1 a.m. (madrugada) de ese mismo día en Honolulú. Como trabalenguas es divertido, pero como experiencia muy agotadora.

Después de hacer el check out a mediodía, nos acercamos de nuevo a Chinatown. Está muy cerca del hotel y por la mañana está muy animado. También hay algunos nuevos restaurantes que están abiertos y que atienden a una población distinta a la que compra en el market place y en el resto de comercios. Aquí, como en otras ciudades occidentales (el estilo de vida es más estadounidense que oriental) se esta produciendo el fenómeno de la gentrificación. El popular chinatown está dando paso a un moderno chinatown.

Paseamos por el centro de la ciudad y tomamos un café en un starbucks, NO hemos encontrado un sitio mejor para pasar estas horas calurosas y húmedas del afternoon. Así que sufrimos los rigores de un café supercaliente y una temperatura de setenta grados Fahrenheit que precisa de jersey.

Luego viaje al aeropuerto donde podemos comprobar que el taxista es un inmigrante filipino.  El aeropuerto a estas horas vespertinas está muy vacio por lo que resulta agradable pasear por él, ya que cuenta hasta con una zona jardín, si bien la mayoría de las tiendas ya han cerrado.

¡Adiós Hawaii!

lunes, 20 de octubre de 2025

Parada en Honolulu (JIV)

 Estamos alojados en el Aston At Executive. Desde el piso vigésimo octavo la calle queda muy lejos, la mirada se dirige hacia la montaña y hacia los otros altos edificios.

Por la mañana del lunes, el Downtown tiene un aspecto distinto. Hay actividad y los homeless se retiran a los confines de esta zona financiera. Pero en nuestro camino hacia Chinatown podemos corroborar la división entre quienes tienen trabajo y los homeless: viejos y jóvenes, hombres y mujeres. Han dormido en la calle y ahora se ubican en algún lugar sombrio donde puedan sentarse. Su aspecto es sucio, desaliñado, no les facilitan el aseo en los centros cercanos. Algunos arrastran carritos de supermercados sobrecargados con sus pertenencias.

En Chinatown, también hay algunos homeless aprovechando la posibilidad de poder solicitar algunos productos alimenticios. No hay muchos turistas, estamos en la cuarta semana de octubre y ya es temporada baja. Pero encontramos a unos jóvenes turistas extranjeros que nos invitan a comprar Mangostan, una fruta tropical, la más cara de todas las que hay en los comercios (9 $ la libra frente a 3$ del mango).

Las tiendas alimentación nos ofrecen sus productos. Hay que destacar un espacio ocupado inicialmente por un club nocturno, El Glade, donde ahora se encuentra un market place que cuenta con locales que ofrecen comida para comer en el espacio común y otros que presentan verduras, carnes y pescados.

La historia de este barrio fue brillante en otra época cuando llegaron gran población china para trabajar en las explotaciones de azúcar.  En los años 20 del siglo XX, se construyeron bellos edificios que ahora sufren del abandono o la falta de mantenimiento.

La mañana la completamos visitando por el exterior porque es lunes y están cerradas, las casas de las Misiones, el Capitolio del Estado, el palacio Iolani y el monumento a Hamehameha. 

Una advertencia para quienes quieran comprar una cerveza en el supermercado: vayan provistos de pasaporte porque le pedirán una identificación aunque tengas canas y arrugas suficientes para atestiguar que eres mayor de 21 años. 

Al atardecer, nos acercamos a la Aloha Tower en cuyos alrededores parten algunos barcos para celebrar una fiesta Luau.





domingo, 19 de octubre de 2025

Despedida (JIV)

 Este viaje tan lejano se justificaba por pasarlo junto a mi hermana. Hoy toca despedirse y el azar ha querido que coincida con el octogésimo cumpleaños (80) de nuestro hermano Juanjo

La despedida se produce en la puerta del aeropuerto porque ellos vuelan al continente (mainland) y necesitan que todo su equipaje, incluido el que facturarán, debe pasar el control del Departamento de Agricultura. Nosotros volvemos a Honolulu antes de comenzar nuestro regreso a España.


Nuestro vuelo a Honolulu solo dura treinta minutos. Había leído que en Honolulu se estrenaba un medio de transporte, metro aéreo ligero, al que podíamos acceder gratuitamente con nuestra tarjeta HOLO aunque no tenga saldo. En principio, había visto que podíamos llegar a nuestro hotel con la linea W1 y pensé que se refería al Skyline pero no era así. 

Después de recoger nuestras maletas, seguimos algunas indicaciones provisionales que parece que nos conducen hasta el Skyline. Allí, una persona de la compañía ataviada con un chaleco amarillo nos da una serie de indicaciones de forma un tanto imprecisa. Todo es muy novedoso y nadie tiene la información precisa aunque su trato es amable y colaborador. Tres señoras que están ocupando su tarde de domingo en ir de aquí para allá en el nuevo transporte, nos ofrecen su ayuda y nos acompañan hasta otra parada para que podamos alcanzar nuestro hotel con la mejor combinación de transporte posible. Allí, nos dejan al cuidado de otra señora que nos acompañará unas paradas en el autobús que con sus indicaciones nos dejará en una parada a pocos metros de nuestro hotel. 

Fue un recorrido de más tiempo que si cogiésemos un taxi pero ha sido totalmente gratis y nos ha permitido conocer más a la población trabajadora de esta ciudad. La última señora nos dijo que procedía de Filipinas y que aprendió español en la escuela. Todavía recordaba algunas de las expresiones que aprendió.

Viajar en autobús siempre te permite conocer el pulso real de una ciudad.

La habitación del hotel es mejor de lo que habíamos contratado y nos encontramos en el piso vigésimo octavo (28º) . Mañana cuento las sensaciones de estar a esa altura.