lunes, 14 de enero de 2008

Autónomos sin criterios.

Cada vez me empiezo a ver más retrogrado.
De exigir libertad, amnistía y estatuto de autonomía he pasado a pedir un poco de criterio a la hora de dar autonomía a jóvenes y niños.
El niño tiene derecho a aprender lo que quiera, a elegir aquello por lo que más le gusta. Esto lo decían ilustres pedagogos y educadores del siglo XIX.
Supongo que es algo que como principio mantengo, pero no sé si en la implementación empiezo a estar de acuerdo con los seguidores de esos ilustres.
¿Por qué, acaso, la infancia de hoy es como la que los "ilustres" conocieron?
La infancia del XIX no tenía el qué elegir. Tenía lo que le daban: poco. Y hacia lo que le mandaban, no lo que le gustaba.
La infancia del XXI (al menos la que no vive en chabolas) tiene dónde elegir: carne o pescado, ahora o después, este u otro libro, este o aquel juego. Incluso tiene un surtido demasiado amplio. Les ocurre como cuando entro en El Corte Inglés a comprarme una camisa: hay tantas que me gustan que no sé cuál elegir. Me faltan criterios.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No estoy seguro de que la infancia de una u otra época tenga más o menos oportunidades de jugar y divertirse y de que, por tanto, requiera de criterios de selección. Me da la impresión de que los niños de hoy tienen la posibilidad de jugar con la Play Station igual que los del XIX jugaban con el aro o la peonza. Jugar es jugar, da igual con qué sea. Ahora tienen montones de colecciones para leer y antes sólo un par de libros en casa y algún tbo. Pero leer es leer, da igual si tienes mucho o poco donde elegir. Creo que la actividad no está marcada por el instrumento y que, por ello mismo, las actividades de los niños han cambiado poco a lo largo del tiempo.
Cuando entras al Corte Inglés ves muchas camisas, pero tú buscas una de manga larga, que se pueda llevar con tus pantalones de pana marrones y que no valga más de 50 Eur. No tienes tanto donde elegir. En el siglo XIX la ropa se hacía por encargo: una camisa de manga larga, que se pueda llevar con los pantalones de pana marrones y que no valga más de 2 reales. Es bastante parecido. El mismo parecido que hay entre un misil nuclear de cabeza caliente y una piedra tallada en forma de punta de lanza atada a un palo. Son armas y sirven para matar: qué importancia tiene que una fría los tejidos del cuerpo y la otra los trinche, si ambas provocan la muerte.
La peonza y la play station provocan diversión.
Un libro viejo o una historia contada por un abuelo son capaces de recrear el mismo mundo de ficción que la colección completa del barco de vapor.
Supongo que hay que entrar a valorar los cambios desde un punto de vista exclusivamente cuantitativo, porque cualitativamente no creo que hayamos cambiado desde hace unos 10.000 años (majomenos). Tenemos el mismo cerebro -de una cilindrada de 1.600 cc (más que la moto de Rossi) que teníamos entonces. Nos hemos rodeado de instrumentos, pero nos sigue dando placer salir al campo, subir una montaña, pescar en un río o respirar el aire del mar. Nuestro cerebro es más antiguo que nuestra civilización, qué cosas. Y si no hay cambios apreciables desde hace 10.000 años, calcula desde el siglo XIX, si fue antropológicamente hablando anteayer.
Saludos
Alumnator
PS: El 12 de febrero, hora y lugar.

Anónimo dijo...

Y antes en El Corte Inglés, tenías a una encantadora señora o señorita, que te ayudaba a elegir, ..."con la roja llamarás la atención, el azul nunca pasará de moda, el verde..." cada color, cada camisa te permite conseguir unas sensaciones diferentes, pero si nadie te "cuenta" lo que es cada cosa, te guía, te acompaña, sobre todo al principio del "aprendizaje" vas a la tienda y todas son iguales. Después te conviertes en autodidacta y te encanta elegir y experimentar por tí mismo las sensaciones de una camisa amarilla o de una fucsia..., y es maravilloso aprender así.
En cuanto a la igualdad de oportunidades...de jugar y divertirse, discrepo con Alumnator:
Mis padres, niños del siglo XX, pasaron desde muy pequeños por la escuela de la vida, y ahí aprendieron a tener criterio: mi papá para recibir clases, tenía que levantarse 3 horas antes que sus compañeros, limpiar el patio del colegio, las clases y servirles el desayuno... esto desde los 7 años, porque su familia no podía pagarle los estudios, y él quería estudiar. Y mi mamá que de niña jugaba a "papas y mamás" cuidando de sus hermanitos, y que a los 11 años fue admitida como "chica de servicio" por una familia pudiente, ... para aprender leía los libros que le prestaban los señoritos, y de mayor fue a una escuela de adultos a sacar su EGB.
¿posibilidades de elegir ahora igual que antes? ja, ja... y no creo que mis padres sean los únicos que nacieron en la postguerra en casas de agricultores.

Nos vemos el 12 de febrero, donde y cuando penseis, ... y para reconocernos, todos llevaremos un libro en la mano, je, je...

Anónimo dijo...

Retrógrado, Enrique, ¡Por diez! Encantado de estar enre vosotros y vosotras. Y, desde luego, ilusionado por ver que alguno/a analiza el comentario de Enrique desde sus perspectivas. Un retrógrado es un/una partidario/a de instituciones políticas o sociales propias de tiempos pasados, y en lenguaje vulgar, una persona que piensa que los tiempos pasados han sido mejores, y pueden servir para definir el futuro de uno mismo. Es verdad que el pasado interesa, y muy mucho. Tambien es verdad que en el pasado existieron seres divergentes. ¿Es pasado Rouseau? (No sé si lo he escrito bien) Pues bien, Enrique y compañía, el pasado es nuestro pasado. Alumnator piensa, sobre todo, en presente, Eva comenta el pasado de sus progenitores, Enrique interpreta el pasado porque tiene que interpretar un presente sustantivo. La realidad es que importa objetivar el presente, analizar sus construcciones y posibilitar un futuro mejor, tanto para nosotros como para los nuestros. Estamos en una sociedad diferente a la que sería la de 1808 (por poner una referencia mediática). Mi hijo me enseña todos los días cosas nuevas, mi mujer trabaja, los profesores/as de mi hijo son omniprescentes y desconocen aspectos mediáticos que nunca llegamos a imaginar. En fin, dejemos que sean ellos/as (me refiero a los niños/as) los que aventuren y sepamos leer ente líneas, lo cual supone trabajo para poder estar al día. Ni somos lo mejorcito ni debemos asegurarnos de progenitar (por llamarlo de algún modo) nuestro ser. Lo nuestro es coyuntural, el mundo es estructural. Y perdonadme porque no plantee el fondo de la cuestión, pues eso es tema de otro debate.