Estar en un lugar en el que recientemente los seres humanos se pelearon por una idea, me lleva a pensar si el precio de una idea merece ser tan alto como para arriesgar la vida.
Los irlandeses obtuvieron la independencia de la nobleza británica solo hace 102 años (1922). Gran Bretaña se quedó con los condados del Norte, quizás los más ricos industrialmente. No hay que olvidar que el Titanic se construyó en los astilleros de Belfast.
De mi visita hace siete años recordaba sobre todo la diferencia entre el barrio católico y el barrio unionista; cómo para pasar de uno a otro lado había unas grandes puertas y unas vallas de más de diez metros. Todo eso sigue igual. Los taxistas hacen los free tour, pero los intrépidos over 60 nos lanzamos con la ayuda de Google a encontrar los murales que inundan sus calles.
También visitamos el Memorial de los miembros del IRA que cayeron en la lucha. Situado en la Falls, Rd. recibe el nombre de Jardin del Recuerdo.
Algunos de los murales son clásicos
En el centro de la ciudad, hay que visitar el Ayuntamiento con su explanada, la Opera y sus pubs clásicos del siglo XIX: The Crown Liquor Saloon (1880) y Robinsons Bar (1895).
En los astilleros donde se construyó el Titanic han construido un museo para atracción de los turistas y un nuevo barrio muy distinto del Belfast que enfrentó a independentistas y unionistas.
Para contrastar de tanto cemento y del color gris, nos dirigimos al St.Mary College que está junto al Jardín Botánico rodeado de un amplio espacio verde, necesario para relajar nuestra mente de tanta violencia que todavía parece presente en la zona alta de la ciudad.
Por cierto, entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte no hay fronteras a pesar del Brexit. Es imposible. La autopista A1 de Irlanda del Norte se convierte en la N1 de Irlanda solo en los carteles y en las señales que indican la velocidad en Millas o en Kilómetros hora.
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