Hoy es domingo y vamos a visitar el condado de Cork, uno de los lugares turísticos del sur de Irlanda. Las carreteras han cambiado desde nuestra anterior visita a esta zona: autopistas, carreteras anchas o al menos que caben dos vehículos sin arriesgar a irse a la cuneta.
En primer lugar, nos dirigimos a Cobh, puerto desde donde embarcaron en el Titanic un centenar de viajeros de tercera clase. Hay un museo que narra la experiencia de las personas, mientras que el museo de Belfast se dedica a la construcción del banco.
También Cobh, Queenstown en su denominación de aquel tiempo, estuvo relacionada con otros hechos históricos: el rescate de los náufragos del Lusitania, un crucero que había sido bombardeado por un submarino alemán en 1915. Pero también fue el puerto desde donde zarpó el barco de vapor que hizo la primera travesía del Atlántico.
Llegar hasta Cohn se realiza pasando por diferentes islas. Vemos muchos policías en los cruces y rotondas, lo que nos hace sospechar que debe haber algún acontecimiento. ¡Bingo! Se está celebrando una carrera de triatlón que incluye natación, ciclismo y carrera a pie. Cuando llegamos nos informan que “ya están todos en casa” porque todos los nadadores ya han llegado a puerto desde la isla situada frente al puerto. Y el mar, a pesar de ser una zona protegida, está con unas olas importantes. Varios barcos y kajaks han velado por la seguridad de los atletas. En cualquier caso, la ciudad está con aire festivo, los niños se divierten en el parque y los mayores charlan y beben. El tiempo está fresco pero las nubes respetan la fiesta. Salimos cómo podemos porque nadie ha advertido a Google de las calles cortadas por motivo de la carrera, para dirigirnos hacia Cork.
En el domingo por la mañana, la capital del condado está un poco sosa. La calle St. Patrick tiene la mayor parte de sus comercios cerrados por lo que nos dirigimos hacia el University College Cork que cuenta con un maravilloso jardín y bosque donde disfrutar de calma y poder hacer un lunch en plena naturaleza. Las nubes han decidido cobrar protagonismo y descargan de vez en cuando un poco de lluvia.
Lluvia, domingo, gran ciudad invitan a buscar nuevos horizontes. El pueblo turístico-pesquero de Kinsale se encuentra a media hora que recorremos con lluvia. Nuestra fortuna se alía para que la localidad nos reciba con sol. Paseamos por sus calles, vemos sus iglesias y terminamos en el pub Kitty. Creo que fue aquí cuando hace siete años cené solitariamente. Ahora, lo he elegido para cenar con mis compañeras de viaje. Tiene música en vivo por lo que alargamos nuestra presencia saboreando unas pintas de cerveza y charrando con los parroquianos. La conversación siempre comienza con el “Where are you from?” Y continua con cualquier otro tema.
Cuando oscurece, volvemos a nuestro B&B que se encuentra a una hora de distancia y hay que circular por carreteras estrechas y poco iluminadas. Un poco de orientación y algún despiste de google nos conducen a nuestro descanso.
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