Hoy, domingo es el último día en Bergen. Después de una semana no queda nada que ver. El cielo que está cubierto y amenaza lluvia, no invita a pasear. Además, nos espera un viaje que combina tranvía (light rail)-avión- coche. Total 1+(2)+3,5+3 aproximadamente diez horas contando los tiempos intermedios.
Como es domingo decidimos ir a misa, es decir, visitar las iglesias que hemos conocido durante la semana pero que estaban cerradas.
Primero, Santa María Kirken , un cartel en la puerta advierte que están celebrando la ceremonia y que nos abstengamos de entrar ya que molestaríamos a los fieles. Damos una vuelta alrededor, son las 11:55 por lo que remoloneo para esperar las 12:00. Mi fortuna me advierte que la puerta se está abriendo. Nos acercamos. La sacerdote, ataviada con una túnica azul turquesa, está en la puerta despidiendo a los feligreses. Aprovechamos que entra una señora que acaba de llegar para colarnos nosotros. Me sorprende que haya tantas imágenes y que el altar tenga un retablo dorado que me recuerda a los que he visto en las iglesias ortodoxas. Susana me indica que no es una iglesia protestante sino anglicana, es decir, también cristiana.
Luego, nos dirigimos a la Catedral situada en el alto de la colina. También está abierta porque apenas ha concluido la misa. Esta sí que es protestante.Se caracteriza por la ausencia de imágenes, la parquedad de la decoración. Solo un cuadro de un Jesús no crucificado preside el altar. Es un edificio de cruz latina, en el que mayoritariamente hay madera. Las cristaleras con simples figuras geométricas me invitan a reflexionar sobre la diferencia con nuestra vidrieras coloreadas explicativas de los pasajes de la Biblia.
Mi reflexión: mientras la Iglesia Católica Romana disfruto del analfabetismo del pueblo, la revolución luterana aprovecho la Biblia para que el pueblo aprendiese a leer. Aunque mi reflexión pueda parecer descabellada, señalaré que el programa Grundtvig de la Unión Europea dedicado a la educación de las personas adultas era en honor de un pastor protestante danés.
Ha empezado a caer una lluvia fina, como el chirimiri. Cae despacito pero sin tregua. Decidimos ir hacia el aeropuerto. El primer paso es tener un billete para el tranvía. Y aquí comienza una nueva pelea con las máquinas ya que el personal no existe. El conductor permanece en su burbuja. Y nosotros vemos pasar dos tranvías mientras intentamos sacar los billetes. Afortunadamente aparece nuestra hada: una amable muchacha catalana que habla español, nos facilita el proceso de compra de nuestros billetes que parecía una pelea con el ordenador Hal 9000 de 2001 Odisea en el espacio.
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