La compleja situación actual no me permite comprenderla por varias razones: su inmediatez, mi subjetividad, la desinformación y ruido mediático existente, mi ignorancia por una mala instrucción de los hechos históricos contemporáneos (siglos XIX y XX) y de las cuestiones físico- químicas de los hechos naturales.
Hay tres cuestiones en esta pandemia que me siguen martilleando cada día:
- ¿Cómo vamos a volver a las escuelas? ¿Por qué la educación de las generaciones futuras nos importan tan poco?
- ¿Por qué cuando comenzó la pandemía enviaron a todas las personas para su lugar de origen? ¿Si el fenómeno era global, por qué cada país recogió a sus ciudadanos y los llevó para casa?
- ¿Acaso en las guerras no se destruyen negocios, mueren personas y aparece el egoismo más brutal del ser humano?
Para obtener una explicación, me voy a otros periodos en que el mundo luchaba, estaba en guerra dicho más brutalmente.
A las primeras preguntas, a las de la escuela, veo cómo la II República española protegió a los niños y a las niñas enviándolas a colonias, a paises que consideraban amigos y seguros, para poder continuar con su formación porque les enviaron con profesores e instructores. ¿Alguién ha pensado que se podría hacer lo mismo ahora en esta "guerra"?
A las segundas preguntas, me recuerda al movimiento de personas que relata el Evangelio de Lucas con motivo del censo ordenado por el emperador Augusto y la única respuesta que me viene a la cabeza es conspiratoria. Los dirigentes mundiales, no confundir con los políticos aunque en algún caso coincidan, tenían claro que la única forma de ir a la guerra es que cada uno permanezca en el país del que es nacional. (siempre se ha hecho así). Tengo grabada la imagen de la población india, hacinada en los trenes para volver a su localidad de origen. (a lo mejor me engañaron y eran imágenes de otra ocasión).
La respuesta positiva a las últimas preguntas podrán resultar odiosas. Pero cuando busco explicación, recuerdo esas películas donde los comercios judios eran destrozados o clausurados, cuando los fascistas quemaban librerías en los estertores del franquismo o cuando el heroe-médico tenía que decidir a quién le ponía la última inyección antibiótica.
En fin, que es lunes, mitad de agosto y a un mes de volver a la actividad normal, no sé, creo que nadie sabe, qué escenario nos encontraremos.
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