Los días pasan rápido y ya tenemos que dirigirnos hacia nuestro último alojamiento. Hemos elegido la ciudad de Dundalk, que está a mitad de camino entre Belfast y Dublin.
Hacemos la primera parada en la ciudad de Athlone que tiene un castillo, varias iglesias y está en la salida del lago Ree por lo que tiene un puerto con embarcaciones de recreo. Paseando notamos como Irlanda está en obras públicas, adecentando calles, peatonalizándolas, etc. Desconozco si son los fondos europeos o los ahorros del Covid-19 los que financian tantas obras en estos tiempos.
Seguimos nuestro camino porque deseamos llegar a una hora razonable a nuestro destino, aunque en esta ocasión accedemos mediante una llave que se encuentra en un depósito que se abre con un código que la propietaria nos la ha enviado por whatapp.
Aquí, como en otras localidades irlandesas, reconocen la labor de los deportistas locales sean de la disciplina que sean.
Como el otro día, mi intuición me lleva a un indicador que dice Parque Lilliput Aventure, un campo de verano junto al Lago Lough Ennell, que nos permite hacer el pic nic sobre una mesa bajo un maravilloso y extraño sol en nuestros días.
Otra vez el "cómo llegar" de Booking, me conduce a una rotonda. Pero la fortuna y nuestras habilidades consiguen llegar a un coqueto apartamento en una zona residencial nueva que está llena de niños.
Antes de cenar, (cenar en casa tiene la ventaja de que ajustamos el horario a nuestro interés) tenemos tiempo para visitar los alrededores:
a) el Navy Bank Walk, un paseo junto al mar que, cuando lo visitamos, está de marea baja y permite que las aves busquen alimentación
b) Blackrock, un pequeño pueblo turístico que es un espacio de protección de la flora y fauna.
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