Una primera clave está, a mi entender, en el error de concepto del término ambiente. El ambiente es definido por los seguidores de Montessori como:
“Si se encuentra en un ambiente adecuado, científicamente organizado y preparado, cada niño, siguiendo el propio deseo interior y de desarrollo, activa el propio deseo y interés a aprender, a trabajar, a construir, a llevar a término la actividad iniciada, a experimentar las propias fuerzas, a medirlas y controlarlas”.
Es decir, el ambiente puede ser organizado y preparado por el profesorado, por la Escuela. Pero todos sabemos que el ambiente de un niño del siglo XXI está mediatizado por las nuevas tecnologías, los videojuegos, el teléfono móvil con conexión a las redes sociales. Un ambiente en el que la escuela y el profesorado organizan y preparan bastante poco
Otra cuestión, a mi modo de ver, errónea es la exaltación del individualismo ya que si bien en la metodología montessoriana promueve el trabajo en grupo, éste queda en un segundo lugar frente al respeto a los intereses y el trabajo individual.
El individualismo promovido por la lata o la botella individual de la coca cola, el Personal Computer, la propiedad individual y las raciones de sopa o de alimentos individuales nos llevan a una sociedad que consiente la muerte por hambre de millones de miembros de la misma especie o a la destrucción del ambiente y de la Tierra que heredarán nuestros hijos.
“Es el que usa el ordenador personal, el que compra ropa en el gran almacén creyendo que compra un producto exclusivo (sin percatarse de que ésa es la ficción que provoca el sistema de reposición instantánea de mercancías) o el que personaliza su automóvil tratando de que sea diferente de cualquier otro. Y así es como el liberalismo acaba con la sociedad porque, como decía Margaret Thatcher, ésta no existe, sólo existen los individuos”. (Vicent Navarro, Juan Torres y Alberto Garzón)
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