Nos hemos quedado un día más al finalizar el Tour para poder contemplar Monaco sin el agobio del circo del Tour.
Como hace mucho calor y estamos cansados, decidimos acercamos por la noche para contemplar el ambiente junto al Casino. Además, es la noche donde el espectáculo se hace vivo.
Hay un turismo que contempla cómo hacen ostentación de la riqueza. Parece que la colonia rusa rica ha aumentado a la luz del dinero, de la especulación y de que Mónaco, incardinado en territorio francés, no se atiene a las directivas de la Unión Europea.
Los coches son singulares, casi únicos, de marcas como Lamborghini, Ferrari, Porsche, Bentley y otros que sólo los jóvenes conocen.
La humanidad que contemplo no es la que me gusta. Una humanidad cautivada por el lujo, la moda, la ostentación, soy lo que muestro, las propiedades, el trato con los empleados. Una sociedad injusta e insolidaria, consumista y comercial, ludópata donde el dios es el dinero con el que se compra y se vende todo.
Tanta riqueza y tanta serenidad, lleva mi pensamiento hacia Gaza, los campos de refugiados o los emigrantes que llegan a Canarias.
Pero si pasas por ahí, contempla el paisaje y el paisanaje. Hay esculturas en plena calle que se van a poner a subasta por varios miles de euros. Los jardines están cuidados y la limpieza de las calles es total a pesar de que hay mucho movimiento de personas. El personal del Casino y del Hotel Paris-Montecarlo es discreto, siguiendo el protocolo de que el dinero manda y que los famosos y ricos no deben ser molestados por la chusma turística.
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